El sobrino de Alicia Martínez Rueda, un chaval que acababa de cumplir 18 años, se estrelló con su moto contra una palmera en la Plaza Emilio Pérez, en pleno centro de la capital y murió en el acto. La familia, no sin vencer algunas reticencias iniciales, donó finalmente la totalidad de los órganos del joven. “Mi hermana, su madre, tenía esa pena, pero yo le decía: tú piensa que tu hijo está en el cielo porque sus órganos han logrado devolverle la vida a otras personas”. A pesar de que han pasado muchos años de aquello, Alicia aún se emociona al recordar el tremendo drama que supuso la pérdida del muchacho, pero reconoce que le reconforta pensar que, gracias a él, hay otras personas que siguen vivas. “Si el día que yo muera queda algo bueno de mí, que se lo lleven. Al fin y al cabo se lo van a comer los gusanos...¿Para qué lo queremos después de muertos?”, se cuestiona.
Líder mundial
Desde hace 25 años, España encabeza la lista de países con más cantidad de donaciones y trasplantes de órganos, de acuerdo con cifras del Ministerio de Sanidad. El récord se batió en 2014, con 4.360 trasplantes y una tasa de donación de 36 personas por millón de habitantes, cuando la media europea es de 19. En Almería, se registraron el año pasado 24 donantes. Gracias a la autorización de sus familiares y allegados se llevaron a cabo 41 trasplantes de órganos. Entre enero y mayo de este año ha habido ya diez donantes registrados, que han hecho posible 22 trasplantes.
Desde su juventud, José Fenoy, presidente desde hace 15 años de Alcer, la asociación de lucha contra las enfermedades de riñón, ha formado parte de estadísticas como la anterior. Apenas acababa de cumplir los veinte cuando le diagnosticaron diabetes, el origen de todos sus problemas de salud. Aguantó años en lista de espera hasta que llegó el primer trasplante de riñón, en diciembre de 1998. Solo un mes más tarde tuvieron que quitárselo tras sufrir una trombosis. Debió esperar hasta octubre del 2002 para que volvieran a operarle. Hoy, 15 años más tarde, mantiene el mismo órgano que recibió gracias a la solidaridad de un donante.
Sin embargo, poco tiempo después perdió las funciones del páncreas y volvió a estar en otra lista de espera. Le trasplantaron en 2004, pero hace tres tuvieron que operarle de nuevo y colocarle un páncreas nuevo, en una intervención en la que estuvo al borde de la muerte. “Pero estoy vivo y doy gracias a ello y a las personas que lo han hecho posible”, decía ayer, con motivo del Día Internacional del Donante.
Autorización familiar
Los expertos destacan que la autorización de la familia de los fallecidos es fundamental para realizar la donación y para tomar la decisión influye -y mucho- la labor de los médicos de cuidados intensivos. Su actuación es una de las claves de la fortaleza del sistema español, un modelo de gestión que nació con la Organización Nacional de Trasplante (ONT) en 1989 y que ha sido replicado en países como Portugal, Croacia, Bélgica, Italia y Francia y en otros como Argentina o Uruguay.
Como la mayoría de trasplantados, José recibió órganos de donantes fallecidos. A pesar de que nunca ha querido indagar sobre la identidad de sus donantes, sí sabe que el primer páncreas llegó de El Ejido y el segundo de Málaga, de un chico que había muerto en un accidente de tráfico.
Hace tres décadas, la principal causa de deceso entre los donantes eran los accidentes de tráfico. Ahora son causas naturales asociadas a la edad. Para hacer frente a esta nueva dinámica, desde la Coordinación Autonómica de Trasplantes se puso en marcha hace siete años el programa de donación en asistolia. Los donantes en asistolia, o llamados también 'donantes a corazón parado’, son aquellos diagnosticados de muerte por el cese irreversible del latido cardíaco, a pesar de que se hayan llevado a cabo todos los esfuerzos sanitarios para su reanimación.
El programa de donación a corazón parado, se puso en marcha en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada en 2010 y ya se ha extendido a hospitales de todas y cada una de las ocho provincias andaluzas. En Almería, en lo que va de año se han registrado dos donaciones a través de este sistema (nueve en 2016).
La Coordinación de trasplantes del Complejo Hospitalario Torrecárdenas recordó ayer que la donación de órganos debe ser vista como una “responsabilidad social, como un acto de solidaridad, que ha de comprometer a todos porque, en cualquier momento, todos podemos necesitar también un trasplante”.
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