Es buena en lo suyo y una gran conversadora, con un espíritu crítico que va más allá de sus imágenes y sus palabras. Con sus ojos se adentra en los recovecos del mundo, sobre todo del que nadie quiere ver.
¿Te esperabas el premio?
Cuando te presentas a algo es porque consideras que tienes una posibilidad y en este caso era mi tema. Hace muchísimo tiempo que no me presento a nada. Tengo varios premios nacionales e internacionales y no te puedes presentar a todo, está feo. La desigualdad se produce sobre el colectivo gitano y tenía en la cabeza también a los mayores. El premio gira en torno a los derechos humanos y en la foto se juntaban las dos cosas y es una foto que se sale de su marco, porque ella mira hacia la luz como si tuviera esperanza de que algo pueda cambiar. La foto la hice el año pasado, iba con mis alumnas a La Chanca y conozco a su familia de toda la vida y me dejó entrar en su casa. Su habitación es como un museo.Contaba mucho y la presenté.
Te llevas la primera edición del premio Pérez Siquier, otro almeriense.
Sí. El me vio crecer como fotógrafa. La colección Alcobendas tiene sus fotos y también las mías.
¿El fotógrafo nace o se hace? Te lo pregunto además porque enseñas fotografía.
Un poco de todo. Tener un piano no te convierte en pianista. Lo mismo con la fotografía. Naces con la curiosidad y la inquietud y luego puedes educar el ojo, como en cualquier disciplina artística. Siempre me ha gustado mirar y cuando te cae el instrumento en tus manos, entonces sabes que eso es lo tuyo. Es verdad que hay personas que tienen un ojo enfrente del otro, aunque les encante la fotografía, pero se pueden aprender las técnicas.
¿Se puede vivir de la fotografía hoy en día?
A mí hambre me cuesta. Vivir, vivir, no. A veces malvivo. En el tema del fotoperiodismo, ya no puedo vivir. Muchos periódicos en papel han desaparecido, la apuesta por lo digital... Hay otros campos, pero es verdad que necesitas otro trabajo. Pérez Siquier trabajaba en un banco, por ejemplo; Cristina García Rodero, tenía su trabajo... Es difícil.
¿Almería es más fotogénica que los almerienses o viceversa?
Pues Almería tiene fama de fotogénica: su luz, su paisaje... Los almerienses me han dado un trabajo que se llama Gente Grande, que se ha expuesto en numerosos sitios y he fotografiado lo peor casi. Comencé fotografiando las fiestas, la prensa ha sido una buena escuela: semana santa, cruces de mayo, Feria, Navidad, carnavales... Es un ritual de lo que es la vida cada año y se repite y se repite. Continúo haciéndolo, porque más allá del folclore, me gusta fotografiar a la gente en ese marco, la actitud de la gente ante la fiesta. Ahora además tenemos Halloween (risas).
¿Te has sentido profeta en tu tierra?
No mucho, la verdad. Me ha costado siempre mucho salir adelante. No he encontrado nunca un hueco estable, he tenido que inventar la forma de trabajar.
Cuando se fotografía algo también se cuenta algo de una misma.
Se fotografía desde dentro y fotografías lo que a ti te altera el pulso, por lo menos es lo que me pasa a mí. Todo cuenta de ti, tu forma de hacer las fotos, los temas que eliges...
[La entrevista completa en la edición de papel con fotografías de Marina del Mar]
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