La revista hablada que no cuajó

En 1953 se organizó en Almería una revista hablada para promover la cultura local

El escritor almeriense  José Andrés Díaz en la segunda sesión de la revista hablada, el 15 de junio de 1953 en el Café Español.
El escritor almeriense José Andrés Díaz en la segunda sesión de la revista hablada, el 15 de junio de 1953 en el Café Español. La Voz
Eduardo D. Vicente
21:44 • 01 may. 2018

En la primavera de 1953 el Frente de Juventudes trató de reactivar la estática vida cultural de la ciudad con la puesta en marcha de la revista ‘Urci’. No se trataba de una publicación impresa, como se podía pensar, sino de una revista hablada similar a la que ya se venían organizando en otras ciudades del país. 



La revista hablada se basaba en escribir sobre un tema de actualidad, preferentemente cultural y social, en el que participaban varios colaboradores, y exponer esos artículos en público como se hacía en una conferencia y como se hacía en la radio. El primer número de la revista fue una exaltación de la Semana Santa almeriense, y se celebró el 22 de marzo de 1953 en el salón de la Biblioteca Villaespesa, en el Paseo de Almería. Participaron ilustres personajes locales de aquella época, destacando como director de la emisión Antonio Pumarola, brillante orador que llegó a ser jefe de emisiones de Radio Juventud y uno de los fundadores de la emisora Radio Popular. Uno de los artículos hablados que se escucharon aquella tarde en la biblioteca fue el titulado ‘Mujeres con mantilla en Almería’, pronunciado por la profesora Celia Viñas, que con su discurso emocionó a la concurrencia. 



El acto contó además con los artículos ‘Cara y cruz de la Semana Santa de Almería’, de Antonio Andrés Díaz, delegado provincial del Frente de Juventudes y de una interesante charla sobre pasos e imaginería que ofreció el famoso escultor José María Hervás Benet.



La revista hablada empezó con fuerza y en junio de ese mismo año emitió su segundo número, que tuvo como escenario el salón principal del Café Español, que era, junto al ‘Colón’, el local más importante  en aquel tiempo. Allí se organizaban interminables partidas de dominó cuando llegaba la tarde y tertulias culturales. La de la revista hablada del 15 de junio de 1953 se dedicó a la fiesta de los toros. Conocidas figuras de la afición almeriense desfilaron por las originales páginas de la revista en la que se pusieron de manifiesto muchas cosas inexplicables de la lidia y se recordaron épocas pasadas. Como colofón, el humorista almeriense Antonio Ortiz, conocido como ‘el Coyote’, hizo alarde de su gracia con algunos chistes taurinos. En aquella emisión de la revista ‘Urci’ estuvo presente el Gobernador civil de Almería, Manuel Urbina Carrera, que era un buen aficionado a los toros y un asiduo de las tertulias que se organizaban en los veladores de los cafés. Si por algo destacó el señor Urbina Carrera en sus años de mandato en la ciudad, fue por ser un personaje público de los que no se perdían una fiesta.  En la Plaza de Toros nunca faltaba a su cita en el palco con esa indumentaria tan característica del personaje: traje claro, corbata oscura y el pelo hacia atrás cubierto siempre de brillantina. Se decía entonces que el Gobernador era un gran entendido en toros, tanto como en vinicultura, disciplina en la que también demostraba con creces ser algo más que un brillante aficionado.



Las emisiones de la revista hablada ‘Urci’ no llegaron nunca a ser multitudinarias, entre otras cosas porque siempre se escogían escenarios reducidos y porque la actividad cultural en aquella Almería de los cincuenta se organizaba en un círculo cerrado. Siempre eran los mismos los que hablaban y casi siempre eran los mismos los que acudían como público. Cuando había una tertulia de pintura siempre eran los mismos los que acudían al acto; si se organizaba una sesión de poesía o de música clásica, siempre eran los mismos los que ocupaban las sillas del salón de la biblioteca. 



Entre los que nunca faltaban a las citas literarias estaba el profesor de la Escuela de Magisterio José María Artero García, un personaje fundamental en la cultura local de aquellos años, con una gran capacidad de iniciativa y hombre de grandes ideas. En aquel tiempo ya destacaba por ser un luchador incansable por abrir nuevos caminos en un ambiente cultural que no lograba desprenderse del olor a bolas de alcanfor de la posguerra. Artero insistía, una y otra vez, que era urgente la necesidad de crear el Instituto de Estudios Almerienses y una Estación de Biología Marina.






La revista hablada llegó a ser un pequeño oasis  en medio de ese gran desierto cultural de la Almería de los cincuenta. Aunque no llegó a cuajar en la sociedad, ni se ganó un sitio en la agenda de acontecimientos importantes, consiguió sobrevivir durante varios años. En 1956 dedicó su número a la hermandad conocida entonces  como ‘Ex-cautivos’, y escogió como escenario las instalaciones de la estación de autobuses que en aquel tiempo eran una de las grandes novedades urbanísticas de la ciudad.


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