Condenados por un macroalijo de 8,5 toneladas de hachís

La Guardia Civil y la Guardia de Finanzas italiana abordaron un pesquero en Cabo de Gata

Desembarco de los fardos del Pascal
Desembarco de los fardos del Pascal La Voz
Javier Pajarón
20:11 • 17 abr. 2018

La Audiencia Nacional ha condenado a tres años de prisión a dos marineros holandeses acusados de patronear un barco pesquero cargado con un macroalijo de hachís en septiembre de 2016. La embarcación fue abordada en una operación conjunta de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex), la Guardia Civil y la Guardia di Finanza de Italia a 50 millas náuticas de Cabo de Gata.



Los agentes hallaron en el registro de la bodega y de la cubierta principal un cargamento de 8,5 toneladas de resina de hachís distribuido en 355 fardos de arpillera de distinto tamaño. La droga tiene un valor en el mercado clandestino de 14 millones de euros, según el análisis de toxicidad incorporado al procedimiento judicial seguido por el Juzgado Central de Instrucción número número Cinco de la Audiencia Nacional.




Los marineros aceptaron la petición fiscal por un delito contra la salud pública y solicitaron el cumplimiento de la condena en Holanda, país del que son originarios. La operación se enmarcó en la lucha contra el tráfico de drogas a gran escala en la llamada Ruta del Mediterráneo Occidental, centrada en la detección de viejos mercantes y pesqueros dedicados al transporte de hachís hacia Italia, Libia, Turquía y Egipto.



El pesquero intervenido por la Guardia Civil había realizado escalas previas en Málaga, Marsella y el Puerto de Almería. Los agentes seguían los pasos de los sospechosos, sin una actividad comercial aparente. Un avión italiano detectó el transbordo de un cargamento de hachís en alta mar, desde una lancha neumática salida desde Marruecos. La Guardia Civil realizó una espectacular operación de abordaje y arrestó a los dos marineros del barco Pascal.



Según la sentencia de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, los traficantes habían copado con los fardos de hachís cada espacio disponible en el barco pesquero. La droga cubría la cubierta, la cocina, el camarote, la bodega y “haciendo imposible prácticamente la vida a bordo”.






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