Con un currículum extenso, rico en experiencia, formación, profesionalidad y mucha ilusión por su trabajo, Arráez dice sentir una “felicidad absoluta” por recibir la que es “máxima distinción” para un almeriense.
Es usted una eminencia de la Neurocirugía, reconocido como tal por sociedades científicas de medio mundo, ¿siempre quiso ser neurocirujano?
Soy un apasionado de la Neurocirugía a la que he dedicado casi tres décadas de profesión, pero yo siempre decía de niño cuando estudiaba en La Salle, que quería ser ingeniero. Lo mío eran las tuercas, los tornillos, arreglar radios, reparar lavadoras,... Y ya ve. (Se ríe).
¿A qué se debió el cambio?, ¿lo de médico venía de familia?
No. Mi padre trabajaba en el Palacio de Justicia y mi madre (que todavía vive en la casa familiar de la calle Córdoba, donde nací) era ama de casa. Lo que pasa es que era del grupo de Cruz Roja Juventud y hacía cursos de socorrismo. La medicina la vivía como un hobby hasta que tras un viaje en autobús camino a uno de esos cursos de socorrismo me dije: ‘Yo quiero ser médico’.
Y salió de Almería para estudiar en Granada.
Así es. En Granada viví 15 años con algún paréntesis para formarme en Inglaterra y Estados Unidos, y en 1998 accedí a la jefatura de servicio de la Unidad de Neurocirugía del Hospital Carlos Haya de Málaga, referencia para muchos especialistas. Málaga ha sido como una tierra de promisión. He visto en estas casi tres décadas de profesión cómo la Neurocirugía avanzaba enormemente.
¿Cuáles han sido los principales avances en este campo?
Los cambios han sido gigantes en Neurocirugía y Neurociencia. Y tanto desde el diagnóstico, que hoy es posible gracias a las pruebas de imagen impensables hace unas décadas, como hasta las técnicas para operar tumores inalcanzables años atrás. Técnicas mínimamente invasivas que reducen riesgos para el paciente y horas de quirófano. Podemos operar el cerebro e ir comprobando en el mismo quirófano con la máxima resolución de imagen no sólo la anatomía del cerebro sino también sus funciones. El paciente puede hablar, leer o moverse.
Hoy un tumor en el cerebro no es sinónimo ni de muerte ni de discapacidad segura.
Absolutamente. Hoy tumores localizados en zonas antes consideradas inaccesibles, pueden ya extirparse por un pequeño orificio o, incluso, a través de las fosas nasales. Y lo mejor es que todos estos avances no los concebimos como actuaciones quirúrgicas aisladas. Vamos de la mano de los neurofisiólogos que, con aparatos específicos, pueden registrar la actividad del cerebro a cada momento.
Y ahora, ¿hacia dónde va la Neurocirugía?
Los neurocirujanos vamos intuyendo, palpando el terreno que van a pisar generaciones futuras de especialistas. Para extirpar determinados tumores aún hoy tenemos que abrir el cráneo. Pero, ¿y si le digo que ya imaginamos un futuro en el que no se extirpen determinados tumores sino que puedan vaporizarse, es decir, desintegrarse, pulverizarse a través de un procedimiento físico por vaporización? Esto lo veremos. Y no solo eso. Se experimenta ya en estimulación cerebral en casos de cirugía de Parkinson e incluso se habla ya de favorecer esa estimulación en pacientes con Alzheimer o pérdida de memoria.
El futuro suena prometedor. Por lo pronto aquí (en Málaga) y ahora ha creado usted el Instituto Arráez de Neurocirugía Avanzada.
Pretende ser un formato más ambicioso del grupo de médicos que, en el ámbito de la medicina privada, estamos especializados en Neurocirugía en la zona de Málaga y la Costa del Sol. Desarrollamos la actividad en tres hospitales privados donde intentamos dar respuesta a todos los casos en los que la Neurocirugía tiene algo que aportar, desde los más sencillos hasta los más complejos.
Uno de estos casos es el que le ‘obliga’ a trabajar incluso en días de vacaciones y horas antes de regresar a su ciudad natal para recibir el Escudo de Oro de Almería.
(Se ríe). Es cierto que he dedicado mucho trabajo, mucha pasión a mi profesión, pero es que es precisamente la Neurocirugía un campo en el que la ilusión y la dedicación van de la mano con todo lo demás. Y respecto al reconocimiento de la ciudad de Almería, no sé qué decir. Recibí la noticia con una mezcla de absoluta satisfacción y estupor. Es cierto que he trabajado mucho, que he dedicado mucho a mi profesión, pero, de verdad, no me considero merecedor de este honor.
Dice usted que no sólo es almeriense, sino que ejerce como tal.
Sí, es cierto. Me gusta Almería, me gusta volver a mi casa, a donde vuelvo siempre que puedo, sobre todo en Navidad y en verano. Me gusta la feria almeriense, las casetas, todo. Me siento un almeriense que ha logrado ser profeta en su tierra.
Hoy recibe el Escudo de Oro en el salón de plenos de la Casa Consistorial, ¿qué sentirá?
Considero que es el mayor reconocimiento que puede recibir un almeriense y estoy seguro, y no lo digo por decir, que habrá miles de personas con más méritos que yo para recibir el Escudo de Oro de la ciudad de Almería.
Es una suerte que pueda estar hoy en Almería porque no para usted quieto entre quirófanos, congresos y publicaciones.
Sí. Y estaré rodeado de mi familia. Estoy felizmente casado con otra médico y tengo dos hijos. La mayor ha seguido mis pasos y el pequeño estudia en una Escuela de Negocios. Estaré con amigos y más familia. Es un honor.
Es presidente de la Sociedad Española de Neurocirugía, pero también tiene un cargo en la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía.
Sí. Durante 14 años he formado parte activa de esta Federación que apuesta por la formación. Ahora estoy más dedicado al brazo benéfico de esta entidad con proyectos de formación y acción en África, Asia y Europa oriental. Abrimos unidades de neurocirugía donde no había y formamos mucho.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/111430/en-un-futuro-los-tumores-cerebrales-no-se-extirparan-podran-vaporizarse