Un agente, sentado delante de una de las pantallas del Centro Operativo Complejo (COC) de la Comandancia de la Guardia Civil en Almería, rastrea con la mirada decenas de puntos azules que parecen moverse rítmicamente. Son los ecos que emiten las embarcaciones detectadas por los radares del SIVE, el Sistema Intensivo de Vigilancia Exterior. De repente, el operador fija su atención en uno de esos puntitos, que aparece todavía a muchas millas de la costa. La escasa velocidad a la que navega y el rumbo que lleva, directo al litoral, le resulta sospechoso. Veinte minutos más tarde, el pálpito del agente se confirma: la nave localizada es una patera con una veintena de inmigrantes de origen magrebí a bordo, como comprobará una patrulla horas después cuando la barca neumática arribe a una cala pequeña y rocosa cerca de Adra.
En la sala del COC, que integra al Servicio de Vigilancia Exterior entre otros como el teléfono de emergencias 062, el 112, el terminal de Violencia de Género y la Central Operativa de Tráfico, el hallazgo inicia el despliegue del dispositivo de búsqueda de la embarcación. “Nada más tocar tierra, los inmigrantes han salido corriendo. Creemos que son una veintena. Hoy va a ser un goteo continuo hasta que les localicemos a todos”, señalaba el viernes el coronel Arturo Prieto, minutos después de recibir por WhatsApp una par de fotos de la patera abandonada en la playa.
El SIVE, que asocia radares con cámaras de visión diurna y nocturna, se ha convertido para la Guardia Civil en una herramienta fundamental para el control costero en la lucha que mantienen los cuerpos y fuerzas de seguridad contra los tráficos ilícitos, de mercancías o de personas.
Se implantó en 2006 y, desde entonces, ha servido para localizar a cientos de barcazas repletas de inmigrantes en su travesía desde el norte de África y para arruinar el negocio a decenas de narcotraficantes. Desde agosto del año pasado, las cámaras del sistema de vigilancia han detectado el número de pateras más alto de la última década: la cifra se sitúa en más de un centenar, el doble que en todo 2016. El número de inmigrantes localizados este año asciende ya a 2.700.
Sin descanso
En el Servicio de Vigilancia Exterior trabajan sin descanso un suboficial y tres agentes que no quitan ojo a las 14 pantallas y el videowall que, en tiempo real, muestran el seguimiento que hacen las cámaras y los sensores a las embarcaciones de todo tipo, desde mercantes a pateras, que transitan por el mar territorial de Almería.
En la provincia hay seis estaciones desde las que se controla el intenso tráfico marítimo de la zona. La Guardia Civil no desvela por motivos de seguridad dónde están situadas. Solo señala que están ubicadas en “puntos estratégicos” del litoral.
Uno de los aspectos más positivos del SIVE es que, contrariamente a lo que ocurre con los radares de los barcos, los sensores del Sistema de Vigilancia Exterior permiten localizar embarcaciones con poca obra muerta, es decir, con escaso perfil por encima del mar. La patera levanta muy poco del agua y las gomas que utilizan los narcotraficantes igual, sobre todo cuando van cargadas con los fardos de hachís, que van pegadas a la mar. “Su potencia es su capacidad de detección. Hoy por hoy, se considera que el SIVE es uno de los mejores sistemas de detección que existen”, señala el coronel Prieto, que tiene un profundo y exhaustivo conocimiento del sistema.
Gracias a todos estos sensores se puede conocer el tamaño de la nave, a qué velocidad navega o qué rumbo tiene previsto llevar. Datos importantes cuando de lo que se trata es de averiguar qué hace cualquiera de las embarcaciones que surca el litoral, protegido por la mirada invisible e imperturbable de las cámaras de vigilancia.
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