Los torreones de la muralla que recuerdan cada día a los vecinos del barrio de Pescadería que allí donde habitan es donde nace la historia de la ciudad no tiene quien los quiera. O mejor dicho, no tiene quien los restaure, los mantenga y cuide porque las asociaciones patrimonialistas, sobre todo la asociación ‘La Chanca-Pescadería a Mucha Honra’ sí que quiere su puesta en valor.
Las administraciones públicas con responsabilidades sobre el patrimonio histórico llevan desde el año 2014 en que se realizó la primera petición de este colectivo cultural tirándose los papeles a la cabeza sobre la titularidad y por tanto, la obligación a actuar.
Desde el Ayuntamiento de Almería se ha dicho siempre que estos torreones eran parte del Conjunto Monumental de La Alcazaba y por tanto, que eran responsabilidad de la Junta de Andalucía.
Decreto
Pero claro, la administración autonómica tiene otra visión. Se remonta a la Real Orden de 1855 de Isabel II en la que se le entregan las murallas al Ayuntamiento de Almería para proceder a su demolición al dejar de ser plaza amurallada, y a cambio, que se queden con los restos de la misma. Cree la Junta que ahí está el primer indicio de que son titularidad municipal estos torreones.
Además añade la Delegación de Cultura que la Comisión Permanente Municipal de 1958 acordó por unanimidad consolidar la parte de muralla existente en la rambla de La Chanca y que por tanto, es municipal.
Desde el ente municipal insisten en que ese documento no lo conocen y que son titularidad autonómica.
Así que los torreones que sirvieron para defender la ciudad durante más de ocho siglos ven como su deterioro continúa y nadie quiere hacerse cargo de su puesta en valor.
Peticiones
Hace apenas unos días la asociación ‘La Chanca-Pescadería a Mucha Honra’ volvían a pedir en el Pleno que se actúe en los siete torreones que siguen en pie en este barrio: dos en la Avenida del Mar, uno en la calle Impresores integrado en el patio comunitario de viviendas de Almería XXI, otro en la calle Socorro, dos en calle Valdivia y el último en la calle Ruano que según la Junta es titularidad privada.
Además del deterioro del paso de los años, estos exponentes de la muralla del siglo X que podrían servir para mostrar las técnicas constructivas de la época ya que casi ni tienen modificaciones posteriores, cuentan con multitud de pintadas, algunos elementos que hacen ruido con su construcción como cableado de luz y teléfono, o que simplemente sirven para formar parte de un solar reconvertido en aparcamiento.
Piden desde este colectivo cultural que se actúe, que se aclare la titularidad de los mismos, pero sobre todo, que ambas administraciones sean capaces de priorizar la puesta en valor de estos elementos patrimoniales a los enfrentamientos políticos.
Sin valor especulativo
Los torreones de Poniente de la muralla han sufrido la misma desventura que un barrio que ha visto como la ciudad ha ido creciendo hacia Levante y sus calles han perdido el valor del inicio de la historia de la Almería tal y como la conocemos.
Y es que en la misma Orden Real de 1855 se dejaba claro que los solares resultantes de las demoliciones serían para la Hacienda Pública y claro, los que cayeron en el centro o en zonas en las que había mucho interés especulador - y eso que aún era el siglo XIX- los litigios sobre la propiedad de esos suelos supusieron pleitos hasta casi la Restauración.
Pero aquellos que ya no estaban en el centro o en las zonas de crecimiento, como son los siete torreones que nos ocupan, y por los que nadie se interesó para construir quedaron allí, viendo pasar el tiempo y en el olvido.
Quizá es cierto que esto le ha permitido llegar hasta nuestros días como los únicos elementos de una muralla que desembocaba en la idealizada Puerta del Mar que mostraba el grabado romántico de Genaro Pérez de Villa-Amil, pero también ha supuesto que a pesar de algunas actuaciones puntuales, su grado de conservación sea muy malo.
Reclamación
Lo cierto es que las peticiones que se realizan tanto a la Junta de Andalucía como al Ayuntamiento de Almería por parte de los vecinos del barrio de Pescadería consisten principalmente en, más allá de su rehabilitación, el que se traten como verdaderos elementos patrimoniales con carteles que señalen su origen, su misión durante los siglos en los que la ciudad estuvo amurallada, y sobre todo, que se incluyan como elementos visitables dentro de las rutas que se realizan en la ciudad y que permitirían seguir apostando por este barrio como un verdadero centro turístico.
Conectando estos torreones con el Conjunto Monumental de La Alcazaba y las Canteras Califales, recientemente declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC), esto supondría una apuesta porque Pescadería superara parte de su alejamiento del resto de la ciudad a través del turismo.
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