La Guardia Civil registró ayer con Ana Julia Quezada la finca de Rodalquilar donde, presuntamente, la detenida escondió el cadáver de Gabriel Cruz durante los doce días que duró su búsqueda y trasladó después la actuación al piso que la mujer compartía, hasta ahora, con el padre del menor asesinado. Quezada llegó al bloque de viviendas a bordo de un turismo blanco que estacionó frente al portal y fue escoltada, con las manos esposadas por delante, por media docena de agentes de la UCO hasta el acceso al edificio, en el que se adentró con la cabeza gacha.
A la salida, los agentes tuvieron que emplearse a fondo ya que decenas de personas que se habían concentrado en las inmediaciones se abalanzaron sobre la detenida y protagonizaron momentos de tensión en los que, entre gritos e insultos, increparon e insultaron a la mujer obligando a la Guardia Civil a intervenir con contundencia para garantizar la integridad física de la detenida.
Detalle sórdido
A muchos no se les escapó un detalle que añade sordidez al caso. Cuando desapareció el niño, la familia dijo que el menor llevaba puesta una sudadera roja con capucha. Ayer, en el registro realizado en ambos lugares en presencia de la autoridad judicial, la detenida vestía una prenda idéntica. Cabizbaja, con la capucha puesta, la mujer, acompañada por agentes de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Madrid, además de por agentes de la Policía Judicial de Almería y del abogado al que le ha tocado su defensa en el turno de oficio, recorrió primero la finca en Rodalquilar y participó después en la inspección del piso en Puebla de Vícar. Su declaración es clave para conocer cómo sucedieron los hechos y resolver las incógnitas que aún tiene pendientes la investigación.
Quezada llegó a Rodalquilar alrededor de las tres y cuarto de la tarde. La detenida lo hizo al mismo tiempo que la comitiva judicial encabezada por el juez instructor de la causa, el magistrado Rafael Soriano, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería, quien ha decretado el secreto de las actuaciones. La práctica de esta diligencia se enmarca dentro de las pesquisas que están realizando los agentes de la Policía Judicial para reconstruir qué paso con Gabriel Cruz desde que se perdió su rastro el pasado día 27 en Las Hortichuelas y determinar si permaneció oculto en el interior de un aljibe los doce días que se le estuvo buscando.
La finca, que ahora se somete a registro después de que el informe preliminar de autopsia haya revelado que Gabriel falleció “por estrangulamiento” el mismo día de su desaparición, es propiedad de la familia del padre del niño y había estado arrendada hasta hace dos meses. La zona, situada a unos siete kilómetros del punto donde se perdió el rastro del menor, habría sido objeto de investigación días antes del fatal desenlace. Sin embargo, las batidas que se realizaron desde la ‘zona cero’ no llegaron a este lugar.
Ana Julia Quezada, además, maniobró para alejar todo lo posible el foco de atención de la finca donde tenía escondido el cuerpo del niño. La investigación tiene claro que la detenida fue quien colocó intencionadamente la camiseta con ADN de Gabriel entre unos cañaverales del Barranco de las Águilas y que lo hizo aprovechando que su pareja, el padre del menor, iba caminando por un lado de la vereda y ella por otro y que el hombre no la veía en ese momento. El hallazgo provocó que, durante días, todos los esfuerzos del operativo de búsqueda del niño se centraran en ese lugar, muy cercano a una planta depuradora de aguas residuales.
Con este juego, que los investigadores desmontaron enseguida, la detenida trataba de ganar tiempo y de desviar, todo lo posible, la presencia de la Guardia Civil de la finca de Rodalquilar. Es muy probable que intuyera que los agentes le seguían la pista de cerca. Las contradicciones en las que había incurrido las dos veces que habló con los investigadores y el hecho de que, supuestamente, perdiera el teléfono móvil al día siguiente de desaparecer el niño, que el dispositivo fuera encontrado por unos familiares tras un arbusto y que, un día más tarde, volviera a perderlo de nuevo, la colocaron, irremediablemente, como principal sospechosa.
Cuánto tiempo
Las indagaciones que realiza la Policía Científica tratan ahora de determinar cuánto tiempo estuvo el cadáver de Gabriel en un aljibe hasta que, viéndose acorralada por la investigación -todavía no está claro qué pretendía hacer Ana Julia Quezada con el cadáver del niño cuando llegara al piso de Puebla de Vícar- decidió trasladarlo hasta esta localidad.
La finca se ha sometido a registro después de que el informe preliminar de autopsia revelara ayer que Gabriel falleció “por estrangulamiento” el mismo día de su desaparición y que el cuerpo presentaba “golpes”, además de tener “restos de tierra”.
A falta de conocer el móvil, la investigación cree que le asesinó por celos. El niño, dicen, le estorbaba.
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