En la tarde del 12 de abril de 2018 falleció “La Voz de la Memoria” como muchos conocían a José del Pino Fernández. Este almeriense nació un 25 de enero de 1925 y mostró siempre un respeto mayúsculo por la historia de Almería. Recopilaba todo aquello que pudiese preservar trocitos de su Almería natal. Tuvo una vida muy azarosa desde joven, niño de la guerra en Almería trabajó como aprendiz de albañil en el quirófano de los refugios, para sustituir a su padre fue movilizado por el Ejército Popular 15 de junio de 1938 y el 1 de abril de 1939 le pilló haciendo los últimos remates del aseo. Por aquel entonces ganaba 7 pesetas.
Hombre comprometido con la historia colaboró en muchas actividades relacionadas con la historia de la guerra civil en Almería. Para Focosur, con la Universidad de Almería e incluso con el IV Encuentro de testimonios: la guerra civil en Andalucía oriental. Sus recuerdos rememoraban las vivencias de un niño de la capital en aquella contienda fratricida. En una entrevista realizada por alumnas del IES Carmen de Burgos mencionaba un sinfín de acontecimientos tales como el bombardeo del Canarias en noviembre de 1936; los bombardeos aéreos de la ciudad puntualizando el sufrido por el acorazado Jaime I, barco defensor de la capital, José estando en la cubierta del barco para cambiar una carterilla de tabaco por dos bollos de pan, vio venir cinco aviones en forma de cuña por la parte de poniente. Al no sonar la alarma antiaérea los marineros pensaban que eran aviones republicanos pero al momento se sintió el silbido de caer las bombas, la tripulación le advirtió que se tirase al suelo en la cubierta. Suerte que en ese momento no cayeron en el barco. Cambió el tabaco por el pan y se fue al puerto donde estaban cargando un barco de trigo que había venido a orrio, estaban cargándolo en sacos los grampines y la torva echando, entonces sonó la alarma, habían pasado 15 minutos. En una segunda pasada los cinco aviones volvieron a bombardear cayendo una de las bombas en el Jaime I que afectó a la parte de popa, se llevó el cañón falleciendo el artillero y los dos marineros que estaban con él. En ese momento había subido el segundo de a bordo al barco, teniente de navío que también murió y cuatro marineros heridos. El barco estuvo averiado en el puerto dos días y los remolcadores de servicio del puerto lo llevaron al astillero de Cartagena y allí entró un “falso comandante” que no era comandante a inspeccionar lo que le había ocurrido al barco. Una vez dentro le puso una bomba de lapa en la caldera y a los diez minutos de marcharse o poco más, el barco estalló. Los marineros salieron volando, la caldera se partió en dos. En 1946 durante el servicio militar en San Fernando de Cádiz, un amigo suyo cabo primera le dijo que en la Carraca estaba una de las dos mitades de la caldera del Jaime I.
También recordaba el de la escuadra alemana en mayo de 1937 cuando lanzaron sobre la ciudad más de doscientos proyectiles amén de la llegada de los malagueños a Almería. Según José “en la plaza de Pavía había cuatro cabreros y uno de ellos ese día no cobró leche, la repartía entre los niños venidos de Málaga”. Ponía nombre al Jefe del Comité de Refugiados, Demógenes Cenamont. Con el tiempo José Del Pino se hizo amigo de un niño de la carretera de la muerte venido desde Málaga al cual llamaban Antonio el malagueño, este niño de aquella desbandá le contó como con cuatro años durante la desbandá hacia Almería, aunque se metían en los desagües de la carretera para evitar los bombardeos, una bala le pilló un pie y el médico canadiense Norman Bethune le curó aquella herida.
También sus pupilas contemplaron el barco prisión Astoy Mendi que estaba atracado en el puerto donde hoy se sacan los billetes, durante unos meses hasta que el Ingenio se adaptó para cárcel de Almería. Además trabajó en el Comité de Refugiados en la Calle Alcalde Muñoz para auxiliar a los malagueños, situado donde estaba la casa de asilo de las monjas. No terminaban sus recueros ahí…ante la atenta mirada de Paola y Carmen, dos adolescentes de Huércal de Almería.
Estando una noche en la cola del pan al entrar en la calle Granada a la izquierda en una panadería, por la tarde llevaron la harina para hacer el pan. Había que ponerse toda la noche en cola para a otro día pillar un kilo de pan. Esa misma noche bombardearon la ciudad. Llegó un camión de milicianos y disolvieron la cola, a todos los que había allí los subieron al camión incluido él. Y el camión echó a andar, pero a la altura de donde hoy está la gasolinera de Las Lomas, José escuchó a un miliciano preguntarle a otro que a donde se dirigían, el otro respondió que a Pechina, al sentir aquello, nuestro protagonista se tiró del camión y se vino corriendo para abajo. También narraba el hambre de aquella ciudad y las cuevas que tenían dos o tres departamentos y se metían siete u ocho personas en cada una. Recordaba hasta los nombres, la cueva de Ángel el panadero, la cueva de las Palomas, las cuevas de Chamberí para el cerro de San Joaquín que allí había alrededor de 300, aquello era un avispero. Cuando empezaron a dar viviendas, había unas 410 cuevas en Almería.
Al margen de esta portentosa memoria estuvo siempre su afán por recopilar, preservar y divulgar la historia como un tesoro de nuestra historia reciente. Recientemente colaboró en el documental “El Paseo de los Canadienses” producido por Quinta Planta donde explicó sus recuerdos de la llegada de los malagueños a Almería. El 12 su cuerpo se paró para partir hacia la eternidad, pero “La Voz de la Memoria” y sus recuerdos ya forman parte de la historia de los almerienses, serán eternos para siempre. José del Pino también está presente en el vídeo introductorio de los refugios de Almería. Colaboró con la asociación Rocamar y trabajó en el comedor de refugiados. Descansa en Paz querido amigo y gracias por donar el testigo del tiempo a los almerienses
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