Pan, cerámica, libros, nobleza y un árbol centenario

En la plaza Santa Rita, la vida discurre sosegadamente entre viejos comercios de barrio

La plaza Santa Rita, en torno a la cual se organiza la vida del barrio.
La plaza Santa Rita, en torno a la cual se organiza la vida del barrio.
Cristina Da Silva
20:28 • 04 feb. 2018

Además de haber originado ese dicho popular, según el cual, “lo que se da, no se quita”, Santa Rita da nombre a uno de los barrios céntricos de Almería, cuya vida gira en torno a su plaza homónima. La panadería y confitería Santa Rita preside dicha plaza desde los años 60. La masa de su repostería artesanal ha pasado ya por las manos de cuatro generaciones. 




Entre barras de pan rústico y cruasanes, Alejandro explica que Santa Rita continúa siendo “un núcleo urbano potente, con un importante movimiento de gente”. 




Lleva 6 meses regentando este negocio que sus padres dirigieron durante 35 años y que su abuelo abrió a principios de los 60. No obstante, el origen de la confitería se encuentra en el Barrio Alto. El bisabuelo de Alejandro la fundó allí en 1931, bajo el nombre de La Giralda.




La librería Nobel –sita en la misma plaza– o la relojería de la calle Santos Zárate –ubicada a escasos metros– son otros dos negocios que han visto crecer el vecindario, desde hace décadas. Un barrio en el que los edificios más recientes cuentan con, al menos, 30 años de antigüedad. 




Multitud de servicios
“Disponemos de un buen sector servicios, con tiendas de todo tipo, parada de taxis en la misma plaza y unos cuantos negocios de hostelería”, añade Alejandro. “Es una zona activa, a nivel comercial”.




Se percibe la evolución del vecindario en la instalación de grandes superficies, como el supermercado Eroski, que hoy ocupa lo que antes fue Muebles Vallejo. “Ahora contamos con un Covirán y cuatro supermercados chiquitillos, que no están a más de 200 metros de distancia entre sí”.




Molestias
El principal inconveniente del barrio parecen ser los altercados que se producen en torno al comedor social de Cáritas. “Hay una serie de grupos problemáticos que todas las semanas provocan peleas, cuando vienen al barrio. Normalmente, se encuentran bajo los efectos del alcohol”. 




Alejandro señala otro problema recurrente: los atropellos en el paso de cebra situado en la intersección de la calle Santos Zárate con la plaza Santa Rita. “Más de una vez han atropellado a clientes nuestros que salían de la panadería. Ha habido tres accidentes de este tipo tan solo en el último mes”.


Alejandro piensa que una posible causa podría ser la reducida visibilidad que hay en este paso de peatones, ubicado entre un contenedor de pilas y un poste eléctrico de considerables dimensiones. 


Evolución
María del Mar, tía de Alejandro, recuerda el aspecto de Santa Rita en los años 50. “Donde está ahora el quiosco 18 de julio, había un centro de salud con ciertas especialidades, como maternidad y el otorrino”. 


“Cuando echaron aquel centro de salud abajo”, prosigue, “trasladaron esas especialidades a la Bola Azul. De hecho, la primera operación de vesícula que se realizó después en la Bola Azul fue la de mi madre”.  “También teníamos una Casa de Socorro, que era como se conocía al antiguo servicio de urgencias”. 


Vestigios del pasado
En cuanto a la panadería de su familia, aún cuenta con las pequeñas compuertas que instalaron en sus bajos, al abrir el establecimiento. Las mencionadas puertecillas comunican con el sótano, en el que se encuentra el obrador. “Se utilizaban para volcar los carros de cáscara de almendra directamente a los hornos de leña que hay en el subsuelo. La cáscara ayudaba a prender la llama”, detalla María del Mar. 


Asimismo, algunos viejos utensilios confiteros de madera y metal evidencian el transcurso del tiempo. Colocados de manera decorativa en los estantes y escaparates de la panadería, recuerdan la elaboración tradicional que emana de sus productos. 


Curiosidades
Una de las particularidades del barrio es que, en la esquina de la calle Amapola con la calle Alcalde Muñoz, se encontraba la casa de uno de los descendientes del Marqués de Torrealta. Esta vivienda ya no existe. Lo que sí se conserva es la fachada de una casa-palacio del siglo XIX, que los Torrealta construyeron en la plaza Careaga, en el casco antiguo.


Actualmente, el solar de aquella antigua casa de Santa Rita está ocupado por el edificio ‘Jacaranda’. Dicho bloque de pisos comparte nombre con los árboles que pueblan la zona. “Echan unas flores moradas tipo campanilla que nos gustaba coger de niñas”, refiere María del Mar. 


Nueva demografía
Otro dato de interés es el olivo centenario que la Legión plantó hace algo más de 20 años en el centro de la plaza, como regalo al Ayuntamiento de Almería. María del Mar se encontraba en la confitería aquel día de las fuerzas armadas en que la brigada fue a plantarlo, acompañada de una banda de música. Antonio dirige la parafarmacia Farmahebro, que anteriormente fue el bar La Torrecilla, del que también era propietario. 


“Aquí los vecinos son de poder adquisitivo medio y edad más bien elevada. No obstante, algunos de los hijos están volviendo, al heredar las casas de sus padres. En estos últimos años, hay también más gente joven que ha alquilado o comprado pisos. De hecho, piso que se queda vacío, en 10-15 días se vuelve a llenar”.  “Los comercios de la plaza tienen bastante antigüedad y no han cambiado mucho. Las calles sí: las arreglaron y han mejorado”, comenta.


“Un barrio tranquilo” “Es un barrio tranquilo, cercano al centro y con todos los servicios”, indica Antonio. 
En esto coincide Flori, de Santa Rita Low Cost, una tienda que inició su andadura en los 60, vendiendo artículos cerámicos. “En general, me gusta el barrio. Hay buen ambiente y limpian las calles todos los días”.  “Faltaría un poco más de alumbrado o podar más a menudo los árboles, para que no tapen las farolas”, esgrime. 
 



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