El alcalde me ha asegurado que las obras del Ayuntamiento empezarán este mismo mes

Leva nueve años al frente del Bahía de Palma uno de los negocios históricos de la ciudad y es el gran perjudicado del retraso de las obras de la fachada sur de la Casa Consist

Ramón Belmonte, propietario del Bahía de Palma.
Ramón Belmonte, propietario del Bahía de Palma.
Eduardo del Pino
15:00 • 06 feb. 2017

Vive sitiado por unas obras que no llegan a comenzar. El suyo es un aislamiento forzoso que está condenando a uno de los negocios históricos de la ciudad a una larga travesía del desierto donde no se ve el final. 




- Si llegas a saber que la obra iba a ser eterna ¿hubieras pagado los 100.000 euros de traspaso para quedarte con el bar?
- Quién iba a pensar en el 2008 que casi diez años después íbamos a estar con el Ayuntamiento medio derribado y prácticamente incomunicados. Cuando me quedé con el Bahía de Palma pensábamos que en un par de años tendríamos una Plaza Vieja renovada, por eso me metí en un préstamo que todavía estamos pagando mi mujer y yo.




- El tuyo es un negocio familiar llevado a su máximo exponente. Trabajas tú, trabaja tu mujer en la cocina y tienes a tu hija que te echa una mano. ¿Tener camareros es una quimera?
- Yo podría tener un equipo de camareros y crear puestos de trabajo, pero en las actuales condiciones es imposible. Tenía a dos muchachos y he tenido que despedir a uno. Nos tenemos que apañar con la familia, mi mujer y mi hija haciendo las tapas y sacrificándose al máximo.




- Para abrir  las puertas del negocio todos los meses necesitas más de dos mil euros.
- Bastante más. Tengo que hacer frente a una hipoteca que se acerca a los mil euros mensuales. Otros seiscientos que tengo que pagar de las cuotas de autónomo mía y de mi mujer, el sueldo del empleado y aparte el recibo de la luz  que no baja de quinientos euros y el del agua.

- Y cómo te costeas. Cómo consigues sacar el conejo de la chistera cada primero de mes?
- Gracias a Dios voy saliendo adelante con mucho sacrificio y con la ayuda de una clientela que se mantiene fiel y a la colaboración de la dueña del local, Paola Láynez, que me ha bajado la renta sabiendo mi problema.




- Te quedan muchos parroquianos de los de toda la vida?
- Esos son los que hacen posible que este negocio pueda seguir abierto. Los jueves al mediodía tengo la tertulia de don Ginés Pastor, los sábados una reunión familiar  que nunca falla y cada vez que los amigos de la cofradía de Estudiantes tienen algún acto terminan la noche en el Bahía de Palma.




- Dónde encuentras la motivación para seguir luchando detrás de la barra?
- Llevo la profesión en mis genes y me gusta el oficio. Además, sé que el Bahía de Palma puede ser un buen negocio porque lo viví trabajando con Diego, el anterior propietario, cuando a las siete de la mañana ya teníamos gente desayunando.




- Ahora ni te molestas en abrir a esa hora porque no pasa un alma por tu puerta.
- Con la calle de acceso cortada la gente que trabaja en el Ayuntamiento entra y sale por la esquina opuesta, por lo que nosotros nos quedamos aislados.




- ¿Desde cuando está cerrada la calle ?
- La cortaron en septiembre de 2015. Desde entonces las ventas han mermado más de la mitad. El miércoles pasado por la noche tuve que cerrar con sesenta euros en la caja.


- ¿Y qué explicación te dan las autoridades cuando vas a quejarte?
- En agosto tuve una reunión con el concejal don Carlos Sánchez y se comprometió a mejorar el entorno para que no tenga este aspecto de abandono.


- ¿Has llegado a hablar con Ramón Fernández Pacheco?
- Claro que he hablado con el alcalde. Estuve con él hace un par de semanas y me ha asegurado que las obras empezaran este mismo mes de febrero. Yo me levanto todos los días y lo primero que hago, antes de ir al Mercado Central, es asomarme a la esquina a ver si veo movimiento, pero todo sigue parado.


- ¿Le has pedido al Ayuntamiento algún tipo de colaboración en forma de compensación por los daños que te están causando?
- Necesito un guiño por su parte: una rebaja de los impuestos o una subvención, aunque renunciaría a todo si mañana viera a los obreros metiéndole mano a la obra.


- ¿Eres el único negocio que resiste en esta manzana?
- Sí. En los últimos meses lo han intentado otros dos bares en la esquina frente a la calle Cervantes, pero han tenido que cerrar.


- ¿Verás el Ayuntamiento terminado?
- El acalde me ha dado esperanzas y creó en él.
 



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