Marcos P. sonríe levemente mientras rememora su duelo con el atracador a las puertas de la sucursal de Cajamar en Los Pinos. No es el gesto forzado de la suficiencia. Tampoco la mueca temeraria de un inconsciente. Marcos P. conoce sobradamente el riesgo de su intervención, pero todavía digiere tímido y abrumado la repercusión de su trabajo. Sonríe
“Sinceramente, a mi mujer no le conté nada hasta llegar a casa, primero le di un abrazo y luego le dije: casi te quedas sin marido hoy”, recuerda. “Luego le expliqué todo”.
Marcos P. es guardia civil perteneciente al puesto principal de Huércal de Almería. El jueves acudía a las ocho de la mañana a un ejercicio en el campo de tiro de Benahadux cuando recibió el aviso de un atraco en la oficina bancaria. Estaba justo allí, “a menos de cincuenta metros”.
“Cogí aire y le dije a la central que iba hasta la zona. Me coloqué a unos 15 metros con el morro hacia delante. Mi primera idea era parapetarme detrás del coche, pero tuve mala suerte y, nada más poner un pie fuera del vehículo, el individuo salió con la pistola en la mano”, expone.
El ladrón era A. C. N. G. de 63 años, con una decena de antecedentes penales. Vestía una mono de trabajo y una gorra. En una mano tenía una bolsa con un botín superior a los 40.000 euros y en la otra mano una pistola antigua, cargada y lista para disparar. “Me apuntó con el arma y me amenazó: métete en el coche que te mato. Levanté las manos sin empuñar mi arma: Tranquilízate, para, para”.
Marcos P. se enfrentó cara a cara con el ladrón, protegido únicamente por un chaleco antibalas bajo la ropa. “Es sólo un segundo y casi no hay palabras para describirlo. Miedo se pasa, es obvio. Te están apuntando y no sabes si te van a disparar”.
Pero A. C. N. G. no apretó el gatillo todavía. Corrió hasta un Seat Ibiza que tenía estacionado en las inmediaciones y trató de escapar, pero se averió sólo unos metros después de arrancar. La Guardia Civil cree que disparó accidentalmente y destrozó alguna pieza del motor. “Estaba atacado, muy nervioso porque se veía acorralado”, describe el agente al delincuente.
El ladrón salió a la carrera perseguido por Marcos a pocos metros. “Me dijo: no me sigas que te mato, no me sigas que te disparo”. Las patrullas realizaban un servicio en Benahadux y estaban ya de camino. “Llegaron muy rápido y gracias a mis compañeros pudimos cogerlo”.
La fuga se convertía en un problema de seguridad pública. “Vi en la línea de tiro a varias personas al fondo”, advierte el guardia civil de Huércal de Almería. “En tres ocasiones se volvió y me apuntó con el arma para que parase. Me cubrí entre los coches. Y entonces disparó. Sólo escuché esa detonación”.
Asalto a una conductora
El agente efectuó un disparo al aire para intentar frenar la fuga, pero A. C. N. G. hizo caso omiso e intentó apropiarse de otro vehículo para culminar la fuga. Pistola en mano apuntó a un camión de la basura, pero el conductor aceleró. Fue entonces cuando se hizo con una rehén. “Le tocó a una pobre mujer que iba detrás. Se puso delante, la paró amenazándola con la pistola, hubo un forcejeo y la sacó del coche a la fuerza”.
Durante unos instantes retuvo a la mujer convertida en víctima casual del suceso, hasta que se deshizo de ella de un empujón y se introdujo de nuevo en el vehículo. Marcos intentó proteger a la joven y se abalanzó sobre el coche que intentaba arrancar sin éxito. “Por inercia me puse cerca de ella y entonces llegaron mis compañeros. Se me hizo eterno, pero fueron apenas cuatro o cinco minutos. Tuve mucho apoyo y pudimos detenerlo en el coche”, apostilla el agente de la Guardia Civil.
El suceso se resolvió sin heridos y los agentes recuperaron íntegramente el dinero robado en la sucursal de Cajamar en Los Pinos. Marcos P. cambió la jornada de formación en el campo de tiro de Benahadux por una intervención muy distinta y, ahora, encaja con modestia y cierta incomodidad los halagos y felicitaciones. ¿Volvería a intervenir en una situación así? “El acto reflejo de un agente es actuar, la situación te llama y pienso que volvería a hacerlo”.
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