No es una tienda más. No es un simple negocio que busque el rendimiento económico sobre todas las cosas. Es un pequeño taller de la carrera donde es posible detenerse un rato aunque solo sea a hablar o a dar o a recibir algún consejo. Dentro uno se siente como si estuviera en la intimidad de un reservado hablando con un amigo. No existen las aglomeraciones, ni el público oportunista que va en busca de una ganga. Tampoco la figura del jefe con cien ojos, ni la del dependiente que te persigue como una sombra para que no te escapes sin haber pasado antes por caja.
La tienda de los hermanos Rodríguez es un pequeño santuario para el corredor de fondo, para ese tipo de gente que ha escogido el camino de la carrera más como una forma de vida que como un deporte. Ellos, Manuel y Sergio, los dueños del establecimiento, son dos románticos del running que llevan toda su vida recorriendo los asfaltos infames de Almería.
Un día, cuando terminaron sus estudios, se embarcaron en la aventura de montar una tienda peculiar donde poder aprovechar sus conocimientos deportivos y esa red interminable de amigos que han ido tejiendo a lo largo de dos décadas. “Vimos que en la ciudad existía una demanda de calzado técnico que no estaba cubierta y esto nos animó a empezar”, me cuenta uno de los propietarios.
Ellos han sabido encontrar su hueco en el complicado mercado de las prendas deportivas. No pretenden competir con gigantes ni ser los que más venden, su única meta, al menos por ahora, es ser felices y hacer de su pasión un oficio rentable. Esa rentabilidad no se basa únicamente en lo económico, también se nutre del trato humano, de la necesidad de tener más que una lista de clientes, un puñado de amigos.
“El servicio que damos va enfocado hacia el individuo: a sus características físicas y también a su manera de ser. Aquí se viene a comprar, pero también a intercambiar conocimientos, a contar nuestras experiencias que son muy importantes a la hora de mejorar el rendimiento y de encontrar el calzado perfecto para cada individuo”, asegura Manuel.
El calzado se ha convertido en una parte fundamental del corredor de fondo. Cómo han cambiado los tiempos. Hace treinta años los que empezaban en este deporte lo hacían a destajo y sin detenerse en detalles. Uno empezaba a correr y no paraba hasta que estaba agotado y lo hacía sin cronómetro, sin agua, y con los tenis de ir al instituto, aquellos con suela de goma que de tanto usarlos terminaban convertidos en zapatillas de andar por casa. En aquellos tiempos correr no gozaba de buena prensa, y cuando los jóvenes de entonces salíamos a hacer footting los domingos por el puerto o por el camino del Zapillo hasta el río, la gente se quedaba mirando y más de un conocida se paraba para decirte: “Es que estás ‘chalao’, no ves que te va a dar algo”.
Hoy está de moda el running y a la vez ha creado moda, sobre todo dirigida al calzado, pieza fundamental de la carrera. “Ahora existen estudios que demuestran la necesidad de un calzado adecuado a las características de los pies y de la pisada de cada individuo. No es lo mismo un calzado para carreras cortas que para una prueba de fondo, como tampoco es conveniente ponerse los mismos tenis para correr en tierra que en asfalto o para subir una montaña”, explica Sergio.
El único problema con tanta especialidad es que un calzado que reúna todas las condiciones que exige la carrera suele tener un precio elevado y que para un corredor habitual de los que salen cuatro o cinco veces en semana, unos tenis no le duran más allá del año.
Los hermanos Rodríguez son partidarios también, y así se lo hacen ver a los principiantes, de conocer hasta el último detalle de tu pisada. Para conseguirlo trabajan conjuntamente con una ortopedia donde te miden la pisada con las últimas técnicas informáticas. Es una manera de evitar lesiones. “Aquí en Almería tenemos una desventaja importante en relación a otros corredores de otras ciudades. No contamos con circuitos apropiados para correr y tenemos que hacerlo en asfalto y en losa, que son las superficies más dañinas. Por eso se hace fundamental tener unas buenas zapatillas con la amortiguación apropiada”, subraya Manuel Rodríguez.
Los corredores de Almería están pidiendo a gritos esas vías verdes que sí existen en otras capitales andaluzas, auténticos refugios para los amantes del deporte. Aquí, lo más parecido, es el Parque del Andarax, junto a la desembocadura del río, donde acuden cientos de corredores buscando la complicidad de la tierra, la mejor aliada para evitar graves lesiones.
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