Agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana y el Grupo VII de la Policía Nacional han arrestado a I. G. de 41 años de edad acusado de robar catalizadores de vehículos en la capital.
Estas piezas ubicadas generalmente en los bajos de los automóviles conectan el motor con el tubo de escape y poseen unos ‘monolitos’ de paladio, platino y rodio que, aunque en pequeñas cantidades, se venden a buen precio en el mercado clandestino.
I. G. tiene antecedentes y está acusado de sustraer 15 aparatos, según la investigación. Fue arrestado por los agentes tres veces en una semana, aunque las autoridades judiciales descartaron su ingreso en prisión provisional y el presunto delincuente regresó a las calles de Almería.
El pasado miércoles fue localizado por los agentes cuando intentaba vender un catalizador a S. J., de 49 años de edad, en el interior de un turismo en la Plaza de la Verbena, en el Barrio Alto de Almería.
En el momento de su arresto le fueron intervenidos una sierra eléctrica, un gato para elevación de vehículos y un catalizador. I. G. fue detenido una vez más por hurto y daños. Según la investigación, era capaz de arrancar esta parte de la estructura en apenas dos minutos, sin reparar en los desperfectos.
Mientras, S. J. acabó en los calabozos acusado de un supuesto delito de receptación por comprar un objeto robado a sabiendas de su procedencia.
El robo de catalizadores de coches puede suponer miles de euros en costes de piezas y taller para las víctimas. Los gastos fluctúan según el modelo de vehículo y los destrozos ocasionados por los ladrones durante los ‘trabajos’ de extracción de la estructura del tubo de escape.
Daños
Los delincuentes suelen actuar de noche y tratan de sacar los catalizadores con la mayor celeridad posible. Por eso fuerzan los cilindros y apartan los elementos del vehículo que puedan estorbar en la maniobra.
El daño se extiende en la mecánica del automóvil y eleva las facturas posteriores. Usan la fuerza bruta. Hacen palanca para forzar las conexiones, arrancan parte del tubo de escape o, incluso, lo cortan. Es una maniobra de sólo unos minutos donde la pericia se combina con los golpes. Solo importa cargar la pieza y huir del lugar antes de levantar la sospecha de algún vecino.
Además, los costes pueden dispararse en vehículos profesionales. Son elegidos con frecuencia por los delincuentes por su tamaño y posibilidades de acceso y maniobrabilidad. Si el coste del catalizador de un turismo de gama media puede oscilar entre los 300 y 500 euros, la misma pieza para un camión puede superar los 2.000 euros.
El agujero es enorme si la póliza del seguro no alcanza a cubrir la reposición del catalizador robado y los problemas derivados.
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