¿Cómo llegaste a Almería?
Al terminar la carrera de Informática, en Deusto, en Vizcaya, una tía de mi mujer, que vivía aquí, me dijo que se había enterado de un puesto de trabajo. Así que nos vinimos, aunque antes habíamos estado de viaje de novios mi mujer y yo en Almería. Era en una academia de enseñanza de informática, montado por unas personas de fuera que no acabaron bien precisamente... Y Fernando Trigueros, José Alfredo Ruiz y yo decidimos montar una academia por nuestra cuenta, animados también por los alumnos y sus padres.
Una disciplina, la informática, que entonces no era muy conocida...
Bueno, es que el propio Bill Gates, y situémonos en el contexto de la época, llegó a decir que un ordenador jamás iba a necesitar más de 64 k para funcionar. Nosotros apostamos por la formación y por la informática, pues veíamos que era el futuro. La gente nos decía que nos dedicábamos a los cerebros electrónicos (ríe). Empezamos a llevar los ordenadores a las empresas y conseguimos ser distribuidores de IBM, que fue lo que nos hizo dispararnos hacia arriba.
Empezáis a principios de los ochenta y vivís toda la revolución tecnológica.
Sí, ha habido dos grandes hitos: internet y la telefonía móvil digital. Cuando comercializábamos los teléfonos, en el año 96,no había antenas en Almería, pero la gente los compraba y decía que lo hacían por si iban a Murcia o a Madrid (risas) o se iban a la playa a buscar cobertura. Internet supone por otro lado que nos reinventemos como empresa, abandonando la venta de productos informáticos para dedicarnos a la consultoría, seguridad informática, programación, etc.
Cambiando de asunto, una de tus grandes aficiones es la pelota vasca, que en Gádor, sobre todo, se juega mucho. ¿A qué se debe?
A la minería, a los ingenieros de minas vascos que vinieron en el siglo XIX. El frontón de Alhama es centenario y aquí en Almería había un frontón en la Rambla. Era el primer deporte, por delante del fútbol.
¿Cómo has vivido todos estos años el terrorismo de Eta? La historia que cuenta el libro de Fernando Aramburu, Patria, te habrá resultado familiar.
Sí. Los nacionalismos a ultranza tienen que ver mucho con el catetismo, con el no viajar fuera. Era muy complicado incluso hablar con gente de la familia. Ha destrozado familias y amistades. Ahora está superado, lo compruebo cada vez que voy, dos veces al año.
Estos últimos meses en las redes sociales te has mostrado muy indignado con el independentismo catalán. ¿Qué futuro se avecina? ¿Podemos ser optimistas?
Me gustaría ser optimista, pero no lo soy porque el Estado de las autonomías ha delegado la educación y cuando tienen la potestad de adoctrinar, como en Cataluña, ocurren estas cosas. Luego tienen los medios de comunicación, que son instrumentos igualmente de adoctrinamiento. En el 78 no se dieron cuenta de que eso era el principio del fin. Solo albergo una esperanza: que Europa diga que del proyecto comunitario no puede salir ningún territorio.
¿En qué momento de tu vida te encuentras?
En uno muy bueno. Hago lo que me gusta, me apasiona. Adoro a mi mujer, tengo a mis dos hijos en Almería, casados con dos almerienses, tengo cuatro nietas maravillosas...
¿Cuál es la enseñanza más valiosa que has aprendido?
Cuanto más trabajas más suerte tienes. Se lo he transmitido a mis hijos. Y también el mantenerte vivo, con ilusiones. Ahora estoy muy ilusionado, mucho más tranquilamente que antes, cuando era joven, pero ilusionado.
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