Durante 40 años trabajó como bancario -“que no banquero”, especifica- y, desde hace cinco, aprovecha todo el tiempo libre que le dejó la prejubilación para dedicárselo a proyectos de voluntariado. Francisco Molina es el delegado del programa de voluntarios de “la Caixa” en Almería y un voluntario activo y comprometido con muchas iniciativas de cooperación internacional.
Hasta el pasado agosto, más de un centenar de voluntarios de “la Caixa” en Almería han participado en 41 actividades, contribuyendo a la mejora de las condiciones de vida de casi 1.600 personas. En total, la asociación ha realizado más de 972 horas de voluntariado.
Primer destino
“Soy miembro de la asociación desde su creación y responsable de la delegación en Almería desde hace cinco años”, explica Francisco, que ha participado en proyectos de cooperación en más de una quincena de países.
Su primer viaje fue a Guatemala con el Programa de Voluntariado Internacional CooperanteCaixa, que desde hace más de una década trabaja con el objetivo de contribuir a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones vulnerables que viven en países en vías de desarrollo.
En esta undécima edición, 41 trabajadores de la Fundación Bancaria ”la Caixa” han sido seleccionados para ser CooperantesCaixa.
Con este programa de voluntariado viajó el pasado verano a Colombia para participar en un proyecto de empoderamiento de mujeres que trabajan en entorno rurales.
Francisco también ha participado en otros proyectos de la mano de la ‘Fundación Jesús Peregrín’. Con ellos, ha viajado a países de Centroamérica, África y Asia. Senegal, Camerún, Congo, Ghana, Chad, Etiopía, El Salvador, Costa Rica, India o Bangladesh han sido sus otros destinos, siempre formando parte como voluntario en distintos proyectos de cooperación.
“Allí, uno no va de vacaciones. Va a ayudar, a contribuir con su pequeño grano de arena a hacer más fácil la vida de la gente que no tiene nada. Hay muchas personas que no lo aguantan porque les resulta demasiado duro. Se ve mucho sufrimiento, situaciones muy complicadas a nivel humano. Pero, aunque parezca un tópico, es una labor muy gratificante que aporta más de lo que uno pueda dar. Para mi, tal y como están las cosas en este mundo, es una obligación moral aunque a veces lo pase mal”, explica.
Impacto moral
Uno de los viajes que más impacto le causó fue el que realizó hace pocos años a India y Bangladesh. “Estuvimos en Bombay y Bangalore, en hogares de acogida de niños, en centros de discapacidad y de ancianos, en dispensarios, ambulatorios y hospitales. Yo recomendaría a todo el mundo la experiencia del voluntariado porque te cambia la perspectiva de la vida. En el primer mundo, vivimos en nuestra comodidad y no apreciamos de verdad lo que tenemos”, relata.
Experiencias parecidas, también impactantes y conmovedoras, tuvo en Etiopía, en un centro para mujeres que habían sido violadas y agredidas sexualmente y en Senegal, en otro centro de acogida gestionado por una religiosa española donde se atendía a bebés recién nacidos cuyas madres habían muerto o les habían abandonado. “A mí, esta experiencia del voluntariado me ha cambiado por completo”, dice.
Tres semanas
Generalmente, los viajes en los que ha participado Francisco se prolongan durante tres semanas. Eran sus vacaciones cuando estaba en activo - “siempre he preferido participar en un proyecto de voluntariado antes que irme de vacaciones al Caribe”-, con un coste importante para su bolsillo, porque aunque la Fundación “la Caixa” y la ‘Fundación Jesús Peregrín’ aportan una ayuda, la mayor parte de los gastos del viaje corresponden al pecunio particular.
“Cada año digo que ya no voy más, pero ya estoy pensando en que salga el proyecto siguiente”, cuenta. En realidad, de su conversación se desprende que no tiene voluntad de parar porque ya anda dándole vueltas a la cabeza a los proyectos en los que querría participar el año que viene y porque, además de sus viajes como cooperante a países en vías de desarrollo, Francisco presta su ayuda en numerosos ámbitos sociales de Almería como son la Asociación Almeriense para el Síndrome de Down, Asalsido, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Almería (Argar) o la Asociación de Padres, Madres y Protectores de Personas con Discapacidad (Aspapros), entre otras. “Es altamente gratificante”, señala.
¿Y qué se le pasa por la cabeza, usted que conoce bien la realidad del tercer mundo, cuando ve la llegada de pateras, incesante este año?
“Que la gente, en lugar de repudiarles, piense en la desesperación que tienen en sus países para jugarse la vida y los ahorros en un viaje incierto. Solo buscan un mundo mejor. Allí, de los lugares desde dónde vienen, su única esperanza es poder comer una vez al día y que no se les lleve por delante ninguna enfermedad”.
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