Fachadas, terraza y estructura de la Casa Consistorial, listas para finales de abril

El sonido de las máquinas resuena en la oscuridad de la que es la nueva entrada creada en el edificio de la histórica Casa Consistorial. Los puntales sujetan los restos del edificio histórico rodeado de hormigón y nueva obra mientras la escalera señorial, la que el guarda de puertas contemplaba desde su mesa durante incontables horas, sobrevive bajo la atenta mirada del bajorrelieve de la Virgen del Mar y de San Indalecio.

Todo es polvo y obra hasta el punto de que uno casi no sabe donde está por mucho que en la memoria con nostalgia busca la distribución de despachos de otros tiempos. Y es que los trabajos de rehabilitación del Ayuntamiento de Almería en su zona más noble ya están al 65% y esto supone que tras casi trece años de exilio (el 28 de febrero será la efeméride), el edificio renovado en lo que a su cimentación, estructura y fachadas avanza y, a pesar de las prórrogas y los problemas, “si todo va bien, la estructura estará terminada, la cubierta será practicable y visitable y las fachadas estarán listas en primavera”, posiblemente a finales de abril según explica el alcalde de la capital, Ramón Fernández-Pacheco.

Plazos
Pero más allá de esta obra en marcha, para que Alcaldía regrese a ‘su’ casa, aún queda mucho más. De hecho la siguiente fase en este cronograma que parece interminable, es la adjudicación en el mes de febrero de la redacción del proyecto para la urbanización de la Plaza Vieja.

Habrá a partir de entonces dos meses para redactarlo, proceder a licitar la obra y, si la arqueología lo permite, hacer los trabajos cuyo final sitúa el regidor de la ciudad en el mejor de los casos “entre finales de 2018 y principios de 2019”. Cierto es que para entonces ya estará sonando de nuevo el fandanguillo de Almería en la plaza porque el reloj se arreglará en esta fase.

Pingurucho
Cuando la urbanización de la Plaza Vieja esté culminada cree Fernández-Pacheco que éste volverá a convertirse “en lo que nunca debió dejar de ser, el corazón cultural y social de la ciudad”. Para ello se sigue el anteproyecto realizado por parte de la Junta de Andalucía hace años que recogía una gran plaza diáfana, con lo que no hay sitio ni para el Monumento a Los Coloraos ni para los árboles actuales.

Tiene claro el alcalde que el monumento se va a trasladar y afirma que no quiere convertir esto en “una polémica estéril” ya que lo considera como “uno de los monumentos más importantes que tiene Almería, conmemora un hecho que es parte del patrimonio inmaterial de la ciudad y proyecta una imagen de ciudad que apuesta por la libertad” pero cree que “cosa diferente es que se quiera mezclar la ubicación del monumento con los valores que representa” considerando  que los defiende donde se ubique.

De momento no hay una ubicación decidida pero sí que cree que debe estar “en un lugar prominente de la ciudad, que pueda ser visitado y en donde luzca”. Ciertamente existen diferentes propuestas que se han realizado desde colectivos vecinales y dice el regidor que está dispuesto a escuchar a todos, pero sí que tiene clara una cosa, el Pingurucho “estará en una zona que esté dentro de los circuitos turísticos de la ciudad, en un sitio que se preste a que cada Feria podamos seguir rindiendo homenaje a Los Coloraos y por tanto no puede alejarse del Casco Histórico”.

Ante la posibilidad de que este monumento erigido en 1988 gracias a los fondos de los ciudadanos de Almería pudiera sufrir algún daño en ese posible traslado -aseguran los que lo montaron que su sujeción es enorme ya que se hizo para evitar su caída durante un terremoto- el alcalde asegura que “se haría el esfuerzo económico que sea necesario para que se arreglara cualquier desperfecto”.

Futuro
Lo cierto es que el traslado o no de este monumento lleva encima de la mesa desde hace ya varios años y de momento no hay un acuerdo total ni en el salón de plenos ni en la calle. 

Dice Fernández-Pacheco que no se tomará una decisión unilateral pero “con un debate sereno y constructivo, sin ganas de crear polémicas absurdas”.