No le falta empuje y mucho menos ilusión. Con 43 años ha dado a su vida un giro de 360º. Ha dejado la capital, casi olvidado su trabajo en una notaría y ha vuelto la mirada al mundo rural. A sus raíces en Lubrín, un pueblo del que su abuelo fue médico durante cuatro décadas. Le hablaron de la granja escuela “abandonada” desde hace 20 años y en su cabeza empezó a germinar un proyecto en el que ha embarcado a toda la familia. Hoy dice con emoción que Lubrín cuenta con una granja escuela que acercará la vida en el campo a los escolares y un hotel rural con 20 habitaciones, además de un restaurante con productos ecológicos. La fiesta de inauguración fue este sábado.
¿Qué es la granja escuela El Pocico de Lubrín?
Es la posibilidad de acercar la vida en el campo a escolares de toda Almería. El espacio, cedido por el Ayuntamiento a través de una concesión, puede desde ya mismo recibir a alumnos de colegios entre semana y también puede funcionar como hotel rural de 20 habitaciones durante los fines de semana. Además, se ofrece servicio de restaurante. Es un proyecto que apuesta por el desarrollo ecoturístico.
¿Cómo ha llegado una administrativa urbanita a gestionar un proyecto rural de este tipo?
Se puede decir que es una vuelta a las raíces. Me apetecía un proyecto de este tipo y el hecho de que la granja escuela estuviera disponible fue una suerte. Hemos puesto, toda la familia, el corazón en el proyecto. Fíjese que durante un año he dado un curso de cocina con el chef David Sorroches.
Entiendo que lleva usted el restaurante.
Sí. Y me encanta. En la carta y también en las tapas, los productos del huerto ecológico que tenemos son los protagonistas. Y con ellos, también los capones, por ejemplo. Todo es natural y muy fresco.
Y ¿qué me dice de la granja como tal?
Además del huerto ecológico, tenemos una granja de caracoles y más de un centenar de animales entre cerdos, conejos, gallinas, perros,.. tenemos hasta un poni. Y ya hemos preparado los programas educativos que incluyen un plus, en función de la edad de los escolares.
¿Cómo serán las visitas?
La idea es que los escolares visiten el huerto, planten semillas y, ya en los corrales, den de comer a los animales. La oferta educativa se complementará con talleres de velas artesanales o el cocinado de panes.
Y los fines de semana, se aprovecha el espacio como hotel rural.
La finca tiene un hotel de 20 habitaciones que hemos recuperado y que queremos que sea motor de desarrollo ecoturístico. Desde aquí se pueden organizar rutas de senderismo, rutas en bici, visitas a la almazara, a la fábrica de miel...
La veo cien por cien adaptada al medio rural.
(Se ríe) Llevo cuatro meses viviendo en Lubrín y he dejado el estrés de la ciudad, que no quiere decir que haya dejado el trabajo porque esto tiene mucho. Aún así es diferente. Lo recomiendo a todo el mundo.
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