La semilla chamuscada del ‘Nadir’

En enero de 1955 el buque turco recaló en el puerto afectado por un gran incendio en su bodega

El buque fue conducido al dique de Levante para que los bomberos intentaran extinguir el fuego que traía a bordo.
El buque fue conducido al dique de Levante para que los bomberos intentaran extinguir el fuego que traía a bordo.
Eduardo D. Vicente
15:11 • 19 feb. 2016

En los años cincuenta, la presencia de un barco forastero en nuestro puerto, lejos de la temporada de la exportación de uva, era siempre un acontecimiento. Cuando llegaba una embarcación con bandera extranjera no tardaba en correr la voz por la ciudad y ese domingo, si aún permanecía en el puerto, convocaba en la explanada a miles de espectadores que iban pasando delante para contemplar las hechuras del buque: los colores de su bandera, la majestuosidad de sus mástiles, la extravagancia de los marineros que formaban la tripulación, que se acentuaba si el barco venía de América y llevaba a bordo hombres de raza oriental o negra.




En una tierra como la nuestra donde el tren llegó tarde y las carreteras eran caminos, casi todo nos llegaba por el mar y el ritual de acercarse al puerto a pasear y a ver las novedades, fue uno de los grandes entretenimientos de la sociedad almeriense durante décadas.




En enero de 1955 recaló en nuestro puerto un buque que no tenía anunciada su llegada, pero que tuvo que buscar refugio en Almería de forma forzosa a consecuencia de un incendio que se originó en una de sus bodegas.




Se trataba del barco turco Nadir, que había salido de Estambul con un cargamento de más de mil toneladas de semillas de girasol y algodón, con destino a los puertos de Rotterdam y Copenhague. En el momento en que se desató el incendio, el capitán se puso en contacto con las autoridades portuarias pidiendo atracar en Almería. Cuando llegó a media mañana del lunes 17 de enero, ya estaban los bomberos del Parque de Incendios esperando en el andén. El buque fue trasladado hasta el dique de Levante para proceder a la descarga de las mercancías, pero cuando estaban en mitad de la tarea tuvieron que dejar el trabajo ya que las llamas se propagaron por todos los compartimentos, obligando a los treinta y dos miembros de la tripulación y al capitán a abandonar el barco. Junto a los bomberos, colaboraron en las tareas de extinción los miembros del buque norteamericano Kankakee, que en esas fechas estaba anclado en el puerto.




Como vieron que nuestros intrépidos bomberos contaban con un equipo bastante rudimentario para la envergadura del incendio, echaron una mano para intentar salvar algo del barco.




En unas horas, una densa capa de humo fue cubriendo el cielo de la ciudad y el olor a quemado llegó a todos los barrios, provocando la alarma generalizada.




Inmediatamente se personaron en el lugar del siniestro las autoridades, encabezadas por el Gobernador civil don Ramón Castilla y por el alcalde, don Emilio Pérez Manzuco. Aunque los municipales tenían orden de cerrar el paso hacia el dique de Levante, miles de curiosos bajaron hasta el andén de costa para ver como el barco turco se iba consumiendo lentamente entre las llamas. Durante un día, el buque ardió en el mar hasta que se inclinó de forma definitiva para hundirse por la parte de estribor.




Los trabajos para poner a salvo la carga sólo pudieron rescatar del naufragio ochenta toneladas de semillas. El resto, casi novecientas toneladas, fue destruido por el fuego, dejando una montaña de semilla chamuscada que se quedó varada en el andén.


Un mes después del incidente, el 17 de febrero de 1955, el buque Nadir abandonó por fin nuestro puerto, remolcado hacia el de Cartagena. Cuando se fue, nos dejó como reliquia las toneladas de semillas de girasol y algodón completamente chamuscadas, que se quedaron abandonadas en el mismo dique de Levante. Durante un mes, los almerienses tuvieron que soportar el tremendo olor que destilaba aquella montaña quemada. Cuando soplaba la brisa desde el mar, el hedor llegaba hasta el Barrio Alto, haciendo insoportables los habituales paseos por el Parque.


El buque Nadir tardó un día en doblarse, pero la carga que nos dejó en el muelle nos acompañó durante cuatro semanas, sin que las autoridades supieran muy bien qué hacer con aquella montaña de semillas abrasada. Eso sí, durante treinta días, los curiosos de la ciudad estuvieron entretenidos viendo como el remolcador Heracke, llegado de Ceuta, realizaba los arduos trabajos para sacar al barco de las aguas y poder remolcarlo hasta los astilleros de Cartagena.



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