Quisimos parecernos a Benidorm y a San Remo, que con sus festivales musicales se habían ganado un prestigio internacional antes de que en Europa conocieran su sol y sus playas. Quisimos subirnos a ese último vagón del turismo al que llegamos demasiado tarde porque nuestras intenciones, sumadas a un clima indiscutible y a unas playas aún por descubrir, no fueron argumentos suficientes para convencer a los operadores europeos que exigían unas infraestructuras que aquí no teníamos. Queríamos ser un destino de referencia como Alicante y Málaga, cuando nuestras carreteras eran caminos, cuando nuestro tren era el de los Hermanos Marx en ‘Un día en el Oeste’, y cuando todavía estábamos instalando el alcantarillado por las calles.
En esa búsqueda desesperada de un protagonismo imposible, nuestras autoridades, lideradas por el alcalde don Francisco Gómez Angulo, pusieron en marcha el llamado ‘Festival Internacional de la Canción de la Ciudad Luminosa de la Costa del Sol’, que con su título interminable trataba de reivindicar, sin levantar polémica, el nombre que nos había quitado Málaga cuando aquí teníamos más sol que ellos. La aventura comenzó en el verano de 1970 y como tampoco teníamos un gran escenario para recibir un festival internacional que tuviera repercusión en toda Europa, tuvimos que echar mano de los místicos jardines del colegio de La Salle, que apretando un poco las sillas podían llegar a recibir a cuatro mil espectadores. Como había que parecerse a los grandes festivales, los organizadores recurrieron a los mejores presentadores de la época y a los mejores artistas del panorama musical para que engrandecieran el festival con sus actuaciones fuera de concurso. A lo largo de las seis ediciones del festival, por el escenario del colegio de La Salle pasaron artistas de la talla de Manolo Escobar, Donna Hightower, Juan Pardo, Karina, Jorge Cafrune, Mari Trini, Tip y Coll y Camilo Sexto, entre otros.
También trajeron a la mejor orquesta para que arropara a los participantes, la de Televisión Española que dirigía el maestro Rafael Ibarbia; al mejor trío de voces del momento, las chicas del ‘La, la, la’, que estuvieron una década viviendo del éxito alcanzando con Masiel en el Festival de Eurovisión; y a presentadores que eran ídolos televisivos como José María Iñigo y Kiko Legard, o que triunfaban en la radio como Pepe Domingo Castaño, que en aquel tiempo era un dios con el programa ‘El Gran Musical’ de la Cadena Ser.
Entre los cantantes que buscaron en Almería el trampolín de la fama, destacaron Emilio José, que en 1972 consiguió el premio a la crítica con su canción ‘Campo herido’; el grupo almeriense Los Puntos, que fue tercero ese mismo año con ‘Magdalena’; Nubes Grises, que venció en 1975 con ‘El Solitario’, llegando a ocupar los primeros puestos de ventas; y los artistas locales ‘Cal y Canto’, Leandro Sánchez Ruiz, Paco Urrutia y Andrés Caparrós, que fue tercero en la sexta edición.
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