Entre Ciudad Jardín y la Carretera de Sierra Alhamilla, en una zona de gran tránsito en el barrio del Tagarete, aparece la calle Crucero Canarias, que pregona su nombre con dos grandes carteles. Si se le pregunta a los vecinos por el nombre la mayoría no sabe de donde viene, desconocen la historia de aquel buque de triste recuerdo para la ciudad que en la mañana del ocho de noviembre de 1936 voló los depósitos de combustible del puerto. Apareció situado a unos cuatrocientos metros de distancia del espigón de Poniente, sin despertar sospechas ya que no llevaba enarbolada bandera alguna.
Poco después de las diez de la mañana empezó el ataque que consistió en ocho cañonazos sobre la ciudad: el primero se estrelló contras las canteras del puerto; el segundo impactó en la casa de botes; otros dos cayeron en la calle del Muelle y los cuatro restantes destruyeron los depósitos de la Campsa, produciendo tras la explosión una nube de humo infernal que hizo anochecer la ciudad y una gran ola de fuego que cubrió el mar.
El aceite pesado que contenían los bidones se esparció sobre la superficie del agua, ardiendo durante horas. El incendio amenazó con propagarse a las barcazas encargadas de cargar los barriles en los barcos, que estaban llenos de uva, lo que provocó una inmediata movilización de obreros para poner a salvo la mercancía. Uno de ellos, llamado Juan Gil Muñoz, tuvo la desgracia de caer al agua para morir envuelto en llamas.
Al terminar la guerra civil, las autoridades franquistas locales homenajearon aquel ataque contra la ciudad indefensa, recibiendo como un héroe al almirante Francisco Bastarreche, que mandaba el crucero Canarias el día del bombardeo. En señal de agradecimiento decidieron también dedicarle una de las calles principales del nuevo barrio del Tagarete, que fue bautizada con el nombre de Crucero Canarias.
La calle ha permanecido sin llamar la atención, recogida en ese anonimato de las callejas de arrabal, sin que sus habitantes sepan su historia, recordando a un barco que sembró el pánico entre una población inocente. Sin embargo, nadie, a lo largo de ochenta años, se ha acordado de una de las víctimas que provocó el ataque, el obrero portuario Juan Gil Muñoz, que fue devorado por las llamas en medio del mar. Tenía 67 años, era del barrio de La Chanca y vivía de la faena de los barriles de uva.
La calle Crucero Canarias forma parte de la lista de símbolos relacionados con la dictadura franquista que todavía siguen vigentes en la ciudad, a pesar de que la Ley de la Memoria Histórica recomendara su retirada hace ya algunos años.
Los nombres
En el mismo barrio del Tagarete se mantiene el nombre de la calle Julián Fernández Bueso, en honor del secretario provincial de Falange asesinado en agosto de 1936 en la playa de la Garrofa. Con su nombre también se bautizó a un grupo de viviendas sociales que se levantó en ese mismo sector. Allí se cruzan las calles de Cruzada, Belchite y Alto del León, que recuerdan episodios considerados heroicos por parte del bando vencedor durante la contienda.
En el centro de la ciudad no se han eliminado aún todos los vestigios franquistas. Se quitaron de las vidrieras principales los escudos que destacaban en el edificio del instituto Celia Viñas, desapareció la cruz que presidía el monumento a los Caídos que se instaló en el patio del convento de las Claras, pero siguen en pie algunos emblemas en lugares importantes, como los escudos falangistas y el nombre de José Antonio Primo de Rivera que se extiende a lo largo de la fachada principal de la Catedral.
En el Paseo, en el edificio de Hacienda, uno de los más visitados por los ciudadanos, coronando las banderas de España y Andalucía, en la zona más visible de la puerta principal, sobresale el escudo labrado en piedra con el águila imperial, el yugo y las flechas y el lema ‘una, grande y libre’. Es el mismo escudo que corona la entrada a la Escuela de Artes y Oficios, uno de los últimos vestigios que han sobrevivido sin llamar la atención de los cientos de estudiantes que a diario cruzan el umbral de aquella puerta, y que seguramente tampoco saben de qué se trata.
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