No se considera especialmente valiente, pero reconoce que no se asusta fácilmente y que le gusta el riesgo. Tal vez por eso, escogió, entre todas las profesiones, la de bombero. Así es la vida de esta pionera.
¿Está siendo el trabajo cómo pensaba que iba a ser?
Es bastante cercano, aunque tampoco lo había visualizado mucho porque cuando uno está preparando unas oposiciones tan duras, no se tiene tiempo de pensar mucho más allá. Pero sí es cierto que las horas de parque se pasan volando. Por las mañanas, revisamos los vehículos, hacemos prácticas y el tiempo que no tenemos intervenciones lo pasando entrenando. Estamos en actividad constante.
¿Se ha enfrentado ya a alguna situación dramática, como a la que por desgracia tienen que hacer frente muchas veces en su trabajo?
Todavía no. Acudí a un accidente de tráfico con una víctima afectada, pero colaboraba y lo sacamos sin problemas. Salió todo bien. Y algún incendio de envergadura, pero no demasiado estresante. Lo que realmente te deja tocado es cuando hay víctimas, niños sobre todo. A eso no me he tenido que enfrentar todavía.
¿Cuándo le surge la vocación de ser bombera?
Verdaderamente, no me lo había planteado nunca. Llegó un momento en que me planteé hacer unas oposiciones, buscando una estabilidad para mi familia y fue entonces cuando pensé que la de bomberos se acercaba bastante a mi forma de ser y por los horarios, para poder conciliar el trabajo con mi vida familiar.
Porque usted es madre de dos niños pequeños. ¿Ellos saben a lo que se dedica?
Sí, pero no le dan importancia, porque desde que tienen consciencia, me han visto entrenando o estudiando. No creo que les importe demasiado.
¿El tiempo de preparación fue muy intenso, muy duro?
Sí, fue un proceso largo, de casi cinco años con distintas intensidades. A medida que avanzaba el proceso, la intensidad fue mayor, de entrenamiento y de dedicación.
Pero entiendo que para preparar unas oposiciones con tanta exigencia física, su bagaje debía ser bueno.
En ese sentido, yo he tenido suerte, porque tengo un cuerpo atlético y muy agradecido para el deporte. Lo que no tenía era base técnica ni conocimientos teóricos de entrenamiento, pero sí un físico que me responde rápidamente. Entrené dando “palos de ciego” hasta que en los últimos dos meses estuve con un preparador.
Vaya si le cundió.
Sí, pero el nivel de exigencia de las oposiciones yo ya lo traía de antes, porque en las pruebas se exige ser bueno en velocidad, natación, fuerza y agilidad. Esos dos meses para mí fueron buenísimos: yo estaba como una esponja y me sirvieron para pulirme técnicamente en todo. Sin ese entrenamiento, no creo que hubiera pasado las pruebas físicas.
Que deben de ser complicadísimas.
Pero lo son para hombres y para mujeres, indistintamente. Cada uno brilla en una cualidad. A lo mejor, las mujeres no destacamos en emplear la fuerza bruta, pero lo hacemos en otras cosas.
¿En cuál, por ejemplo? ¿Cuál es su fuerte?
Creo que lo que me ha favorecido, y eso es algo independiente a mi género, es mi capacidad de análisis para desarrollar los temas teóricos. Pasé las pruebas físicas y una vez superado eso, lo que me ha servido es el intelecto.
¿Cuando se ha enfrentado al fuego cara a cara, qué siente?
Por ahora, no me he visto expuesta a peligro. La ropa que llevamos es muy eficaz, no sientes el calor ni las llamas. No me he visto en peligro. Hicimos unas prácticas de fuego confinado, el más peligroso y donde más riesgo corremos [este tipo de incendios son los que se producen en edificios y suelen alcanzarse temperaturas muy elevadas] y ahí sí sentí el fuego muy cerca, pero estaba todo controlado y no experimenté ninguna sensación negativa.
¿Qué se le pasa por la cabeza cuando ve situaciones como los incendios de Portugal o los que ha habido en Huelva?
Sobre todo, se me vienen a la cabeza muchas preguntas. En el caso de Portugal, me asaltaban dudas de cómo se tenían que haber hecho las cosas para que se hubiese salvado la gente.
¿Ha notado algún cambio desde que es bombera?
Sí, soy más consciente de la seguridad, de todos los riesgos que hay a nuestro alrededor, cosas en las que antes ni siquiera reparaba.
Ahora que habla de ello. ¿Cómo debe actuar alguien si se produce un incendio en su casa?
Lo primero es no asustarse, guardar la calma e intentar poner tu vida a salvo. Si mientras haces eso, puedes tomar alguna medida para evitar que el fuego no avance, confinándolo e intentando dejarlo aislado, pues lo haces.
Pero hacer eso en una situación de tensión para alguien que no es profesional no es nada sencillo.
Sí, lo sé, pero hay que ser consciente del peligro, porque eso nos puede salvar la vida.
Los bomberos de más edad la acogieron con un espíritu fraternal cuando se incorporó hace seis meses. ¿Sigue siendo así?
Creo que eso ya ha pasado. Fue al principio. Ahora me ven más como una bombera, como una compañera, una de ellos, más que como la “niña” que acababa de llegar.
En el Parque de Bomberos trabajan más de 70 personas.
Así es. Es como una familia muy grande, porque hay mucha convivencia y luego tenemos que darnos cuenta de que hay gente que lleva 25 ó 30 años trabajando juntos. En todos sitios hay gente que cuida más a los que llegan nuevos, pero es algo que no ha ocurrido solo conmigo, sino con todos. Para ellos, los nuevos somos los “niñicos”.
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