Los desfiles de la moda de Gladys

Fue una de las grandes tiendas de moda en Almería

Uno de los desfiles de modelos que la Casa Gladys celebraba.
Uno de los desfiles de modelos que la Casa Gladys celebraba.
Eduardo D. Vicente
15:22 • 24 feb. 2016

Los empresarios José Cano y Juan Rigaud pusieron en marcha a finales de los años cincuenta una tienda de ropa de señoras que llegó con nuevas ideas, dispuesta a traer a la ciudad todas las novedades  que iban surgiendo en la moda de aquel tiempo de grandes cambios.




La primera tienda se abrió en el número dos de la calle de Ricardos, en una época en la que todavía se trabajaba la venta de tejidos y la ropa de confección no se había instalado definitivamente. De ahí la importancia que entonces tenía contar con un buen taller de corte y confección como el que desde el primer día puso en marcha la firma, apoyada en la prestigiosa modista almeriense Adela Rigaud, por cuyas manos pasaron gran parte de las mujeres de la ciudad a la hora de vestirse.




Gladys no fue una tienda más. Su afán por abrir un nuevo camino en el mundo del comercio de ropa empujó a sus dueños a una innovación permanente y una presencia constante en la sociedad almeriense. Sus promotores no se conformaban con vender, querían que el nombre del negocio sonara con fuerza y contribuyera a esa época de cambios que se vislumbraba en el horizonte.




En diciembre de 1960, con motivo de la Campaña de Navidad que todos los años ponía en marcha el ayuntamiento y el comercio de la capital para ayudar a las familias más necesitadas, la Casa Gladys organizó a beneficio de la campaña un grandioso desfile de modelos en el Casino Cultural. Fue uno de los primeros actos de este tipo en el que participó un grupo de muchachas de la tierra pasando los vestidos. Aquellas modelos que se ofrecieron de forma desinteresada fueron: Mari Carmen Barrasa, Graziella Pieru, Carmencita Vértiz, Carolina Bueno, Maru González, Paquita Vizcaíno, María del Pilar Herrero, María del Mar Fernández, Elisa Fernández y Amelia Luque.




El éxito del desfile abrió un camino que empezó a repetirse varias veces al año. En noviembre de 1961, Gladys se presentó de nuevo en el Casino, esta vez para ofrecer a la ciudad su colección de modelos de otoño-invierno. La organización de estos actos animaba la vida social de la ciudad y cientos de almerienses pasaban por los escaparates de la calle de Ricardos para contemplar la exposición que iba a ser exhibida en la pasarela.




En primavera volvía a organizar un desfile con los últimos modelos que habían salido al mercado y cuando las huchas de la cuestación de la lucha contra el cáncer aparecían por el Paseo, allí estaba la Casa Gladys para apoyar la campaña con otro pase de modelos.




Mari Carmen Pérez Llamas, María José Ortega, Emelina Fernández Soriano, Marisol Luque, Elvira Arias, Maruchi Enciso, Maica Gil, Mariuca Martínez y Lolita Martínez Amo fueron las jóvenes almerienses que actuaron de modelos en mayo de 1967 cuando Gladys presentó su colección de verano en la terraza del Casino.




La firma fue creciendo y a finales de los sesenta se estableció en la calle Conde Ofalia y unos años más tarde se instaló definitivamente en el Paseo. Uno de sus empleados fieles, Antonio Escánez, que estuvo más de veinte años ligado a la tienda, recuerda la importancia que en aquellos tiempos tenían los escaparates para la Casa Gladys. “No exagero si digo que los mejores escaparates que se exhibían en Almería los hacíamos nosotros”, asegura. Los escaparates de Gladys eran un acontecimiento y siempre tenían la virtud de la sorpresa: unas veces colocaban un coche dentro de la tienda o montaban un barco al que sólo le faltaba el mar,  y en una Feria llegaron a instalar una carroza delante del mostrador. 


En los años sesenta, cuando se imponía la ropa de confección, el taller de Gladys siguió funcionando. De sus modistas salió el vestuario que la actriz alemana Karin Dor utilizó en una película que vino a rodar a Almería. En aquellos años de esplendor, por la tienda pasaron dependientes de talla como Antonio Escazes, Antonio Manzano, Acadio, Mari Carmen Rigaud, o Isabel Martínez, una de las empleadas que más tiempo estuvo ligada a la casa, donde trabajó hasta que le llegó la hora de la jubilación.


Gladys acabó cediendo su sótano del Paseo para la instalación de una cafetería con el mismo nombre, pasando la tienda a la planta de arriba.



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