El patio del fútbol y la guarnición

Apuntes sobre el Cuartel (II)

Fachada principal del Cuartel de la Misericordia con las dos garitas que se levantaron frente a la puerta.
Fachada principal del Cuartel de la Misericordia con las dos garitas que se levantaron frente a la puerta. La Voz
Eduardo D. Vicente
22:20 • 25 abr. 2018

El Cuartel de la Misericordia llegó al siglo veinte sin que se conociera todavía cuál sería su futuro. Estaba sin terminar, con sus instalaciones abandonadas y con la posibilidad de que se montara en sus dependencias un Hospital de Sangre. En 1902 las habitaciones del ala izquierda de la planta baja, donde se hallaban las oficinas del Gobierno militar, estaban en ruinas y cada vez que llovía los que estaban dentro se mojaban más que los que se quedaban en el patio a la intemperie. 



Tuvieron que pasar dos años para que un grupo de obreros, armados con picos y palas, tomara las dependencias del recinto para iniciar las obras de rehabilitación con motivo de la visita a Almería del Rey Alfonso XIII, prevista para el mes de abril. Lo que se hizo entonces fue un lavado de cara para disimular el abandono.



Ese mismo verano la Cámara de Comercio, siendo presidente don José López Guillén, dirigió un oficio al presidente del Consejo de Ministros pidiendo que se arreglara el Cuartel y se enviara al mismo tiempo una guarnición, que tanta falta hacía en esta plaza. Los trabajos se atrasaron un año, hasta el verano de 1905 cuando empezaron a derribarse las viejas techumbres, que fueron reconstruidas con sólidas vigas de hierro que trajeron desde Barcelona. Otro lavado de cara que no sirvió para acelerar el envío de las tropas que Almería estaba pidiendo a gritos. El Cuartel de la Misericordia, con mejor aspecto, siguió medio abandonado varios años más. En la primavera de 1907, el Gobernador militar concedió permiso a los señores Vizconti, Aráez, Santa  Pau y Pérez Reina, que en nombre de la sociedad Sport Almeriense lo visitaron para pedirle la autorización necesaria para ensayar los partidos de fútbol en el patio del Cuartel. Aquel verano el recinto se llenó de vida con los entrenamientos del equipo de la ciudad y los cientos de curiosos que se daban cita a lo largo de la tapia para presenciar el juego. 



En noviembre de 1908 llegaron buenas noticias sobre el futuro del Cuartel. El Ministerio de la Guerra consignó 30.000 pesetas en el presupuesto para terminar el Cuartel de la Misericordia y el Ayuntamiento, a su vez, asignó la misma cantidad para auxiliar la obra. Dos años después el ministro remitió los planos y presupuestos de las obras. 



Fue en  los primeros meses de 1911 cuando empezaron en serio los trabajos. Consistían en la construcción de un pabellón de planta  baja y el arreglo de las cocinas. Después de estas obras provisionales sería el momento de emprender las definitivas para la terminación del Cuartel. En ese período de grandes dudas, se pensó en levantar un acuartelamiento nuevo en un lugar más alejado del centro de la población. Se habló entonces de un gran Cuartel de Artillería en las instalaciones donde había estado funcionando la fábrica de Azufre, en la Carretera de Granada.



Los trabajos de rehabilitación se alargaron durante un año hasta que por fin, el treinta de marzo de 1912 el Cuartel recibió a las primeras tropas que fueron destinadas a nuestra capital como guarnición. Los soldados llegaron a la estación en un tren especial procedentes de Granada. Formaban parte de la Primera compañía del Regimiento de Córdoba, un total de trescientos soldados bajo el mando del comandante don Narciso Escobar y los capitanes Arturo Fernández de Arellano y Manuel Serrano Montaner. En el convoy también vino un carro para el servicio de la tropa. 



Faltaban cuatrocientos soldados más, que llegarían, según las previsiones oficiales, cuando estuvieran terminadas las obras de los pabellones. El Cuartel empezó a funcionar de verdad y todas las mañanas el barrio se despertaba al sonido de la corneta y el ruido de los pasos de los soldados haciendo la instrucción. El sábado cuatro de septiembre de 1915 se vivió una gran fiesta con la jura de bandera de doscientos reclutas.



En el verano de 1916 el nuevo pabellón ya estaba terminado para recibir al Segundo Batallón del Regimiento de Córdoba, con tres grandes salones de dormitorios con ciento cincuenta camas en cada uno de ellos. Se agrandaron  las cocinas, se limpiaron las cuadras y se  puso en funcionamiento una cantina. 


El dieciocho de junio de 1916 llegaron las tropas. Fue un día de fiesta en la ciudad. Por orden del alcalde se dispararon tres cohetes a la salida del tren militar desde Benahadux y seis cuando llegó a Almería. Las tropas, al bajarse del tren, fueron desfilando hasta el Cuartel en medio de una gran expectación. Componían el batallón cuatrocientos soldados, dos jefes, tres capitanes y ocho subalternos.


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