Es un hombre de su tiempo, que maneja con soltura la comunicación. Afable y sin artificio, en Almería mantiene casa y, sobre todo, el cariño de cientos de fieles que, a los 8 años de su marcha, le siguen recordando.
¿Qué espera de este nuevo destino como obispo de Getafe y qué deja en Guadix?
Espero ser como yo soy y hacer lo mismo que he hecho en Guadix, anunciar el Evangelio, que es mi misión, y poder estar entre mi pueblo para no solo anunciarlo con la palabra, sino con la vida. Dejo mucho corazón en Guadix y mucha gente buena, a la que he querido y quiero. Guadix ha sido una etapa muy importante, de la que doy gracias a Dios.
Con su nombre se especuló en alguna ocasión como posible obispo de Almería, ¿fue un globo sonda o hubo algo de realidad?
Hoy cualquiera hace un medio de comunicación, no solo los que sois profesionales, las fake news de las que el Papa habla tan fuerte. Son cosas que se dicen, pero nunca ha existido esa situación y yo creo que para bien de todos. Aquí se da aquello de que nadie es profeta en su tierra.
¿Le habría gustado ser profeta en su tierra?
Pues mira, yo quiero mucho a Almería, pero ser obispo de Almería es diferente, nunca he tenido este planteamiento.
Es un obispo muy al día, tuitero...
... Sí, cada vez somos más, lo que pasa es que a los obispos nos da cierto miedo las nuevas redes sociales.
¿Por qué?
No lo sé, esa es la pregunta. Pero cada vez somos más. En Twitter yo no soy muy creativo ni muy original, como el obispo Munilla, de San Sebastián, sino que soy un poco beato, pero hay mucha gente que te sigue y mucha gente a la que puedes hacer bien. Estoy plenamente convencido de que esto es un altavoz y una parroquia grande. Una vez me sorprendí con que uno de los tuits que puse lo habían visualizado 26.000 personas y yo pensaba, ¿cuántas veces tengo que llenar la Catedral de Guadix para hablarle a 26.000 personas? Y, después, el Twitter nos ayuda a centrarnos en lo esencial. Aprender a hacer una homilía en 140 caracteres es importante porque decimos lo que de verdad importa y es lo que lee el mundo de hoy.
En las redes sociales se practica mucho el apostolado del odio, ¿es posible ahí otro tipo de apostolado?
Claro, las cosas no son nunca ni buenas ni malas, las redes sociales e internet pueden hacer mucho mal pero también pueden hacer mucho bien, y de hecho creo que lo hacen. Tenemos una plataforma preciosa para anunciar el Evangelio y crear una cultura del encuentro, de la conciliación, donde se propaguen valores buenos para la sociedad.
¿Es cierto que esta sociedad ha perdido muchos valores o es un lugar común?
Ese es el diagnóstico que hace mucha gente, yo por naturaleza no soy pesimista, creo que esta sociedad ha perdido valores pero también tiene muchos valores. Prefiero ver la media botella llena y acogerme a todo lo bueno que hay en la sociedad, que me llevará también a denunciar lo que es malo. No es cerrar los ojos a lo que es malo, sino desde la bondad rechazar el mal y todo aquello que nos divide. Creo que podemos crear una civilización donde sea respirable el aire, en todos los sentidos.
¿Hay entonces motivos para la esperanza?
Sin lugar a dudas. Ahora, no cierro los ojos ante situaciones de mal, no voy a decir que esto es Alicia en el País de las Maravillas.
¿Por qué le cuesta tanto a la Iglesia modernizar sus mensajes y conectar?
¿Quién es más Iglesia que el Papa? Y que el Papa sintoniza es innegable, sintoniza con su estilo, es un comunicador nato, y lo que más impresiona del Papa es la autenticidad. Yo creo que ganamos mucho con la autenticidad porque la verdad es verdad siempre, y en el mundo actual de los medios sufrimos la famosa posverdad, que hace que el último que llega con un mensaje de emoción se carga la buena comunicación. Yo no cifraría tanto si la Iglesia comunica en antiguo. Hay de todo. Es que la iglesia somos muchos millones de personas. Las instituciones grandes tienen unos engranajes muy complicados de mover, pero yo creo que se mueven.
