Carlos Santos: "Los 80 fueron una explosión de alegría"

Almeriense de Zamora, periodista, escritor y gourmet de los placeres de la vida, acaba de publicar su último libro `Avión Club`

Carlos afirma que “es probable que hayamos perdido libertad o la ejerzamos de otra manera”.
Carlos afirma que “es probable que hayamos perdido libertad o la ejerzamos de otra manera”.
Alberto Gutiérrez
20:42 • 11 nov. 2017

‘Avión Club’ es el bar de una época. ¿Qué significó los 80?
Los españoles empezaron a ejercer la libertad que habían conquistado en la Transición, que fue el resultado de un esfuerzo colectivo, no un invento de cuatro tíos en un despacho. Los 80 fueron una explosión de alegría y de libertad. Una época cálida, más lírica que épica; por eso decidí contarla desde un bar.




Por el libro desfilan personajes con vidas muy auténticas. ¿Han desaparecido este tipo de personas?
Personas libres ha habido y habrá siempre. Pero es probable que en las últimas décadas todos hayamos perdido libertad o la ejerzamos de otra manera. Al final del libro apunto cómo la expansión del Sida, el creciente control de los medios o la llegada de lo políticamente correcto nos fueron cortando las alas. Hay programas de televisión y canciones de los 80 que ahora serían impensables o te llevarían al talego.




Afirmas que la historia la cuentan los vencedores y las novelas las escriben los perdedores. ¿Llega más la ficción a la gente?, ¿es lo que perdura?
No sé si la ficción llega más a la gente, pero llega a más gente: la novela tiene muchísimos más lectores que el ensayo. Y no sé si perdura, pero buena parte de lo que sabemos del mundo lo aprendimos en películas, novelas, cuentos, poesías, canciones…




¿Madrid es Madrid por sus noches?
Sin duda. Hace ya un cuarto de siglo en las convenciones europeas sobre tráfico se hablaba de la singularidad de Madrid, donde además de los atascos cotidianos en las horas de entrada y salida del trabajo había atascos a determinadas horas de la noche. En Madrid se vive las veinticuatro horas del día. A los extranjeros eso les entusiasma.




¿Qué descubriste allí? 
Lo primero que descubrí, lo que más me fascinó y aún me fascina de Madrid es la mezcla. Un lugar donde convive gente de todos los pueblos de España (y ahora también de muchísimos pueblos de América, de África o de Asia) que nunca dejan de ser de su pueblo. Madrid no es cosmopolita: es cosmopueblita, con gente de todos los pueblos del mundo que se habla de tú y donde el más tonto hace relojes.




¿En esta sociedad hemos pasado de opinadores a jueces?
Opinar y juzgar viene a ser lo mismo, siempre que no te dé por ser verdugo, además de juez. Ahora todos opinamos todo de todo y eso no es malo, aunque puede ser inútil si no te lleva a conclusiones. A veces me parece que la España actual se parece al Buenos Aires de los años 90, donde todos estaban todo el día arreglándolo todo por la calle y entre todos no eran capaces de arreglar nada de nada.




¿Qué valoramos demasiado? ¿Y qué demasiado poco?
Valoramos demasiado lo propio, aplicado a un patrimonio que en realidad no es de nadie, y demasiado poco el sistema de convivencia construido en la Transición. Eso que llaman despectivamente “el régimen del 78” es una de las quince o veinte democracias más avanzadas del mundo conocido y una de las quince o veinte constituciones más progresistas y flexibles. Deberíamos valorarlo más, porque se logró gracias al esfuerzo de quienes pasaron su vida luchando contra la dictadura o soportándola, que no es poco.




Vuelves a menudo a Almería. ¿Qué te hace volver?
Yo nací en Zamora, pero soy de Almería. Aquí echamos raíces, aquí está mi familia, aquí viven mi madre y mi hermana, aquí está la memoria de mi padre y aquí espero dejar la mía, aunque no tengo la menor prisa. Mis compañeros de la radio me reprochan –con humor- que no hay día que no haga una referencia a Almería. Pero, vaya, tampoco me olvido de mis orígenes familiares, en Castilla y en Galicia, ni de mis apellidos de lejano origen vasco, ni de mis años en Barcelona ni de los que llevo en Madrid. Soy almeriense de Zamora y soy español mil leches, qué le vamos a hacer.


¿Tienes un lugar en el mundo, si es que existe?
He tenido la fortuna de andar por cincuenta países y es raro que pase una semana en casa sin salir por ahí. Pues bien: el lugar exacto de la tierra que más me gusta es la puerta del Bar de Antonio, en la Fabriquilla. Se llama “La Estrella”, pero para mí siempre será el Bar de Antonio. Aparte de que en invierno son las mejores puestas de sol del Mediterráneo (eso está científicamente demostrado, por su ubicación en el extremo de la bahía) ese lugar hecho de piedra, tierra pelada, agua, luz y buena gente tiene una fuerza telúrica, una belleza y una carga emocional especiales. Esencia mediterránea en estado puro. Almería, en fin.



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