Quien dimitiera como director del IES Nicolás Salmerón a raíz de una sanción de Educación se siente hoy cargado de razón. Razón avalada por un juez que anula aquella sanción. Francisco Navarro nunca dudó de que él y su equipo trabajaban por mejorar la calidad de la enseñanza del centro.
Dimitió como director porque Educación no entendió que dedicar una jornada a explicar a los padres cuestiones relacionadas con el rendimiento académico de sus hijos fuera lo más adecuado.
Dimití porque Educación me sancionó con cinco días de suspensión de funciones (lo que antes era suspensión de trabajo y sueldo) por dedicar el último día de cada trimestre a celebrar una jornada de puertas abiertas en la que todos los docentes estaban a disposición de padres y alumnos para hablar sobre cualquier cuestión relacionada con la educación.
¿Cómo fue?
A alguien no le gustó aquella decisión, aunque estaba consensuada con el equipo directivo, los profesores y el Ampa (Asociación de Padres y Madres), además de informada a los padres. Se denunció en Educación, vino un inspector y confirmó que ese día no había clases como tal.
Ahora le dan la razón.
A ver. Existe un calendario escolar que hay que cumplir y que está integrado, fundamentalmente, por clases, pero también por otras actividades como excursiones o conferencias, siempre que mejoren la enseñanza. El equipo directivo entendimos que atender a los padres era muy positivo y, de hecho, así queda registrado en la Ley de Educación de Andalucía.
La sanción llegó 15 meses después de que el inspector levantara el acta.
Sí. Y después de que se nos prometiera en Educación que sólo habría una amonestación. No sabemos qué pasó, pero el equipo directivo reaccionó en bloque.
Se fueron todos.
Sí. Y a pesar de que nos pidieron, tanto desde la Consejería como desde la delegación territorial, que nos mantuviéramos. Fue por dignidad. Se cargaba Educación un proyecto educativo de cinco años que funcionaba bien.
¿Y ahora?
Después de un año muy malo, empiezo a ver las cosas de otra manera.
¿Cómo?
Al dimitir todos en bloque, hubo que buscar, deprisa y corriendo, otro equipo. Ha habido dos directores y ahora parece que habrá otra el curso próximo. Y creo que deberá hacer frente a algunas cuestiones.
¿De qué tipo?
Un instituto como el Nicolás Salmerón, con casi 1.100 alumnos, necesita una junta directiva que tenga claro que lo principal es que el profesorado esté a gusto. Es decir, tiene que apoyar y animar al profesorado porque la enseñanza es muy dura.
¿Qué más?
Ha de ser una junta que mantenga una fluida comunicación con los padres. No son el enemigo, son colaboradores necesarios para que el centro funcione bien. Y, por último, los alumnos tienen que tener confianza en sus profesores, se tienen que sentir protegidos por ellos.
¿Volvería usted?
Yo soy sólo un ‘profe de mates’. Lo de la dirección lo entendí siempre como un entrenador de fútbol, con la maleta preparada para decir adiós cuando no nos dejaran trabajar. Porque, eso sí, se trata de trabajar mucho, pero a gusto. Después de 37 años en la enseñanza, me jubilo en febrero próximo.
¿Está orgulloso?
Sí de un equipo que ha trabajado por calidad de la enseñanza; de la marca ‘Nicolás Salmerón’. Y por abrir el centro al barrio.
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