El Papa Francisco supuso con su elección una revolución, ¿está pudiendo llegar a los cambios que se suponía que iba a aplicar?
El tiene un espíritu muy jesuítico, escucha, reza, y después hace un discernimiento serio. El Papa tiene un camino de reforma, lo está llevando poco a poco, y, como buen hombre de fe, tampoco le preocupa que él vaya a recoger la cosecha, cree que en este momento tiene que hacer esto, lo está haciendo y yo estoy convencido de que esto va a permanecer. El mundo es como es en la actualidad y cerrar los ojos ante esta realidad sería un poco suicida.
Quizá es que estamos en época de cambios muy veloces y los queremos ya.
Claro, pero es que hay cambios o propuestas del mundo que la Iglesia no podrá aceptar nunca por su propia esencia. Yo los cambios fundamentales los veo en el cómo.
No en los principios.
Efectivamente. En la iglesia ¿hay divisiones? Pues mira, en lo esencial, por ejemplo, en la Conferencia Episcopal, ninguna, nosotros votamos un documento doctrinal casi por unanimidad, pero quizá la diferencia, que forma parte de la pluralidad, es el cómo llegar, si de un modo más combativo, o de un modo más tranquilo. Esto también es muy del Papa, es preferente el tiempo al espacio, algunos quieren conquistar espacios, quieren poder, y lo importante es crear procesos. Yo creo que nuestro gran reto hoy no es impactar a la gente, sino crear cristianos que sean convencidos, que tengan cabeza para pensar y corazón para sentir.
Es un proceso lento.
Sí, es un proceso lento, es que hoy vivimos en el estrés de la prisa y pensamos que todo se hace en un minuto.
En ese proceso de adaptación, ¿cuáles son las líneas rojas que no traspasará nunca la Iglesia?
En principio la existencia, la soberanía, la primacía de Dios, que se ha revelado en Jesucristo. Y, después, la visión del hombre, tomada de la revelación judeocristiana, como un ser creado por Dios, a su imagen y semejanza, por eso la dignidad, por eso ser sujeto de derechos, un hombre creado como hombre o como mujer. Son principios que la iglesia defenderá siempre, por tanto nunca podrá subirse al carro de una ideología de género que niegue el hecho natural de ser hombre o ser mujer o que el matrimonio no sea para siempre, o el que esté destinado a la procreación y la educación de los hijos. Otra cosa diferente es que, teniendo esos principios claros, la Iglesia, y esto es un gran reto, tendrá que acoger también a los que no piensan como nosotros.
¿Línea roja sería el feminismo?
No, no, la ideología de género. El feminismo, el que la mujer ni esté por debajo del hombre en salarios, ni que tenga que ser la trabajadora y después ama de casa, en eso la Iglesia no solo está de acuerdo, sino que lo defiende. La ideología de género es algo diferente. El género como algo no natural, sino elegido, y, además, impuesto como una realidad propia de un pensamiento único y de un estado totalitario, eso es lo que la Iglesia no puede aceptar. Te pongo otro caso, aunque sé que esto es polémico, la Iglesia no rechaza la homosexualidad, ni muchísimo menos, sí el matrimonio homosexual, porque el matrimonio es entre un hombre y una mujer, forma parte de la naturaleza y de la propia revelación bíblica.
La Iglesia defiende la igualdad pero no es una institución feminizada ni con mujeres en la jerarquía.
Cada vez más hay presencia de las mujeres. El sacerdocio femenino sí que es un hecho revelado que Jesucristo escogió al hombre. Pero yo creo que el problema no está en el sacerdocio de la mujer, Dios es Dios pero después de Dios la persona más importante para un cristiano es la Virgen María, que es una mujer. Ya ves que el Papa da cada vez más entrada en instituciones de gobierno de la Iglesia a mujeres. Nos queda un largo camino, evidentemente.
¿Llegará el matrimonio de los sacerdotes?
Bueno, no es un principio revelado, es una Ley de la Iglesia.
