Hijos, normalmente adolescentes, que dejan de ir a clase, que muestran rebeldía, que tienen problemas en las relaciones con sus iguales, que agreden física y verbalmente a sus padres, que se inician en el consumo de tóxicos, que son, en algunos casos víctimas de acoso escolar y que, muchas veces, están enganchados a las nuevas tecnologías.
Son muchas las familias que conviven con un menor con alguno o varios de estos problemas. Lidiar con ellos no siempre es fácil y a veces, se llega a una ruptura que requiere de ayuda profesional para encauzar la situación. El programa preventivo para la atención, orientación e intervención a familias con menores en situación de conflicto o dificultad social da respuesta a estas familias. Alrededor de 500 han pasado ya por el programa que, desde 2008, coordina la Junta de Andalucía con la Asociación Medialmer.
El programa (en el que hoy se atiende a 45 familias) tiene una doble finalidad: prevenir situaciones de riesgo y ofrecer tratamiento una vez se ha originado el conflicto.
Cuanto antes
Las responsables del servicio de apoyo a familias de la delegación de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, recomiendan acudir al programa “cuanto antes”. Y es que, muchas familias cuando ya tienen el problema reconocen que el menor empezó a “descontrolarse” uno o dos años antes. “No conviene esperar tanto”, explica María del Mar Burgos, mediadora y coordinadora del programa de la asociación Medialmer.
A través de un equipo multidisciplinar se trata de dotar a las familias de herramientas que les ayuden a evitar los conflictos. “No se trata tanto de ‘psicologizar’ al niño como de hacer terapia familiar”, dice Burgos, que apunta a un trabajo muy fuerte con los padres. “Siempre les digo que los niños van a cambiar cuando cambien ellos”, asegura.
El trabajo, que requiere necesariamente de la implicación de los padres o tutores, se desarrolla a través de entrevistas (primero con los paders), de escuchar a los menores, y de ofrecer un plan de trabajo específico para cada familia y que puede durar hasta 9 meses.
Después, menos del 5% de las familias requieren una vuelta al programa, dice la responsable del programa de Apoyo a la Familia de la delegación, Carmen Justicia.
Y si bien, la intervención se hace a través de Medialmer, si se detectan otros problemas, se derivan a Fiscalía, Salud Mental u otras instituciones con las que se trabaja en red. Aún así, la mayoría de los menores “quieren su espacio, que se les escuche y a los padres nos cuesta ser firmes en las normas”, señalan.
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