Quería triunfar. Su vocación era ser famosa, huir del anonimato de las muchachas de su tiempo, escapar de las cadenas que la obligaban a repetir los patrones de la época: encontrar un hombre, casarse y llenarse de hijos. Ella era distinta, venía de una infancia de posguerra, marcada por el vacío que le había dejado la muerte prematura de su padre. Había conocido el desarraigo de un orfanato y la lucha de su madre para sacar a sus hijos adelante y quería triunfar, ser alguien en la vida, como aquellas cantantes de coplas que ella escuchaba con la boca abierta en la vieja radio del comedor.
Un día se presentó a un festival que organizaba la Cruz Roja, cantando por Marifé de Triana. Entonces se llamaba Encarnita Sánchez y destacaba por su atrevimiento, por la fuerza y el descaro que exhibía cada vez que se subía a un escenario. Buscando el triunfo tocó en la puerta de Radio Juventud para participar en el concurso ‘Cantando se va a la fama’, donde tantos jóvenes de aquel tiempo acudían persiguiendo el sueño de sus vidas.
Cuando entró en el estudio, cuando conoció de cerca toda la tramoya de la radio, aquellos programas en directo, la magia del contacto diario con la gente, Encarnita decidió aparcar su carrera como cantante para entrar como alumna en aquella emisora local que entonces era una estación-escuela donde llegaban los jóvenes que querían ser locutores.
Pronto dejó constancia de que iba en serio y de que era una mujer distinta. Tenía coraje, tenía hambre y tenía ganas de aprender. Su primer programa se llamó ‘Nosotras’, y fue un espacio dedicado a la mujer. En aquellos años, eran los primeros sesenta, conoció a Paco Moncada, que por aquella época ya era un profesional de gran prestigio en la radio almeriense. A su lado, Encarna Sánchez dio el salto a la fama a nivel local con el programa ‘Viento de tarde’, un magazine donde se iban alternando las noticias de Almería con los discos de moda que iban llegando a la emisora.
Encarnita quiso ser Encarna y los humildes micrófonos de Radio Juventud se le quedaron pequeños. No se conformaba con hacer carrera en la emisora y hacer siempre lo mismo. Ya que no había podido triunfar como cantante, quería hacerlo ahora como periodista. Una tarde se presentó ante sus compañeros, los reunió en el estudio y con una seguridad inquebrantable les dijo: “Me voy a Madrid y me llevo a mi madre. Quiero triunfar por cojones”.
Hizo el equipaje y con una carta de recomendación apareció en Radio Juventud de Madrid dispuesta a comerse el mundo y a todo aquel que se pusiera por delante. Como era una desconocida, como era una novata, le buscaron un hueco en la franja horaria que no quería nadie, la de la madrugada. Empezó a recorrer la noche en un programa que se llamaba ‘Calvo Sotelo y buen viaje’, que estaba patrocinado por la empresa nacional de combustibles y lubricantes. No era un trabajo cómodo. Empezaba a las doce de la noche y terminaba poco antes del amanecer. Durante toda la madrugada Encarnita, que ya empezaba a ser Encarna, recorría desde los estudios de Madrid todas las calles de la capital de España. Era un programa para noctámbulos, para insomnes, para solitarios y sobre todo, para los que trabajaban de noche, para los enfermeros y para los taxistas que eran sus colaboradores. Trabajaba mucho y cobraba poco, a cinco pesetas la hora, un sueldo que apenas le llegaba para sobrevivir con su madre en Madrid.
Como quería triunfar cogió de nuevo las maletas y se fue a hacer las américas a México donde estuvo varios años en la televisión pública. En 1976, tras la muerte de Franco, regresó empujada por la ilusión de una España nueva.
Su destino fue Barcelona, la emisora de Radio Miramar, donde otra vez se reencontró con la radio nocturna, con los solitarios, con su voz reinando en la madrugada como si fuera el teléfono de la esperanza. Fue tanto su éxito que desde 1982, todos los lunes, de doce a cuatro de la madrugada, se establecía un hilo directo a través de Radio España para que su voz se pudiera escuchar en todo el país.
En 1984 firma su primer contrato importante con Radio Popular donde pone de moda su ‘Encarna de noche’. Ese mismo año su tierra la premia como ‘Almeriense de 1984’ “por la labor altruista que realiza desde su programa de radio y por aprovechar cualquier ocasión para hablar de Almería”.
A partir de entonces su carrera vivió en el éxito permanente. La Cadena Cope, que en su nueva estructura había apostado fuerte por Luis del Olmo para llenar las mañanas, se jugó la baza de Encarna Sánchez para las tardes. La emisión de ‘Directamente Encarna’, de cinco a ocho de la tarde, hizo historia en la radio española de aquellos años.
Cuando muy de vez en cuando regresaba a Almería, casi siempre para recibir algún reconocimiento, Encarna Sánchez solía recordar sus comienzos y alguna vez, a los más íntimos, le llegó a decir que cambiaría todo lo que había conseguido como locutora por haber sido cantante.
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