Alejandro Céspedes: "Surfeé una ola de cinco metros, fue alucinante"

Se marchó a Peniche (Portugal) hace nueve años a cambiar su vida de empresario en Almería por la pasión del surf, dando clases a personas de todo el mundo

Alejandro valora el buen ambiente y la cordialidad que se da en el surf.
Alejandro valora el buen ambiente y la cordialidad que se da en el surf.
Alberto Gutiérrez
20:30 • 10 jun. 2017

Trabajabas en Almería y un buen día decidiste dejarlo todo y marcharte a Portugal a dar clases de surf…
Yo hacía windsurf en Almería, con Víctor Fernández y su padre. Participé en varios campeonatos y un día conocí Peniche, en Portugal. Me gustó el ritmo de vida y el surfing me atrapó, porque es más relajante. Aquí en Almería tenía una empresa de trabajos verticales. Decidí cambiar de aires y ya llevo nueve años, aunque ahora estoy aquí por motivos familiares. Me suelo quedar también en invierno en Peniche. Es más duro y eso hizo que me valoraran desde un principio.




No debió ser fácil marcharte...
Sí, por la educación que tenemos, por el sacrificio. Pero a mí nunca me han comprado nada, ni cuando estudiaba ni cuando no estudiaba. El surfing hay que sentirlo de verdad, no todo el mundo se mete en el agua a las seis de la mañana. Hoy hay mucho postureo, colores flúor y quillas llamativas... (risas), pero surfistas pocos.




Estás disfrutando... 
Sí, porque también estoy dedicado a mi marca de tablas, pues soy ‘shaper’, fabricante. Y me da mucha satisfacción tener clientes de todo el mundo que me buscan cuando van a Peniche para que les dé clases.




¿Crees que la gente hace lo que quiere hacer?
Pues no. Adapta su vida al sistema lo mejor que puede. La juventud no tiene trabajo, hay mucho paro... Cada día hay menos control y más corrupción. La política está degradada y tiene al país roto, contaminado.Mi vida es muy diferente, no me va el estrés ni la violencia.




¿El surf invita a la meditación? ¿Los surfistas estáis en otra onda?
No lo creo. Es un deporte muy activo y muy duro por la remada. Requiere un aprendizaje lento. Pero me gusta el ambiente y la cordialidad que se crea. El otro día estábamos quince personas surfeando en la Isleta, muy a gusto, y llegó un tonto, que siempre es el mismo, y lo rompió todo. Es fundamental también el respeto a la naturaleza. Nosotros organizamos batidas de recogida de basura en las playas, porque se ve de todo...




Portugal es la gran desconocida para los españoles. ¿Qué has descubierto de este país?
Que vivimos de espaldas ambos. A veces comentamos mis amigos portugueses y yo que existe la creencia de que nos odiamos. Hay desconocimiento. Tienen mucha más relación con los franceses, curiosamente. Son un pueblo un poco más antiguo, pero me sorprende su actitud de relacionarse con gente de todo el mundo. Allí, las personas mayores saben hablar, por ejemplo, en inglés; tienen más capacidad, desde luego, que aquí. No  doblan las películas, se ven en versión original y eso ayuda mucho. Los portugueses son hospitalarios y cariñosos y además tienen el océano Atlántico (ríe).




¿Cómo está el país en este momento?
Los impuestos son muy altos y los sueldos bajos. Vivo con turistas, no es la situación real, también es cierto. La gente mayor no sale del arroz y del bacalao con nata y ‘a brás’... Todo lo que salga de los productos básicos tiene un 23 por ciento de impuestos. Lo demás, un 6 por ciento. El chocolate, la gasolina, el tabaco o la ropa de marca son artículos casi de lujo. Por otra parte, la sanidad y la educación funcionan muy mal. Gracias a Dios no me pongo malo (risas).




¿Cuál es tu sueño?
Hawaii. Es la Meca del surfing, junto a Australia. La rompiente de ‘Pipeline’ es mi sueño. Con condiciones tranquilas, claro, porque es la más agresiva.


En Peniche me imagino que te has subido a olas bastante complicadas.
Está ‘Supertubos’, que es el ‘Pipeline’ europeo. Tiene las mejores olas. Surfeé una vez una ola de cinco metros que no bajaba, no terminaba de acabarse hasta que conseguí salir. Fue alucinante.



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