La poesía y la luz inundan Campoamor

Esta coqueta plaza contiene todas las claves para entender la ciudad. Es como una semilla que atesora información histórica

Vista de la plaza y de La Alcazaba desde la azotea de la casa de Valente.
Vista de la plaza y de La Alcazaba desde la azotea de la casa de Valente.
Mar Verdejo
23:18 • 17 sept. 2016

Esta coqueta plaza de Campoamor, en pleno Centro Histórico de la Ciudad Celeste, como la llamaba el poeta José Ángel Valente (Ourense, 1929) contiene todas las claves para entender la ciudad. Es como una semilla que atesora información histórica y, forma parte de un itinerario vital que ayuda a entender la Ciudad Medieval y su antigua Medina del siglo XI. Este itinerario, es paralelo al mar y, aún podemos imaginarlo y recorrerlo como lo haríamos con el poeta y agrónomo Ibn Luyun (Almería, 1282). El poeta-científico nos haría partir desde los ya ensoñados jardines huertas de La Chanca y allí, con alguna moaxaja, nos recitaría cómo cultivar en una almunia.




El recorrido continúa por La Mezquita-Ermita de San Juan, la populosa calle Almedina que discurre por debajo de La Alcazaba, siempre vigilante del devenir de la ciudad, la plaza Campoamor, donde más adelante reposaremos, la calle del Poeta José Ángel Valente, el maravilloso Convento de las Puras, el Diocesano, la plaza de la Catedral, bajaríamos hasta la Plaza Eduardo Pérez y, por la calle Trajano, desembocaríamos a la ya desaparecida Puerta del Sol, que era la salida a Levante de la ciudad medieval. En su lugar encontramos un singular Ficus elástica cuyas raíces aéreas nos evocan lugares exóticos.




A la plaza le da nombre el también poeta Ramón de Campoamor (Navia, 1817) que fue uno de los poetas más leídos y populares de su época. Es un poeta reflexivo y observador escéptico y bondadoso al mismo tiempo. Por esta se pasea, se lee, se descansa en sus acogedoras sombras y, sentada en uno de sus peculiares bancos de mármol blanco, leo sus versos deteniéndome en el poema ‘Compañía Eterna’: “Siempre por causa de ti/ la amada soledad pierdo; /pues me sigue aquí y allá/ tu nombre, fuera de mi, tu recuerdo".




Cierro los ojos y el aire de Levante me trae la sonrisa sonora de Valente, miro hacia su casa y viene a mi memoria la panorámica tridimensional que hay desde su azotea orientada hacia la plaza y que plasmó en este bello texto ‘Perspectiva de la Ciudad Celeste’: “El sol caía del otro lado de la Alcazaba. Descendían las nubes como interminables pájaros de fuego más allá de las cuevas de Las Palomas. Todo es puro espacio de la mirada que, en realidad, no existe, sino que resulta una invención de los visibles…”. Dejo mis escritos de Valente sobre el frío mármol blanco e imágenes de recitales poéticos me hacen sonreír, ya que en esta ciudad llena de contradicciones. Late con fuerza la cultura; incluso me atrevo a versionar los versos del poeta gallego diciendo: “Valente late en nosotros y nosotras”.




La primavera se anuncia en la plaza de manera rotunda y sus naranjos endulzan el aire con el azahar. Algunos de los ficus recortados, están vestidos de alegres buganvillas de floración roja. Unas estructuras las ayudan a trepar hasta la copa de los árboles, creando un conjunto único en la ciudad. Las dos especies, en un abrazo de enamorados, cobijan con agradecidas sombras a los que allí nos sentamos y a un sinfín de especies de pájaros, reptiles y mariposas. La Naturaleza enamorada de la vida nos regala una sinfonía para los sentidos. Es un pequeño oasis donde refugiarse tanto si vas perdida en el devenir del día como si has visitado nuestro monumento más emblemático: La Alcazaba.
Y presidiendo la plaza, encontramos un bajorelieve del artista indaliano Jesús de Perceval, en la imagen podemos ver a San Valentín enmarcado sobre unos versos de amor del poeta asturiano Campoamor. “Es propio del amor, si es verdadero, compendiar en un ser el mundo entero”.




Y como Almería no está exenta de modas, y somos muy viajeros, hemos exportado la moda europea de dejar un candado cerrado símbolo del amor, por lo que el bajo relieve se encuentra rodeado por una reja donde las parejas enamoradas pueden dejar este símbolo de su amor inquebrantable. Moda muy controvertida en muchas ciudades por el sobrepeso acumulado y por la concepción del amor romántico.




Casas destacadas
En ese pequeño espacio hay varias casas que destacan como: la “Casa de los Marqueses de Cabra” casa palaciega; el “Edificio Granero” que de depósito de cereal pasó a ser edificio de viviendas y que actualmente está sin uso; y la “Casa del Poeta” donde habitó Valente y desde donde invitaba a conocer la luz de Almería, testigo de su apasionante y apasionada vida.




Sentada en el banco anular reflexiono sobre la dimensión simbólica del paisaje urbano, deleitándome en lo que vio nuestro amado poeta en Almería durante sus últimos quince años de vida y que no vio en otra ciudad. Medito sobre sus palabras: “No sé si he elegido mi casa o ella me ha elegido a mí” y, en mi mente, cambio la palabra casa por la de ciudad.


Cierro los ojos y me dejo acariciar por la luz que lo inunda todo y en su compañía eterna, donde se abrazan simbólicamente el jazmín de Ibn Luyun y el de Valente, en un abrazo enamorado que tiende puentes entre culturas atemporales.


Un lugar de refugio y de encuentro con uno mismo
En las ciudades, a pesar de estar llenas de algarabía,  a veces nos sentimos en la más absoluta soledad. Aún así, tenemos lugares en pleno corazón de la ciudad donde refugiarnos y, aunque no entablemos conversación alguna este sentimiento apesadumbrado de soledad se diluye.


La pequeña plaza de Campoamor es uno de esos lugares que sirven de encuentro contigo misma, con esa parte de morada que reconoces porque es un palimpsesto de la historia de la ciudad y del devenir actual de sus habitantes.


La panorámica de 360º es un reflejo de lo que ha sido y fue su paisaje y paisanaje anónimos, protagonistas en la bulliciosa ciudad. Es una almendra vegetal, histórica y atemporal que palpita con fuerza, con ritmo poético lunar o solar. Levedad, sombras, luz inclinada y vertical, canto, palabra, silencio… hacen de ella un espectáculo urbanita disuelto en la Historia, como si nunca hubiera existido.



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