Ignacio Cembrero trabajó durante 30 años para El País como corresponsal en Oriente Próximo y en el Magreb y durante un breve periodo en el diario El Mundo. Se formó en el Instituto de Estudios Políticos y en la Fundación Nacional de Ciencias Políticas, en París.
¿La España de Alá es un título premonitorio?
Es un título provocador, con un subtítulo aún más provocador: “Cinco siglos después de la Reconquista los musulmanes han vuelto. Son dos millones y siguen creciendo”. Un título periodístico, pero nada más.
¿Qué va a encontrar el lector en este libro?
Se va a encontrar una panorámica global de los musulmanes en España, algo que no existe como libro de divulgación periodística. Hasta ahora a nadie se le había ocurrido contar cómo son los musulmanes, qué hacen y qué diferentes son entre sí, porque lo son, desde Gerona hasta Almería.
¿Cómo se ha gestado la publicación?
Me apetecía mucho desde hacía tiempo. Es una prolongación de mi trabajo en el norte de África, especialmente en Marruecos. Describo a los musulmanes en España, pero también sus relaciones con las autoridades, la influencia de las potencias extranjeras y las luchas de los servicios secretos. De hecho, hay un capítulo de espionaje, quizás el más ameno, que se desarrolla ficticiamente en Almería. Elegí esa localización para no comprometer a aquéllos que me contaron la historia. Se llama Espías vigilan a espías.
La obra aporta un “mapa secreto” sobre el riesgo de radicalización por provincias. ¿Qué entiende por puntos conflictivos?
Son lugares donde se están produciendo o se pueden producir procesos de radicalización. Puede ser una tetería, un locutorio, una mezquita, un oratorio o simplemente un piso compartido por tres individuos. El CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) los llama puntos de radicalización.
Y colocan Almería entre las zonas con mayor número de puntos de riesgo.
En Andalucía, los dos lugares donde hay más puntos de radicalización son Almería y Málaga. En teoría, en Málaga hay unos pocos más. Sin embargo, en el informe policial que acompaña al mapa se hace constar que la situación de Almería es peor que la de Málaga. Yo me atrevería a decir, sin exagerar, que consideran que Almería es la provincia andaluza donde existe un mayor riesgo de procesos de radicalización.
La provincia sufre un importante problema de infravivienda, que padece la población inmigrante fundamentalmente. ¿Cree que existe una asociación entre la pobreza y el riesgo de aparición del yihadismo?
No del todo. Creo que la pobreza y la marginación son factores, pero mi opinión, que parte de la lectura y de la conversación con muchos jóvenes musulmanes, es que es un problema de identidad. Me dicen: “No me siento del país de mis padres, no conozco bien el idioma, vamos poco por allí”. Y a la vez: “Tampoco soy del país donde vivo, porque me llamo Mohamed y la gente me mira raro. No soy ni de aquí ni de allí”. Les queda la religión y la abrazan con mucha fuerza porque es su identidad. Y algunos abrazan con esa fuerza una versión equivocada, errónea y radical del Islam.
Las detenciones de yihadistas en España se han producido sobre jóvenes nacionales o residentes en el país. Sin embargo, usted asegura en su libro que la amenaza está fuera.
En España, desde ese despertar del yihadismo que fue el 11M, la situación está bastante tranquila. No ha habido ni un solo atentado, ni siquiera esos pequeños atentados que hemos vistos en Francia o Reino Unido donde han atacado con arma blanca a un soldado o a un sacerdote. Estas cosas aquí no han sucedido y creo que estamos en una situación bastante favorable. También por el número de jóvenes que han salido a Siria, Irak o a otros escenarios como Mali. Los últimos informes de Interior hablan de 160, una cifra muy inferior a nuestros vecinos del norte. Piense en Francia o Bélgica.
Pero hay otras experiencias con el terrorismo islamista. En Almería, por ejemplo, se arrestaron a sospechosos de la Operación Nova (intento de atentado a la Audiencia Nacional). ¿Existe hoy más peligro?
En Europa se ha disparado el riesgo, especialmente a partir de la intervención de americanos y británicos en Irak en 2003. Estado Islámico es, en buena medida, una consecuencia de esa intervención. En España sigo diciendo que el riesgo es muy bajo por tres razones. La primera es que el terrorismo es un fenómeno de segunda y tercera generación, y aquí hay muy poca. La segunda razón es que ha habido una hiperactividad de las fuerzas de seguridad. España era el país de Europa con mayor número de operaciones antiterroristas hasta noviembre. Y la tercera razón es que, a diferencia de otros países europeos, en España no se ha intentado imponer un modelo a la comunidad musulmana.
Hay otro peligro paralelo, la aparición del racismo.
Es un riesgo evidente. Existe un observatorio sobre la islamofobia que acaba de publicar los datos de 2015. Y es cierto que la islamofobia está en auge y que, curiosamente, ahora hay más que tras los atentados del 11M. Hay gente que ha reaccionado de forma agresiva a los sucesos de París o Bruselas más que a los atentados del 11M.
¿Qué grado de integración augura a la comunidad islámica en el futuro?
En primer lugar, hay un factor demográfico. Los musulmanes han crecido un 77 por ciento en la última década y los expertos apuntan a que van a seguir aumentado. Tienen una tasa de fecundidad más alta y también realizan un proceso de reagrupación familiar. Además, creo que cuando se produzca la recuperación económica a un ritmo sostenido aquí va a hacer falta mano de obra, gente joven que cotice.
¿Y la integración?
Yo creo que hay una coexistencia, unos viven al lado de otros, generalmente de forma pacífica. Sin embargo, los musulmanes hoy en día participan muy poco en la vida social española y tienen un escaso papel. En realidad, su principal medio de integración es el mercado laboral.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/104714/ignacio-cembrero-almeria-es-la-provincia-andaluza-con-un-mayor-riesgo-de-radicalizacion