Viajero incansable, ha recorrido numerosos países “para vivir cosas, pues es la manera de que tengas algo que contar”. Su próxima destino, mochila al hombro, Marruecos. Este año recorrió veinte estados europeos. “Me gusta viajar solo porque es la mejor manera de entender un lugar”, dice. “Lo importante no es el número de sitios que visites, sino lo que vives en ellos”.
Eres fotógrafo, director de cortos, amante del jazz, ¿podrías entender la vida sin el arte?
No, lo es todo para mí. Sin música no concibo mi vida. Estudié guitarra clásica, acordeón, he aprendido música del este de Europa... Este año he conocido el tango finlandés, que es algo muy curioso. Lo importaron en los años veinte y como los finlandeses no son como los argentinos resulta un tango más estático. Pero volviendo al arte, puede ser terapéutico y adictivo. Duchamp decía que el arte es una droga. Yo soy adicto y culpable (risas).
Has crecido con el Festival Internacional de Cortos de Almería. ¿Sientes que ha sido un trampolín para quienes empezábais a coquetear con el cine?
En mi caso no tanto como realizador, sino como espectador, que también se aprende. Por cierto, es una pena que se haya perdido la figura de Eastwood con el cambio de imagen. Lo bueno de este ciclo es que puedes tratar con cercanía a los galardonados. Conocí a Terry Gilliams o a Fernando Trueba, que son geniales.
Aquí han venido grandes figuras, pero no siempre han gozado de audiencia...
Es cierto. Vino a la universidad Pablo Berger, director de ‘Blancanieves’, premiada ya entonces con el Goya, y estábamos dos personas en el auditorio. Fue extraño y violento. Un profesor tuvo que ir a una clase de Matemáticas a por gente . Yo me preguntaba dónde estaban los estudiantes de Humanidades...
¿Cómo llegaste al cine?
De pequeño. Me emociono con casi todo, incluso con ‘Mi madre se ha comido a tu perro’, una peli gore de Peter Jackson, director de “El señor de los anillos”. Es tan mala que se considera buena (risas). Dicen que es la mejor película gore que existe. Jackson dijo que cuando alguien le superase volvería a hacer este tipo de cine.
Hiciste un proyecto muy interesante, grabando en lugares abandonados.
Fue un trabajo para la Universidad de Lodz, en Polonia. Era un imperio de la industria textil; hoy hay muchos edificios y fábricas abandonados. Encontramos cosas muy curiosas, como viviendas donde se habían llevado todos los muebles, pero habían dejado albumes de fotos familiares, cartas... Podías ver el árbol genealógico de una familia desde los años veinte en adelante. Nos hizo volar la imaginación.
¿El cine que viene de Hollywood se está enfocando a los adolescentes?
No creo, veo gente muy mayor (risas) El cine es una forma de entretenimiento. Herzog decía que los documentales sobre política no iban a cambiar el mundo, así que la ficción tampoco... Hay pelis de Hollywood que me gustan. Paul Thomas Anderson se apuntó a una escuela de cine y el profesor dijo que iba a hablar de cine serio y no de ‘Terminator,’ y a él eso no le cuadró porque le gustaba mucho esa película (risas).
Formas parte de la generación llamada ‘Millenial’. Sois hijos de la incertidumbre, ¿también de la desesperanza?
No, para nada, la esperanza es lo último que se pierde (risas). No veo diferencias entre nacer en los setenta y los noventa. Tenemos la globalización. Hoy puedes moverte por poco dinero. Fui de Varsovia a Estocolmo por cinco euros y hago ‘couchsurfing’: te alojas en una casa gratis y a cambio puedes ayudar al dueño o cocinarle algo de tu país. En Bolonia estuve en casa de un arquitecto que restauraba el casco antiguo y fue un guía increíble.
¿Sientes que se os está exigiendo demasiado?
Sí, en el sentido de tener que escoger desde muy joven el camino. No me gustaría tener cuarenta años y trabajar en algo que no me gustase. Hoy con catorce años ya tienes que decidir entre letras o ciencias, y eso es muy pronto.
¿Te haces muchas preguntas?
Sí, siempre. De pequeño quería ser astrofísico y le preguntaba a mi abuelo por las teorías del universo. Él decía: eso es mejor no pensarlo porque te vuelves loco. Yo creo que en mi familia estaban cagados con mis preguntas (risas).
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