Los gibraltareños del Cable Inglés

Juan Ronco Andola llegó a Almería en 1875 para abrise camino como intérprete de las compañías marítimas y con el tiempo fue ampliando negocios.

Luis Ronco Barragán heredó la empresa de su padre, Juan Ronco Andola, y la hizo más grande. A la derecha, José Ronco Infantes, fue  el continuador de
Luis Ronco Barragán heredó la empresa de su padre, Juan Ronco Andola, y la hizo más grande. A la derecha, José Ronco Infantes, fue el continuador de
Manuel León
23:35 • 16 sept. 2017

El olor denso a mantequilla holandesa se propagaba algunas mañanas por la Plaza de la Administración Vieja. Hasta uno de esos soportales luminosos -cercanos a lo que hoy es el Bahía de Palma- se acercaban aquellos almerienses del barrio, hechizados por la fragancia alimenticia de esas barras blancas de ultramar que colocaba con primor el dueño del colmado.




Era el almacén de coloniales de Juan Ronco Andola, un gibraltareño, que había llegado a Almería en el lejano 1875 buscando prosperidad en alguna actividad portuaria.




Aunque sus orígenes remotos eran italianos, poseía la nacionalidad británica y hablaba con pulcritud el idioma de Lord Byron. Se ofreció, por eso, como intérprete de las compañías navieras que transportaban el esparto y el mineral y complementó sus ingresos con esa tiendecilla gourmet del siglo XIX, que hoy sería como el Lamarca del Paseo o antes, como el comercio de Gervasio Losana.




Juan Ronco aprovechaba sus contactos con las compañías marítimas para hacerse de las mejores mantas de bacalao noruego, de los quesos más refinados o de proteicas salchichas alemanas.




Ese primer Ronco que llegó a Almería, hace ya casi siglo y medio, fue prosperando y empezó a comprar minas como Filón de Oro en la Boca de Los Frailes o Venus Amante en Sierra Almagrera.




Para entonces ya había matrimoniado con Dolores Barragán García, una granadina que le dio siete hijos que heredaron un próspero y diversificado negocio.




El fundador de la saga de los Ronco en Almería falleció en 1907, con 76 años, y el sepelio fue un espectáculo de exaltación popular: el féretro hasta el Cementerio de San José iba en carruaje tirado por cuatro caballos de primera y detrás numerosas calesas y landós.




Las cintas las portaban, entre otros, Francisco Oliveros, Federico Fischer, José María Navarro Darax, José Batlles y Francisco Javier Cervantes, entre otros, tras la Misa funeral en el templo de San Roque.


Se hizo cargo de los negocios su primogénito, Luis Ronco Barragán, que aunó todas las actividades de su padre en la sociedad Luis Ronco y Hermanos, en la que participaban también Juan y José Ronco Barragán.


Luis se casó con Dolores Canales Rull y tuvo once hijos, de los cuales casi la mitad murieron de pequeños por tuberculosis. Fue directivo de la Cámara de Comercio  y del Círculo Mercantil, con Eugenio de Bustos, e hizo aportes para la financiación del ferrocarril de Linares en 1896. Ampliaron los Ronco sus posesiones mineras en Velefique, Olula de Castro y Abrucena y operaban como agentes de aduanas, consignatarios y transitarios de los grandes buques carboneros. Y donde también abrieron brecha fue como estibadores de todo el mineral de hierro de la compañía escocesa The Alquifes Mines Railways, que acababa de construir el cargadero del Cable Inglés en 1903.


La competencia creció como la espuma en ese Muelle almeriense en el que operaban ya grandes firmas de carga, consigna o exportación e importación como los López Guillén, los Spencer y Roda, los McAndrew, Berjón o José Alemán.


Ronco amplió su establecimiento y oficinas en la calle Real y pluralizaron aún más sus actividades: Juan Ronco Barragán se aplicó en la venta de envases para la conservación de la uva y la naranja que él mismo patentaba para viajes transoceánicos. Abrió oficina en el Boulevard donde vendía también artículos contra las plagas de mosca mediterráneas y otros parásitos, en competencia con Romero Hermanos.


Juan fue un gran aficionado a los toros y fundó un club llamado La Capea. Se casó con su prima, Trinidad Infantes Barragán, y fue nombrado vicecónsul británico en Almería.


José, el otro hermano, consiguió en 1922 la concesión para llevar por primera vez agua potable al Puerto, para abastecer a los buques a través de una tubería procedente del manantial de Santa Rita, en el Barranco Caballar.


Aún perdura el depósito cilíndrico de hormigón armado, donde se almacena el caudal, conocido como el  pito, que sirvió como sirena para avisar de los bombardeos durante la Guerra Civil.


José Ronco  perteneció como tesorero a la logia masónica Evolución, con el número 403 y con el grado 3, con el nombre de Washington.


Otros hijos del fundador como Manuel, Teresa, Guillermo, Trinidad o Victoria no participaron en los negocios de la empresa familiar. Fue la rama de Juan Ronco Barragán la que continuó con esta sociedad, una de las más longevas de la ciudad según el registro mercantil, a través de José Ronco Infantes, en tercera generación, que se hizo con las riendas del negocio a la muerte de su padre en 1952.


Ronco Infantes heredó también la representación del viceconsulado inglés y estableció la oficina central en el entonces Parque de José Antonio. Fue miembro fundador de la Falange en Almería en 1934, con Alejandro Salazar, y en 1939, como camisa vieja, participó en la escuadra que trasladó los restos de José Antonio de Alicante al Valle de los Caídos.


Activó la empresa con nuevos servicios de buques, a través de la naviera Eco, con puertos alemanes y holandeses, y dio entrada en la empresa a su cuñado Francisco Pérez Briones, que, hasta entonces había colaborado con Mac Andrew en el transporte de la uva.


En los años 60 era aún representante de las Minas de Alquife en Almería y participó en el viaje inaugural en el Vicente Puchol, como delegado de la Compañía Trasmediterránea, en esos nuevos tiempos, más modernos, que se abrían para el transporte marítimo almeriense, cada vez menos dependiente del mineral y más de  las frutas y del pasaje.


Fue también Vocal de la Cámara de Comercio con Joaquín Vázquez y Juan Martínez Oña, hasta que falleció en 1972.


Tomó el relevo de la centenaria compañía de tránsito marítimo - denominada ya como J.Ronco y Cia- Francisco Pérez Briones, que era cónsul de Dinamarca entonces. El negocio del abastecimiento de agua, durante los años 60 estuvo en manos de José Rapallo Ronco, bisnieto del fundador de la empresa.


Ronco sigue ahí, más de un siglo después, tras cinco generaciones, como uno de los bastiones del viejo puerto almeriense, como una de sus señas de identidad, después de décadas y décadas de embarcar espartos, minerales, uvas o naranjas, volcada ahora en ese nuevo flujo ascendente de tránsito de pasajeros entre dos continentes.



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