Cómo afrontar el duelo en la infancia

Un equipo de psicólogas de Cruz Roja, premiado por su labor en cuidados paliativos pediátricos

El equipo  de psicólogas reconocidas a nivel nacional por su labor con los paliativos pediátricos. Ana Almansa es la primera por la derecha.
El equipo de psicólogas reconocidas a nivel nacional por su labor con los paliativos pediátricos. Ana Almansa es la primera por la derecha. La Voz
Rosa Ortiz
21:27 • 04 jun. 2018

En una sociedad que cree controlarlo todo, que busca la evasión al precio que sea, la muerte tiene el mismo efecto que una bofetada. Hablar del final de la vida suele evitarse hasta que toca de cerca. Cuando eso pasa, todo el globo se pincha y se desinfla. La gente se siente sin herramientas, sin recursos, sin capacidad para enfrentarse al drama. Y llega el estado de shock. Una situación en la que conviven el  desconcierto, el miedo, el pánico. Asimilar la muerte de una madre, del marido, de un familiar, de un hijo, es terriblemente difícil de digerir porque uno no se imagina su vida sin esa persona, sin su conversación, sus gestos, sus manos. Sin embargo, entre todas las muertes, tal vez la de un hijo sea la más difícil de afrontar porque va en contra del ritmo natural de la vida. “La muerte de un hijo es la muerte de un proyecto”, dice la psicóloga Ana Almansa.




Ella coordina al equipo de Atención Psicosocial (EAPS) de Cruz Roja Almería que desarrolla en el Complejo Hospitalario Torrecárdenas desde 2008 el Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas, financiado por la Fundación La Caixa. Un trabajo suyo sobre la atención al duelo infantil, con estrategias diferentes según la edad que las psicólogas han recogido en diferentes trípticos, acaba de ser premiado en el II Congreso Nacional de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos Pediátricos. Junto a Almansa, han recibido el galardón Trinidad Martínez, Laura Parra y Lucía Pérez.




“Hemos tratado de reflejar en estos trípticos lo que nosotros contamos a las familias cuando se produce un proceso de duelo y hay un niño implicado. Lo que explicamos es que no hay que utilizar las palabras que empleamos los adultos, pero hay que decir la verdad. Vivir una pérdida no le tiene que causar un trauma al niño porque para ellos la palabra ‘muerte’ no tiene tanto impacto emocional como para un adulto. Pero hay que tener cuidado porque se creen de forma literal lo que les dicen sus padres. Por eso, cuando se les miente, aunque lo hayamos hecho desde el cariño, no es bueno, porque luego siempre surgen preguntas. Si le decimos, por ejemplo, que el hermanito se ha ido al cielo, el niño va a preguntar: ¿y por qué no cogemos un avión y vamos a verlo? ¿por qué no viene él? ¿está enfadado? ¿me he portado mal?”, relata Almansa.




Las psicólogas, que han realizado estos trípticos basándose en su propia experiencia, explican en ellos qué es el duelo infantil, cómo hay que dar a un niño la noticia de la muerte de un ser querido, qué reacciones pueden tener   al inicio de la pérdida y cuáles son las palabras que ayudan y aquellas que no deben pronunciarse nunca. “No hay que decir cosas como que el tiempo lo cura todo, o que no llore, o que la persona que se ha ido está mejor en el cielo. En el duelo infantil es determinante que la familia gestione emocionalmente la pérdida y se retomen rutinas y horarios cuanto antes”, cuenta la experta.




Otra parte importante del proyecto es aquella que ayuda a parejas a superar la pérdida de su bebé cuando todavía el embarazo no ha llegado a término y la mujer da a luz a un niño muerto. “El duelo perinatal es un dolor que no se reconoce”, dice Almansa, cuyo equipo ha participado en la elaboración de los protocolos que ya se aplican en Torrecárdenas a mujeres que se ven en esta situación.






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