Lo representaron todo (o casi todo) hace unas décadas, aparceros de los mismos escaños que porfíarán este domingo, papeleta a papeleta, otros hombres y mujeres cargados con la misma ilusión que ellos tuvieron.
Ahora -Blas, Alfonso, Ramón y Manuel- pasean a diario con el pastillero en el bolsillo, hojean periódicos a distancia y disfrutan de sus nietos, viven como gladiadores retirados del gran circo de la política.
En sus tiempos de gloria política no había twitter, ni Instagram, aún se podían encontrar menús por mil pesetas en Madrid y aún recuerdan con memoria infantil el aroma a Norit de las sábanas del coche cama.
Ya no les suena el móvil - ni falta que les hace- pero siguen anclados, aunque no lo reconozcan, a ese anhelo gremial de que este país de botejaras salga adelante, como esos apóstatas del fútbol de los domingos que, sin embargo, se emocionan sin querer, cuando Silva filtra un pase de gol contra alguna selección enemiga.
Truena la voz de Ramón Ponce, con 73 años, al otro lado del teléfono, con el vigor del agente comercial que fue cuando vendía tractores de Piquer Hermanos. “Este domingo iré a votar al PP, aunque está claro que habrá un resultado similar al de diciembre”.
Fue este político ya retirado, cuarto diputado de UCD en las elecciones de 1977 y senador en el 79 y aunque asegura que no ve los debates de la tele, que está retirado de la política activa y pasiva y que se dedica a ver películas del Oeste, se declara un firme admirador de Mariano Rajoy, “desde Cánovas del Castillo, es el presidente más preparado intelectualmente que hemos tenido en España”.
Ramón nació en 1943 en Uleila. Era hijo de un herrero que hacía carros y norias y creció aprendiendo el oficio en la fragua dándole al yunque y aventando el soplete. Salta como un resorte cuando recuerda sus mocedades políticas: es un mito que todo fue fácil en la transición, lo que ocurre es que éramos prudentes, el hombre clave fue Suárez que tenía las dos españa en la cabeza, cada día que pasa se revaloriza como un reserva”. Y añade, saltando 40 años, sin dejar meter cuchara al periodista, que “la solución de este país es una gran coalición constitucionalista, entre PP, PSOE y Ciudadanos, en cuanto Cataluña vea un gobierno débil en Madrid, proclaman la independencia”.
Blas Díaz Bonillo, lleva el rumor de la caracola del río Almanzora en la memoria y no se le gastan los ojos de leer, “tres periódicos todos los días”.
Vive en su Zurgena natal y se pregunta, “cómo estarán las cosas que es la primera vez que no hay ni un solo mitín en el pueblo, no todo son redes sociales, aquí hay mayores que no entienden de Facebook y hay que explicarles”. Y añade “¿lo que más me ha sorprendido de la campaña? el papel chabacano de Garzón, aceptando ser el complemento de Dios”.
No ve una salida política fácil a la situación, “porque no hay pactos fáciles y el sorpasso está por ver, en las encuestas la gente no dice toda la verdad”. Díaz Bonillo, con ese cabello que pronto se plateó como en el tango de Gardel, fue tres legislaturas senador -nadie conoció como él a tantos ujieres de la Plaza de la Marina- y una diputado nacional, aparcando su carrera de maestro de escuela.
Desde 1982, desde la otoñal noche de vino y rosas de Felipe, fue también un asiduo del Nocturno a Madrid y de sus impulsos nacieron muchas líneas maestras de esta provincia, “ahora no me llama nadie, ni para preguntarme la hora”.
Ramón Orozco Gerez, un veratense del XIX, que tiró las murallas de Almería, fue diez veces diputado y una senador. Nadie lo ha superado, ni siquiera su tataranieto, el popular Manuel Arqueros Orozco, el hombre del verbo exquisito y voz de documental de la 2, que lo fue seis veces entre senador, diputado y parlamentario andaluz entre AP y PP: 24 años en política activa.
Vive en Madrid con 84 primaveras, Manuel, aunque baja tres veces al año a Almería, “a la que llevo en el corazón”, a comer pescado en el Club de Mar. “Me indigna que se rían de Almería, que la ministra diga que sí y es que no”. A los que le acusaban de cunero recuerda que les salía con lo que decía Pérez Manzuco “soy almeriense de pura parra”. Arqueros nació en la calle Eguilior, frente al Instituto, “a otros de otras regiones para Almería sí me los impuso José María Aznar”.
“El Euromed iba a llegar en 2005 y yo lo que veo es que seguimos con los mismos trenes, con las mismas velocidades que cuando yo viajaba a Madrid”, asegura por el celular, mientras pide chance para pagarle a un taxista la carrera por la calle Serrano.
“No hay ni un solo político con garra ahora, qué quiere que le diga, Sánchez es de lo más inútil, está haciendo bueno a Zapatero, la única salida es un pacto constitucionalista”.
Alfonso Soler Turmo, con 81 años, conserva con prestancia sus más de 180 centímetros sin curvas. Fue diputado de UCD, mejor dicho, de Suárez. Con el de Avila migró al CDS, cuando se hizo añicos el jarrón de familias centristas. Entre 1979 y 1982 defendió proyectos para los pescadores de Almería y para que los parraleros de la provincia también tuvieran ayudas, “me tuve que pelear a gorrazos con Abril Martorell”.
“Yo creo que va a haber un entendimiento entre PP y PSOE en cuanto el Federal eche a Pedro Sánchez, lo dice hasta Guerra, y si no, el Rey va a tener que decir basta, no creo que haya terceras elecciones, sería de locos” balbucea desde su domicilio en Navarro Rodrigo, donde vive retirado este viejo marino mercante, caminando a diario hacia el ancla de Pescadería, donde se da la vuelta por donde ha venido, lo que todos estos venerables han hecho tras sus años de fragor en los escaños. “Pase lo que pase el domingo, España saldrá adelante”, sentencia.
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