Antonio Felipe C. C. tenía entonces 45 años y la amenaza de una denuncia por abusos tocando a la puerta. Aquella mañana ocupaba el asiento del copiloto de un Seat Toledo dirigido entre los plásticos del laberinto de invernaderos del paraje El Rebeque, en El Ejido.
A su lado viajaba Adrián P. E., durante años un completo desconocido para las autoridades. El joven ponía las manos en el volante, un ojo en el camino y otro en la escopeta del calibre 12 milímetros escondida en el turismo y preparada para el crimen.
Y frente a ellos apareció la figura de Carmen S.L. La víctima trabajaba en una explotación agraria junto a su hijo, menor de edad, hace ahora 12 años. Apenas tuvo capacidad de reacción, atrapada y sin ayuda frente a los rostros de su ex compañero sentimental y el sicario.
Antonio Felipe C. C. bajó del coche y dio la orden. Entonces Adrián P. E. descerrajó cinco disparos a dos o tres metros de distancia a la víctima. La mujer murió en el instante atravesada por los impactos de bala en el pecho.
El caso provocó una enorme conmoción a sus vecinos y allegados en 2004, antes de las grandes campañas de sensibilización contra la violencia de género. Además, la investigación se prolongó durante años porque, a pesar de la captura de Antonio Felipe C. C. como responsable del crimen, el sicario desapareció y no fue detenido hasta 2012 gracias a unas huellas dactilares recogidas por la investigación, como adelantó entonces LA VOZ.
Ambos fueron condenados en sentencia firme y cumplen custodiados en prisión. Sin embargo, Antonio Felipe C. C. deja ahora un último capítulo en esta oscura historia criminal. El asesino intenta acortar su estancia en prisión y, para ello, solicitó la limitación de su condena a un máximo de 20 años.
Acumulación ¿Por qué? El recluso cumple dos penas. La primera es una condena de 13 años por un delito de abusos al hijo de la fallecida Carmen S. L. y la segunda una condena de 15 años por el asesinato de su ex compañera sentimental (reconoció el crimen y se benefició de una atenuante en la sentencia).
Aunque los tribunales sostienen que son sucesos diferentes, el Antonio Felipe C. C. asegura que están perfectamente conectados y, por tanto, se deberían “acumular las condenas”. Esta figura legal permitiría acortar sustancialmente el paso del asesino por la cárcel, en lugar de cumplir los 28 años totales.
El reo reclamó primero a la Audiencia Provincial de Almería y luego acudió al Tribunal Supremo. Dice que ordenó matar a Carmen S. L. porque le denunció antes por abusos a su hijo menor de edad. Una venganza.
“Ambos procesos guardan una conexión objetiva entre sí. El autor en ambos es él, en el primer proceso la denunciante es la madre del menor, que se constituye en parte del proceso como acusación particular y en el segundo es dicha madre la víctima del asesinato cometido por él como consecuencia de haber formulado la primera denuncia”, explica el Tribunal Supremo citando los argumentos de la defensa.
Antonio Felipe C. C. mató a su ex pareja durante el proceso para hacer firme su sentencia por abusos. En ese impás, organizó el asesinato. Contrató a Adrián P. E. y perpetró el crimen en El Rebeque. Asegura que los dos episodios tienen una relación estrecha.
Sin embargo, ambas instancias han rechazado esa petición por falta de base y el acusado tendrá que asumir el total. Son hechos diferentes, en momentos diferentes y con víctimas diferentes. “No se tramitaron en un mismo proceso”, señala el TS sobre las sentencias. El tribunal recuerda, asimismo, que el asesinato impide esa acumulación (supera el límite establecido).
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