¿Esa línea entonces sí se podrá levantar?
Esa es una línea que se puede levantar. Ahora bien, es verdad que si un día se levanta habrá que replantear el modo de ejercer el sacerdocio porque si contemplamos el matrimonio de un cura para que tenga una mujer y no como la realidad del matrimonio en sí, sería rebajar el matrimonio y el sacerdocio. Desde luego, con la organización del ejercicio del ministerio hoy es muy difícil que un cura sea casado y pueda ejercer como esposo y como padre o madre. Si alguna vez el sacerdote se casa, que sea con todas las consecuencias.
¿Ha reaccionado bien la Iglesia a las denuncias de abusos sexuales a menores?
Mira, al principio no nos enterábamos, la Iglesia no se enteró…
... Estamos hablando de una cuestión de décadas.
Claro. Pero yo pienso que si alguien sabía, pensaba que eran cosas aisladas, que se solucionaban apartando a la persona. Cuando la Iglesia se da cuenta de la magnitud es cuando reacciona, y reacciona muy fuertemente con Benedicto XVI, de tolerancia cero. Este Papa mantiene la tolerancia cero. Yo sé que esto que voy a decir puede sonar a polémica, pero ahora tenemos que tener cuidado con no pasarnos por el otro lado porque puede ser que dentro de unos años las reivindicaciones sean de gente inocente que hemos acusado y condenado sin razones. Yo conozco algún sacerdote que ha estado hasta siete años en la cárcel, que ha muerto de un cáncer, y después se ha demostrado que era mentira. Porque hoy un cura le niega el bautismo a las doce de la mañana a una persona y se va y lo denuncia, y según las normas que tenemos, hay que retirarlo en el momento.
¿Le han llegado denuncias?
A mí no me ha llegado ninguna, afortunadamente. Yo creo que en España no está siendo demasiado destacado, aunque a mí una sola ya me parecen muchas, esa es la verdad. Yo soy, como no puede ser de otro modo, de tolerancia cero, pero también de presunción de inocencia.
¿Pero hubo un tiempo en que se taparon?
Hubo un tiempo en que se desconocía y en que quizá no se le dio la importancia que esto supone, esto es cierto. Pero ya en el año 2000 el Papa Juan Pablo II pedía perdón públicamente por estos y otros pecados de la Iglesia. Ahora estamos con una sensibilidad tremenda para cortar de raíz todas estas situaciones.
¿Qué papel ha jugado la Iglesia en la crisis?
Cáritas, que es la Iglesia, ha sido el gran buque insignia, junto con la familia, en la crisis. Sin Cáritas y sin la familia habría habido un verdadero estallido social. Cáritas aparcó todos sus proyectos para volver a hacer beneficencia, dar bolsas de comida, pagar recibos de luz, comprar medicinas. Las parroquias también han vehiculado mucho la solución contra la pobreza, y muchas veces los despachos, incluído el mío, han sido un confesionario de esos pobres que podemos llamar vergonzantes, los que encima tienen que mostrar a la sociedad que no son pobres para no perder el poco prestigio personal o profesional que les pueda quedar.
¿Se han llenado más las parroquias por ello?
Hombre, que han venido como desahogo, incluso como dirección espiritual, sí, y además de eso yo doy fe que ha pasado así. Ahora, si esto ha sido una causa de incremento de la participación, yo no sabría decirlo.
Han cambiado los modelos de familia, y hay quien sostiene que eso está en el origen de algunos de los males de ahora, ¿lo comparte?
Yo estoy convencido de que una familia tradicional en el sentido amplio de la palabra ayuda a crecer al niño o a la niña. Esto no lo digo yo, aunque no lo digan en voz muy alta lo dicen los enseñantes. Hoy tenemos muchos niños y muchos adolescentes que vienen de familias desestructuradas, con problemas, y se nota muchas veces la falta de atención. Yo creo que un ambiente familiar bueno ayuda a crecer porque es un transmisor de valores precioso. Ahora, acusar a los otros modelos familiares, tampoco.
¿Es otro lugar común señalar los males que acechan a la juventud actual?
