Me han dicho que eres más almeriense que El Cañillo...
Sí, seguramente (risas). Por cierto, mucha gente cree que ya no está, porque cambió de lugar en la misma Puerta Purchena. Me considero muy almeriense, por encima de otras cosas. No somos comprendidos por el resto de Andalucía. Yo tengo mucho más en común con un murciano que con un gaditano.
Impulsaste el movimiento ‘Salvemos el Cortijo del Fraile’ y conseguisteis que la Junta lo declarara BIC.
Subió como la espuma gracias a las redes sociales, aunque es cierto que ya había otros movimientos y personas como los Amigos de la Alcazaba o Juan José Ceba. Los políticos le hacen mucho caso a las redes sociales. Llegamos a hacer una manifestación allí, organizamos una mesa redonda, reuniones con el alcalde de Níjar...
¿Qué se podría hacer con este edificio, enclavado en un lugar único?
La finca, que es enorme, no se puede expropiar, pero si se pudiera estaría muy bien un aula de interpretación. Por otro lado, la iniciativa privada podría crear un hotel con encanto. Los atardeceres allí, bajando por el camino de las pitas que viene de Rodalquilar, son espectaculares.
¿Qué lugares de Almería están infrautilizados turísticamente?
La Casa del Poeta, de José Ángel Valente, está en una calle escondida y merece mucho la pena, porque puedes ver una casa típica del siglo XIX, con muebles de la época. La Casa del Cine también debería incorporar aspectos relacionados con las últimas películas y series rodadas aquí, como ‘Exodus’ o ‘Juego de Tronos’.
Escribes en La Voz de Almería sobre cortijadas abandonadas. Imagino que has encontrado auténticos tesoros...
Hay sitios impresionantes. El último es Los Canos, en Serón. Parece Nepal o Macchu Picchu. Se va por Aldeire. Otro que me gustó mucho fue Los Rojas, también en la Sierra de los Filabres, debajo de las cúpulas de Calar Alto.
De las historias que escribes, ¿cuál es la que más te ha sorprendido?
Una sobre tesoros en Rodalquilar. En el siglo XVIII unos carboneros encontraron bienes mostrencos, que son aquellos que no tienen dueño. La Iglesia se quedó con el tesoro y ellos acabaron en la cárcel. Ochenta años después Hacienda se lo reclamó a la Iglesia. Eran perlas, trozos de oro y joyas.
¿Es verdad que hay túneles ocultos en los Refugios, donde trabajas?
Es cierto. En algunos se conservan grafitis hechos con tiza o rayados en el hormigón. Hay vasos de cristal, objetos..., parece una cápsula del tiempo. El de las pintadas es como un búnker.
Habrás tenido experiencias emocionantes...
Sí. Venía mucho José del Pino, que ayudó a construirlos. Ahora está en una residencia. Lo echo de menos. Algunas personas mayores han visto el video que hay antes de la visita y se han echado a llorar y no han podido entrar. Pero nosotros enfocamos la visita de una forma positiva, porque gracias a este lugar se salvaron muchas vidas. Llegaban a entrar treinta y siete mil personas cuando bombardeaban la ciudad.
Por cierto, ¿cómo definirías a los almerienses?
(Ríe) Conformistas, quizá. Nada les solivianta, salvo que ocurra algo como lo de Gabriel. El almeriense tiene que estar muy cabreado para que se movilice. También es muy hospitalario. Es algo que yo como guía cuido mucho. Me gusta que la gente se vaya diciendo: en Almería me tratan muy bien.
¿A qué ilustre almeriense admiras más?
Siempre digo que está la ‘santísima trinidad de los arquitectos’: Trinidad Cuartara, Guillermo Langle y López Rull. A partir de ahí Almería fue hacia abajo, con el desarrollismo.
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Alberto Gutiérrez