Medina Azahara (Córdoba) acaba de convertirse en Patrimonio de la Humanidad y ha sido agraciada por programas de recuperación, rehabilitación y puesta en valor. Almería observa desde la desesperanza como su Alcazaba y todo el casco histórico que la rodea languidecen y caminan hacia un futuro más que incierto, cruel.
Entre Medina Azahara y Almería una coincidenia, ambas ciudades fueron creadas por Abderramán III, ambas fueron parte importante de la España musulmana; “pero una está en Córdoba y la otra en Almería y nuestro patrimonio está siempre en peligro, siempre sin atención alguna”.
Vecinos-guías
Lo dice Encarni González, una vecina de Pescadería-La Chanca que junto a José Campoy guían a grupos de visitantes por la historia de lo que fue el germen de Almería. Forman parte de la Asociación de Vecinos de Pescadería-La Chanca, pero son algo más que enseñantes.
Posiblemente esta zona presidida por La Alcazaba sea la que en mayor medida conserva el sentido de barrio, de pertenencia. Y eso les lleva a convertirse en punta de lanza de las reivindicaciones , pero sobre todo culturales y patrimoniales.
Cada parada en la ruta por esa historia es, al tiempo, un grito contra el abandono, contra la destrucción. Para Antonio Campoy un ejemplo de la falta de interés de unas administraciones que se han olvidado de los tesoros, que han despreciado la historia.
El olvido
Y así la muralla que rodeaba a la primitiva ciudad se cae a pedazos, sólo quedan de ella unos pocos restos que no durarán mucho más si nadie actúa para rescatarlos, la red de conducciones de agua se desvanece y la propia Alcazaba es un compendio de actuaciones absurdas que ni siquiera respetaron las formas o los materiales primigenios.
Pero hay más, conocer de cerca esos tesoros, esos trozos de la historia de la ciudad y de sus gentes, supone un recorrido entre escombros, lugares destruidos, basuras acumuladas durante años. Campoy y González explican que lo peor es que “tenemos perchas, patrimonio, fechas, historia y sin embargo no hemos sabido pelear por ellas, por poner en valor un patrimonio y una cultura que es en sí mismo un tesoro”.
Visitas con historias
De ahí la puesta en marcha de las visitas guiadas, por las que ya han pasado cerca de 20.000 personas. Estos vecinos, que no son arqueólogos, ni historiadores, conocen cada rincón, cada historia, y lo utilizan como arma arrojadiza mientras critican actuaciones como la del Mesón Gitano., convertido en “una especie de cementerio” de los restos arqueológicos que han quedado ocultos bajo las estructuras de hormigón.
Afirman que las visitas son una forma de levantar la voz, “desde la humildad”, para decir que están orgullosos de su barrio y de su historia y para dignificar su identidad.
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