De niño soñaba con construir edificios, diseñar puentes y trazar las líneas maestras de inmuebles vanguardistas y hoy, con solo 27 años, ya puede presumir de haber logrado algunas de esas metas. “En realidad, apenas estoy empezando. Me queda todo por hacer en este oficio tan apasionante”, cuenta, en conversación con este periódico desde Ciudad de México, donde reside desde junio de 2016. Rafael Zamora Toledo nació en Albox hace 27 años y tras cursar el bachillerato en Almería, se marchó a Madrid para estudiar Arquitectura Técnica Superior en la Universidad Politécnica de Madrid.
Nada más terminar la carrera, con 24 años y apenas llevando unos meses trabajando en proyectos BIM de Renfe con estudios de Madrid, recibió una más que deseada oferta de trabajo desde el estudio JAHN Architects de Chicago, ciudad en la que había estudiado quinto curso de Arquitectura gracias a una beca y al convenio bilateral existente entre la Escuela de Arquitectura de la Politécnica de Madrid y el Illinois Institute of Technology. “Aquella oferta estaba firmada por mi estudio favorito de la ciudad y antiguo profesor de mi año en el IIT, y actual jefe. Recuerdo la alegría enorme que me sobrevino aquella noche, al recibir aquel correo desde EE.UU, correo que dio comienzo a una nueva etapa en mi vida”, cuenta.
“Empecé a trabajar en Chicago en julio de 2015. Era un verdadero sueño poder colaborar en proyectos tan interesantes repartidos por todo el mundo, trabajando codo con codo con arquitectos procedentes de los cinco continentes. Aunque colaboré en concursos de todo tipo, desde puentes a centros financieros, la mayor parte de mis horas se las dediqué al diseño del Estadio de Beisbol de Ciudad de México, proyecto del que actualmente superviso la obra, aquí, a 9.300km de distancia de mi querida Almería”, relata Rafael Zamora.
Año y medio
El joven arquitecto almeriense viajó por primera vez a la inmensa capital mexicana a comienzos del verano de 2016. “Un día, estando en la oficina de Chicago, me llamó mi jefe a su despacho y me comentó que nuestro cliente quería más presencia en la obra por parte de nuestra firma. Tanto por mi nivel de involucración en la fase inicial de diseño como por mi idioma, me ofreció ser yo quien desempeñara esa función a pie de obra. No dudé, y así fue como llegué a México”.
Aterrizó en Ciudad de México (antes, México DF) en junio de 2016. En un primer momento, reconoce que la falta de conocimiento por su parte y las noticias negativas que le llegaban desde los medios de comunicación (corrupción, asesinatos, secuestros, tráfico de drogas...) hicieron que su nivel de preocupación y cautela fueran absolutos ante todo lo que le rodeaba. “Pero después de unos meses y ya mejor instalado, me di cuenta de que me encontraba en una de las ciudades más maravillosas del mundo”, explica ahora.
A nivel profesional, a pesar de todas las horas y dedicación que le había dedicado a este proyecto desde la oficina de Chicago, reconoce que la propuesta de vivir en México le sacó de nuevo de su zona de confort. “Se trataba de un nuevo gran reto para mí y me preocupaba estar a la altura. Cuando llegué a México, llevaba poco más de un año trabajando como arquitecto, desde que entregué mi Proyecto Final de Carrera en febrero del año anterior. Se trata, además, de una obra que ha llegado a tener más de 1.000 albañiles trabajando simultáneamente, siendo yo la única persona a tiempo completo de mi oficina que se encuentra en este país. Aquí las decisiones se toman rápido y tienes que estar en todas partes a la vez para que no te acaben dando gato por liebre”, explica.
Revisar la calidad
Una de sus principales responsabilidades a pie de obra es garantizar que todo el trabajo sea ejecutado de acuerdo a los estándares de calidad con los que fue diseñado. “Ejercer presión y estar encima de los contratistas es algo necesario para lograr la obra sobresaliente que todos queremos”, dice.
A Rafael le quedan en México varios años más. Cuando acabe el Estadio de Beisbol ‘Magdalena Michuca’, con capacidad para 20.000 espectadores, tiene el encargo de su estudio de arquitectos de hacer en Monterrey un edificio de laboratorios de nanotecnología para el Instituto Tecnológico de Monterrey y algunas torres de uso mixto al norte del país. Todos estos proyectos le mantendrán en el país azteca varios años más. “Quizás para los próximo cinco, así que podemos decir que estaré en México de manera indefinida, hasta que me pese la distancia, si es que me pesa algún día”, señala el joven almeriense.
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