Otra vez nos habíamos quedado sin un equipo representativo que uniera a todos los aficionados de la ciudad. El sino de Almería era la desaparición continua de todos aquellos intentos por formar un gran club. Estábamos abocados a la lucha cainita, a la vieja pelea de guerrillas, a la rivalidad callejera entre barrios, a vivir de las derrotas del vecino.
No nos habían formado para aunar esfuerzos y cada vez que a un grupo de valientes se le ocurría embarcarse en la aventura de un proyecto común siempre terminaba en fracaso. El último había sido el del C.D. Almería, que en 1969 tuvo que retirarse de la competición tras haber estado acariciando el ascenso a Segunda División unos meses antes. Cuando aparecieron los problemas económicos todo el mundo se escondió y como unos años antes había ocurrido al Atlético Almería, no hubo otra salida que la desaparición.
Cada vez que el Almería se retiraba, siempre por problemas económicos, quedaba en el ambiente una sensación de abatimiento general que empujaba a los aficionados de la época a refugiarse en el fútbol más cercano, en los equipos de barrio que eran entonces la reserva espiritual para los hinchas auténticos.
La temporada de 1970 se inició sin un club representativo y con tres equipos de la tierra compitiendo en la Primera Regional Preferente: Plus Ultra, Pavía y Macael. En aquel tiempo la categoría no tenía nada que ver con el nivel que pueda tener ahora. Aquella Primera Regional se podía comparar con una Segunda B actual y había equipos de solera como el Linares, el Algeciras, el Macael, el Marbella y el Real Jaén.
Al no salir a escena ningún equipo con el nombre de Almería, un histórico de nuestro fútbol, el Plus Ultra, quiso convertirse en el abanderado de la ciudad. De la mano de su secretario general, Carlos Ruiz Miras, fue construyendo un gran equipo con los mejores futbolistas que había en la tierra y con la garantía de un entrenador, Santiago Errázquin, que había demostrado su categoría entrenando al Hispania.
Posiblemente aquel Plus Ultra de 1970 fue el más potente de su historia. Muchos jugadores que entonces vistieron la camiseta blanca fueron pilares fundamentales, unos años después, en el milagro de la A.D. Almería que de Regional llegó a Primera División. Allí estaba el lateral Zapata; un joven Maxi que alcanzaría la gloria en 1974 cuando dejó el Almería en Tercera División para irse al Real Oviedo; allí jugaba el delantero Bartolo, al lado de Juan Goros, el goleador eterno, y futbolistas de gran nivel como el joven Pepito Navarro, Roque, Nieto, Piedra, Morilla, Penno, Felix y Escamilla.
El gran fichaje de esa temporada vino de fuera aunque era un jugador de la tierra. La directiva del Plus Ultra hizo un gran esfuerzo para que viniera cedido Juan Rojas, que tras su aventura en el Calvo Sotelo de Puerto Llano tenía ganas de regresar a su tierra. El resultado fue un gran equipo que sobre todo en su campo de las Chocillas aseguraba el espectáculo y congregaba a más de mil espectadores por partido.
Su gran rival era un equipo almeriense, el Pavía, que en su apuesta por un club más modesto, típico de barrio, no renunciaba a los futbolistas de calidad. Estaba dirigido entonces por José García Hueso y entre sus jugadores destacados estaban nombres como los de Miralles, Paquitico, Molina, Miranda, Carmona y Mirlo. En septiembre de 1970 llegaron dos refuerzos importantes como consecuencia de un acuerdo de colaboración entre el Pavía y el Valdivia. Este pacto se plasmó en que los dos jugadores más destacados del club de Pescadería: Emilio y Cayuela, ficharan por el Pavía.
Aquella temporada sirvió para comprobar que había un grupo de jugadores locales que estaban pidiendo a gritos subir varios peldaños en el escalafón futbolístico. Estábamos ante una generación irrepetible, ante una remesa de jóvenes a los que se les quedaba pequeña la categoría y los clubes de barrio. Al año siguiente, un grupo de emprendedores, encabezados por el empresario Ángel Martínez, puso en marcha el proyecto de la A.D. Almería, sobre la base de los dos clubes locales que competían en Regional.
Con los más destacados del Plus Ultra y los jóvenes talentos del Pavía se crearon los cimientos de un equipo que en un tiempo récord de ocho temporadas se plantó en Primera División. Llegamos a tocar el cielo, disfrutamos de nuestro primer campo de fútbol decente, el que hizo Antonio Franco Navarro, pero como estaba escrito en nuestro destino, volvimos a encontrarnos con nuestro sino fatídico y el club de la gloria y de los milagros acabó desapareciendo diez años después de su fundación. De nuevo, los aficionados tuvimos que refugiarnos en los equipos de barrio, en ese fútbol de subsistencia que nunca nos falló.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/132825/el-reinado-de-los-clubes-de-barrio