Michael Thomas es el rostro y las manos de la Orquesta Ciudad de Almería (OCAL). Un proyecto -que hoy se reencuentra con el gran público- en el que se ha volcado como director y como profesor.
¿Cómo es el ambiente que se crea en la Jornada de Puertas Abiertas?
El año pasado no sabíamos qué esperar, porque era la primera vez. Y el público vino en un número que no esperábamos en absoluto. Se dieron cita casi mil personas allí y todo el mundo venía dispuesto a aprender porque el día no es solo de conciertos, sino también de preparación de los recitales con los ensayos y talleres. Yo veía una mezcla de gente que simplemente quería pasarlo bien y de otra que realmente venía en plan educativo con sus familias para que los niños y los adultos aprendan cosas.
Decía el otro día en rueda de prensa que es algo así como observar por una mirilla lo que hay detrás de un concierto de la OCAL.
Claro, es como cuando una persona va a una galería de arte y no ve el trabajo que hay detrás de un cuadro o una escultura. Es muy interesante ver el proceso, en el arte y en la música. La gente que no viene del mundo de la música puede no saber que requiere muchas horas de preparación. En la OJAL, suelo hacer la mitad del trabajo en inglés para ayudarles porque la mezcla de otro idioma y la música dicen que abre más las neurones del cerebro de los niños.
¿Han podido valorar el efecto real de esta jornada sobre el proyecto?
El año pasado, pasamos a última hora unos papeles para que la gente solicitase información sobre el proyecto y muchísimas personas que no conocíamos nos facilitaron sus datos. Después de la última jornada, aumentaron las visitas a nuestra página web.
Pero es que basta pasar por el Paseo de Almería para que la gente nos pare y nos comente nuestro último concierto y eso es algo que hemos notado en los últimos años: realmente nos muestran interés por su orquesta y saben que es la orquesta de su ciudad.
Uno de los momentos más destacados es el concierto participativo, para el que este año han escogido el ‘Bolero’ de Ravel. ¿Cómo vive ese momento de armonía entre músicos que vienen de experiencias distintas?
No es tanto un concierto, más bien una lectura porque no se hace ensayo previo. Y puede pasar cualquier cosa, no hay garantía. Pasarlo bien sí está garantizado. Es un momento de comunión total entre profesionales y aficionados. De ahí que elijamos obras tan conocidas, porque todo el mundo tiene acceso a una grabación que puede practicar en casa y así la mitad del trabajo está hecho.
¿Con qué podemos comparar el proyecto de la OCAL para poder valorarlo en su justa medida?
En la música y la cultura en general, Almería tiene una oferta importante si tenemos en cuenta el tamaño de la ciudad. Y eso es para celebrarlo. En concreto, en la OCAL y sus orquestas cada año el nivel es mejor. El nivel de la orquesta profesional es increíblemente alto. No es una orquesta a tiempo completo como las cuatro de la comunidad: Sevilla, Málaga, Córdoba y Granada. Estas tienen el lujo de contar con innumerables horas de ensayo para cada concierto porque cuentan con una plantilla fija. Lo que hacemos aquí es un milagro tras el que hay mucho trabajo de los músicos y de los profesores. Nuestro nivel es similar al de estas orquestas. Por eso la gente pregunta por nuestro proyecto y estamos invitados al Festival de Cádiz.
Una de las cosas buenas de contratar a músicos para cada programa es que se premia el esfuerzo. ¿Es una de las claves del éxito?
Desde luego. Y nos da la posibilidad, además, de dar una oportunidad a nuestros brillantes talentos de la OJAL. Por méritos, algunos deberían estar ahí. Estamos creando una cantera, no solo de nuestra primera orquesta.
¿Qué podemos esperar del concierto de Feria?
Música de vaqueros del Far West, como ‘Billy, el niño’ de Copland. Habrá muchas sorpresas como el año pasado.
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