El centro penitenciario de El Acebuche desarrolla un programa de prevención contra las drogas clave en sus proyectos de reeducación. El objetivo es ayudar a los internos adictos a su desintoxicación y, al mismo tiempo, cortar de raíz cualquier situación de tráfico de estupefacientes en la prisión, foco de conflictos e inseguridad.
La filosofía ofrece resultados llamativos. Una sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería acaba de condenar a cuatro años de prisión a un recluso acusado de intentar introducir hachís y fármacos en su regreso de un permiso penitenciario.
El tribunal presidido por el magistrado Rafael García Laraña condena a F. de 25 años de edad por un delito contra la salud pública cometido a mediados de septiembre de 2015. El joven cumplía condena en El Acebuche y su comportamiento había permitido la concesión de un permiso ordinario. Se trata de un procedimiento común, aunque supeditado a la autorización de la autoridad penitenciaria.
El conflicto surgió en el regreso al penal. Los funcionarios realizan un cuidadoso control de personas y paquetes para evitar la introducción de estupefacientes y objetos potencialmente peligrosos. Durante la exploración de F. de 25 años de edad, los trabajadores descubrieron pequeños envoltorios con drogas.
El interno había ocultado en su cuerpo bolsas con hachís y fármacos destinadas presuntamente a la distribución entre los reclusos de El Acebuche. Los funcionarios pusieron los hechos a disposición de la Policía Nacional y el Juzgado de Instrucción número Cinco de Almería, cuyo titular es el magistrado Rafael Soriano, abrió diligencias por un delito contra la salud pública.
La sentencia detalla la captura de 40 gramos de resina de hachís, 17,5 gramos de cannabis, 45 comprimidos de metadona (una sustancia con alta demanda entre toxicómanos en proceso de deshabituación) y 28 comprimidos de alprazolam (un estimulante usado contra los procesos depresivos y la ansiedad).
El acusado F. aceptó los cargos imputados, acorralado por el peso de las pruebas, y la sentencia se alcanzó por conformidad de las partes. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería le impone también una multa de 800 euros, que coincide prácticamente con el valor estimado de la droga en el mercado clandestino.
Los jueces consideran probado que las sustancias estaban dirigidas a la comercialización en el interior de El Acebuche. Se trata de una situación de enorme peligro, temida por los funcionarios de la prisión por su impacto en la seguridad del centro y en las medidas de tratamiento para los internos.
La venta y el consumo de drogas bloquea los programas de reeducación de los reclusos y causa incidentes que pueden suponer un serio riesgo para la integridad de internos y personal de la prisión. Para minimizar la circulación de drogas en la cárcel y reducir los peligros, El Acebuche ha desarrollado con éxito en los últimos años medidas nuevas de seguridad. Por primera vez, la Unidad Canina de la Policía Nacional ha inspeccionado celdas y zonas comunes de los módulos de forma aleatoria para localizar estupefacientes (las cantidades localizadas son generalmente muy pequeñas).
Además, se han mejorado los sistemas técnicos de registro de personas y paquetería. No sólo afectan a los internos que regresan de permisos penitenciarios sino también a los visitantes. De hecho, existe una especial atención a la entrada de familiares y allegados.
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