Cuando Almería se vino a llenar de valencianos y murcianos

Empresarios de todos los sectores llenaron ayer como nunca el Palacio de Congresos de Aguadulce

La sala principal del Palacio de Congresos y Exposiciones de Aguadulce se llenó ayer como nunca con casi mil asistentes.
La sala principal del Palacio de Congresos y Exposiciones de Aguadulce se llenó ayer como nunca con casi mil asistentes.
Manuel León
01:00 • 11 may. 2017

Lo dijo Ignacio Osborne, sexta generación de la familia de bodegueros jerezanos: “Lo que no son cuentas, son cuentos”. Y las cuentas son que Almería no tendrá AVE hasta 2023, y que hasta 2019 no se empezará a librar el primer dinero para nuevas obras, hasta sumar 1.800 euros que son los que faltan para el tramo Murcia-Almería.




Y para que no se escapen esos caudales, junto a los del resto del trazado, es por lo que empresarios valencianos, catalanes y murcianos han decidido salir en romería y llevar el mensaje evangélico del Corredor Mediterráneo -que no es un tipo galopando sudoroso por la playa del  Zapillo- por distintas provincias. 




Centro de operaciones
Ayer le tocó a Almería ser el centro de operaciones. Y el Palacio de Congresos de Aguadulce se llenó como nunca con cerca de mil empresarios y representantes de la sociedad civil almeriense. 




No cabía ni un alfiler en sala para escuchar los argumentos imbatibles de la necesidad del Corredor, del retorno garantizado de la inversión para una cornisa que genera el 45% del PIB nacional. “Este acto, creedme, no cae en saco roto”, dijo Vicente Boluda. Y así fue, porque a las pocas horas de clausurarse el acto con un cóctel, ya había una reacción del Gobierno garantizando la inversión en el Corredor, y otra del diputado Matarí asegurando que “los almerienses contará con diez trenes veloces a Madrid y seis a Barcelona”.




Almería recibió con un sol de bandera a la expedición de más de 300 empresarios catalanes, valencianos y murcianos, que llegaron en avión, al no poder hacerlo en tren. “Bienvenidos a la isla de Almería”, les recordó el macaelense Diego Martínez Cano, como cuando Don Quijote susurró en los oídos de Sancho: “da por seguro que hemos llegado a la ínsula Barataria”.




Paradigma también de ese aislamiento tan almeriense es por lo que Osborne tuvo que regresar ayer a Jerez desde Almería vía Madrid, desmintiendo aquello de que la línea recta es el camino más corto.  Diego Lorente, mantenedor del acto, arengaba a los asistentes a que twittearan para ser trending topic y Vicente Boluda, naviero bragado, con mirada vidriosa, con el acento del Tonet en ‘Cañas y Barro’, hacía valer con argumentos numéricos y homéricos la fuerza económica del Mediterráneo. El conde de Godó asentía con la cabeza desde su escaño en la primera fila, Juan Roig cruzaba las piernas, y Paco Cosentino depositaba algunas palabras en la oreja de Diego Martínez.




Los road show #Quiero Corredor llenaron en Tarragona, en Murcia y ayer, hasta la bandera, en Almería. “Tanta gente no puede estar equivocada”, insistió el presidente de los empresarios valencianos, advirtiendo así a Iñigo de la Serna, con despacho a más de 500 kilómetros, que no descuide el cronograma AVE.




Y se vino arriba, con el auditorio entregado, Boluda: “Cada año por estas fechas no reuniremos en Almería hasta que se complete el Corredor. Y sonaron de nuevo las palmas y saltó al escenario el presidente de la Cámara almeriense recordando la lista de agravios centenarios como el brandy: “cuando se puso la última traviesa de ferrocarril en Almería,  los  hombres aún gastaban levita”. Porque los meandros de la historia a veces son repetitivos: en 1892 hubo un acto similar al de ayer en el Circulo Mercantil para reivindicar el ferrocarril, presidido por el empresario. Ivo Bosch. Las cifras fluían en la voz del tribuno Diego como la mejor defensa de la necesidad ferroviaria: 1.000 camiones diarios que podrían ser transformados en vagones de verduras rumbo al corazón de Europa. 


Pocas veces un sueño ha sido expuesto por tanta pasión como ayer lo hizo el antiguo defensa central del Macael; pocas veces hubo en Almería tanto poder de convocatorio como ayer por el glamour de ver llegar a esta tierra de tempranos al presidente de Mercadona, al de  zumos García Carrión, a un conde catalán, al mayor bodeguero jerezano, al dueño de los embutidos El Pozo, al  almeriense que vende la mitad de las encimeras del mundo o al presidente de la mayor cooperativa de crédito.


Helicópteros
Hubo videos con helicópteros sobrevolando el trazado inconcluso y con encuestas a almerienses. Dijo una señora juiciosa a pie de playa: “No podemos estar siete horas enteras sentados en un tren”. Y un taxista revolucionario: “Tenemos que hacer algo fuerte ya para tener un tren en condiciones”. Y a muchos sorprendió que mientras Cataluña y Valencia estén bregando por un tercer carril, aquí en Almería aún no haya ni uno.


De Almería hasta Estambul en tren, sin cambiar de vía, es la fantasía de futuro, que ayer se quedó en el disco duro de los asistentes, aunque de momento solo esté concebido este tren hasta Hungría. Estuvo (casi) toda Almería ayer en el Palacio de Congresos.  Y mientras en la planta de arriba, la Infocaos mostraba lo último en tecnología, en riegos, en lucha biológica, abajo, de lo que se trataba era de conseguir meter en vereda al Gobierno para poder sacar hortalizas por tren y para que unos empresarios que quieran venir a Almería a hacer negocios no tengan que pagar más de 500 euros de avión. O para que nadie tenga que venir por barco a la fuerza, como Isabel II en 1861; para que Diego Martínez  no tenga que volver a exclamara nunca más: “Bienvenidos a la Isla de Almería”.  



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