Si eres celíaco ¡cuidado contaminación cruzada!

En España sólo el 25% de los celíacos saben que lo son, y el momento del diagnóstico es siempre duro, ya que la población está poco informada de qué es, cómo afecta esta patología y cómo convivir con ella. 
La celiaquía es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por la intolerancia al gluten. Esta proteína se encuentra en algunos cereales como trigo, centeno, cebada, etc. y, por lo tanto, sus derivados.
Lo primero que hay que hacer cuando se recibe el diagnóstico es revisar todos los alimentos que tenemos en casa. Aquellos que contengan, o hayan podido estar en contacto con gluten, habrá que identificarlos como tal y separarlos del resto. Esto podemos hacerlo fácilmente, creando pegatinas identificativas que ayuden a una rápida diferenciación, y por otro lado, habilitando una parte del frigorífico y un armario para los alimentos que no contengan gluten. 
En cuanto a la compra, es importante leer todas las etiquetas para diferenciar qué productos, de los que habitualmente compramos, pueden seguir o no en nuestro carrito de la compra. Algunos alimentos, tradicionalmente derivados de trigo y otros cereales que contienen gluten, como la pasta, harina, pan…, tendrán que sustituirse por homólogos sin gluten, entre ellos el maíz, el arroz o el trigo sarraceno. 

Pero, ¿qué es la contaminación cruzada? 
Cuando un alimento, inicialmente libre de gluten, entra en contacto con uno o más que sí contengan gluten o, incluso, utilizamos utensilios de trabajo que no estén bien lavados, los alimentos quedan contaminados y pueden producir la misma sintomatología que aquellos que contengan gluten, por lo que es importante transmitir esta información a la gente que nos rodea y con la que vamos a compartir alimentos. 
Es decir, y para que nos entendamos todos, si cocinamos una tortilla de patatas, que a priori no contiene gluten, pero cortamos las patatas con el mismo cuchillo que hemos cortado un trozo de pan de trigo, ya hemos contaminado toda la tortilla.