Partido de fútbol. Un grito racista y el árbitro detiene el encuentro. En otro partido en el que se jalea desde las gradas la violencia contra las mujeres, el encuentro continua sin problemas. La sociedad todavía no da relevancia a la violencia de género como sí hace con otro tipo de violencia. En este escenario, una media de 60 mujeres son asesinadas al año por sus parejas (29 desde enero).
En Almería, veinte mujeres y 17 niños víctimas de violencia de género son “protegidos” por el IAM para que puedan vivir unas vacaciones alejados de los violentos. Son sólo algunos números que vienen a confirmar que sólo la concienciación y la educación, además de una política activa y real contra la violencia de género, son las herramientas de la sociedad para vencer esta lacra. Así lo entiende el almeriense Miguel Lorente. Quien fuera delegado del Gobierno para la Violencia de Género entre 2008 y 2011, médico forense y profesor de la Universidad de Granada, lamenta que apenas un diez por ciento de la violencia sexual se denuncia. “Y de estas denuncias, apenas el 1% acaban en condena”, dice. Ante este panorama, el violento se siente “absolutamente impune”.
¿Dónde queda la víctima? A la víctima se le sigue haciendo receptora principal del mensaje contra la violencia. Y el mensaje “no puede ser para quien sufre, sino para quien genera violencia”, entiende Lorente, que señala cómo así, la sociedad “convierte a la mujer en responsable, por hacer o no haber hecho”.
La cultura machista impera y se ha convertido en el mejor caldo de cultivo para una sociedad violenta que da argumentos a los hombres que ejercen la violencia hacia las mujeres. En este escenario, Lorente no se cansa de recordar que la impunidad que hoy ampara al violento tiene que terminar. Algo que se logrará con leyes pero también con el rechazo de la sociedad.
Sin respuesta legal
La respuesta legal es muchas veces inexistente ante un caso de violencia sexual si no hay violencia física manifiesta. Quien lo dice, médico forense, confirma la dificultad que tienen las mujeres para hacer ver que esa violencia existe. Qué pasa si a una mujer le amenazan de muerte, a ella o a su familia, para que acceda a tener sexo con uno o varios hombres. La respuesta hoy es que la ley se queda corta.
Y con la ley la respuesta social. En el último barómetro de la Unión Europea sobre violencia sexual, se recoge que el 18% de los hombres entienden que la violación “no es una conducta grave”.
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