¿Qué te inquietade lo que estamos viviendo?
Me he convertido en un inadaptado, porque el mundo va muy deprisa para los viejos. Cuando empezó la revolución digital no aprendí, entre otras cosas porque a mí me gusta tocar, oler, hablar. El siglo XXI me ha cogido con el paso cambiado. No entiendo la degradación general que vivimos. Se han perdido la inteligencia y las formas. Como decía Leonardo Da Vinci, procuro ser un obrero de la inteligencia.
Creo que te gusta Atenas. ¿Por la filosofía, por los dioses o por el 'efecto Txipras'?
No Atenas sino el Acrópolis. Hay tres ciudades que no son ciudades sino estados de ánimo: Córdoba, Roma y Atenas. Medina Azahara es uno de esos lugares especiales, donde Abderramán III hizo plantar almendros para Azahara, de forma que le recordara en primavera el manto blanco de Sierra Nevada. Hay otras ciudades como Venecia o Nueva York, donde no volveré después del 11-S. Solía merendar junto a mi hija en la torre sur del World Trade Center.
¿Qué te parece que los delitos relacionados con la libertad de expresión acaben teniendo una sanción penal?
Mi libertad acaba donde empieza la tuya. Es inatacable la honra ajena. La libertad tiene que basarse en el respeto a la ley a la persona. Y el derecho penal garantiza el cumplimiento de la ley. Pero soy un gran defensor de la libertad de expresión.
¿Cómo ves lo que está pasando con la fiscalía anticorrupción?
Muy preocupado. La fiscalía está ideologizada. Por otro lado, vivimos en una sociedad policial y judicial y yo quiero vivir en una sociedad ciudadana, de hombres y mujeres libres, no sospechosos. Ya ni siquiera se respeta la presunción de inocencia. La Transición, que Zapatero se cargó, fueron unos años de ilusión loca. Pero ahora todo es negativo, no se construye. Algunos están instalados en un odio que no sé quien les ha inoculado. Influyen mucho las redes sociales, muy dañinas.
Parafraseando a Neruda, ¿confiesas que has vivido y que estás viviendo?
Sí, claro. Un instante es un copioso universo de un instante mayor, que es la vida, decía Benedetti. Soy un fanático del carpe diem.
¿Tu paso por la política te dejó secuelas?
Sí, maravillosas. Por esa capacidad de ilusión. En la vida se está para servir o no se sirve para estar. En la Transición yo tuve el privilegio de hacer cosas concretas. Haría falta recuperar los valores de entonces.
Dicen algunos que, llegado a un nivel de consciencia, el sexo pasa a un tercer plano. Muchos japoneses parece que no tienen relaciones. ¿Qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos?
Pues sin sexo ninguno, claro. Creo que hay mucho gilipollas suelto (risas). Hasta la propia Santa Teresa de Jesús decía en sus éxtasis místicos:"¿qué mal puede hacer tan gran bien?".
Me decía Dragó que los toreros y los samuráis mantienen viva la llama de la antigüedad. ¿Qué es lo moderno?
Debería ser la evolución, teóricamente, y el progreso, pero si pones entre comillas ser moderno y ser progre jodemos todo. A la gente joven os toca hacer un mundo mejor, de justicia social, fraternidad... No veo en los jóvenes ninguna señal al respecto. Y vuelvo a las redes sociales: están matando al individuo.
Eres un gran partidario de Suárez. ¿Él y el rey manejaban pirotecnia peligrosa? Me refiero a la peliaguda convivencia en España.
Suárez sí. Fue un magnífico bombero.
¿Y el rey?
Soy republicano. Algún día se desclasificarán los papeles del 23-F...
¿Cómo crees que te ven tus hijos?
Hablamos mucho. Son muy sinceros conmigo. No les habría gustado tener otro padre. Anna María es la mejor madre. Estoy orgulloso de ellos y de mis nietos, incluso de Alejandro, que aún no ha nacido.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/129099/fausto-romero-miura-las-redes-sociales-estan-matando-al-individuo