Yo me llevo bien con los jóvenes, y creo, en primer lugar, que los jóvenes son jóvenes, lo que pasa es que los mayores no nos acordamos. Ahora, es verdad que los jóvenes en Occidente y en España son bastante acomodados en general, se quedan muchas veces muy en lo exterior y son incapaces de profundizar en muchas cosas, lo cual les crea vacíos.
¿Es así?
Sí, sí, es así. Pero yo creo que forma parte de una sociedad que lo tiene todo, y un joven que muchas veces es aventurero en deportes no es aventurero en la vida, y puede haber jóvenes vacíos. Es una labor que tenemos que hacer todos, las instituciones públicas, las privadas, la Iglesia, tenemos que dar sentido a la vida de los jóvenes. Yo tuve una experiencia en Honduras, uno de los países más pobres del mundo, con una violencia tremenda, y ví jóvenes pobres, muchos de ellos metidos en las maras, y, sin embargo, son jóvenes con valores, a los que no les importa hacer un camino de dos horas para ir a misa, o que tienen gran ansia de estudiar…
¿Cómo se conjuga ser de una mara y tener esas inclinaciones hacia el bien?
Porque tienen hambre, porque han vivido desde niños la violencia, el noventa y tantos por ciento de los niños de aquel sitio en concreto reciben violencia incluso para que no lloren porque tienen hambre. Es el contraste con una sociedad que lo tiene todo, y con jóvenes que no se paran a pensar, aunque no se puede generalizar…
¿Hemos perdido la profundidad de pensamiento?
Sí, y los jóvenes tienen una cultura muy científico-técnica, y cada vez más técnica que científica. Saben utilizar muy bien un whatsapp, pero les cuesta más trabajo pensar.
¿Les proporcionamos demasiado pronto herramientas tecnológicas muy potentes?
A veces esos instrumentos son la excusa para que el niño no me moleste, que vea ocho horas de televisión, que el niño tenga móvil y así no me molesta porque estoy trabajando o porque he vuelto cansado del trabajo.
¿Nos hemos desentendido los padres de la educación de los hijos?
Quizá la palabra no es desentendido, sino que hemos pensado que todo educa, y, efectivamente, todo educa, pero no para bien. La educación paterna es fundamental, no se puede delegar.
Me viene una imagen a la cabeza. ¿Cómo en una sociedad occidental un adolescente se radicaliza en un mes frente a un ordenador?
Claro, porque el marketing y la capacidad de influencia es tremenda. Cuando tú acudes a Google y pones La Voz de Almería inmediatamente las referencias que me pone son las que Google ha elaborado por un método matemático y técnico para ver cuáles son mis prioridades y para dirigirme por dónde ellos quieran. Si tú pones Ejército Islámico, ellos te van a dirigir por dónde quieran llevarte. Eso tiene un poder tremendo porque te oculta lo que te quiera ocultar y te muestra lo otro. Esto es un tema muy serio que no nos hemos parado a reflexionar.
¿Son buenos o malos tiempos para las vocaciones sacerdotales?
No son tiempos buenos, para qué vamos a engañarnos, pero sí tiempos esperanzados. Los que tenemos son hijos de su tiempo. Los que vienen lo hacen muchas veces contra todo, y casi como verdaderos héroes, pero también hay que formarlos.
En los seminarios puede no haber muchos, pero las que están llenas son las cofradías.
Sí, sí, sí. Esto es algo que tenemos que plantearnos. Yo lo tengo muy claro, y no de ahora. Creo que es un error de la Iglesia, por lo menos alguna gente de la Iglesia, dar la espalda a las cofradías.
¿No se les puede dar la espalda?
Ni se les puede ni se les debe.
Es un movimiento social muy potente.
Sin lugar a dudas. Y, además, un muro contra el proceso de secularización de la sociedad. Y creo que tenemos que aprovechar la pertenencia de jóvenes a las cofradías, si vienen una vez al año, hagamos que vengan por lo menos tres, y así sucesivamente. Creo que forma parte de nuestro ADN esa manifestación popular de la fe, que no podemos rechazar sino que tenemos que acoger, cuidar, y evangelizar.
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