Ana Julia Quezada cruzó los muros de El Acebuche la tarde del 15 de marzo en la parte trasera de un furgón policial sin ventanas. Su aspecto desaliñado anunciaba sin palabras las cuatro noches en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería. Agotada y atrapada. La presunta asesina del pequeño Gabriel Cruz Ramírez evitó el paso habitual por el departamento de ingresos y acabó directamente en una celda del módulo número 1 de la cárcel de Almería, aislada del resto de internas e inmersa en un programa de prevención de suicidios.
La relevancia pública del caso y los contactos previos con la autoridad judicial anticipaban la clasificación de la interna. Las medidas estaban decididas. El Acebuche cumplía, antes incluso de recibirla, con sus obligaciones legales y garantizaba su vida en la cárcel.
Sin embargo, seis meses después de su internamiento, la prisión de Almería ha decidido levantar el régimen de protección y Ana Julia Quezada hace por primera vez vida ‘normal’.
El artículo 75, una garantía legal
Instituciones Penitenciarias aplica las medidas contempladas en su normativa, muy flexible para adaptarse a las circunstancias concretas de cada situación y extremadamente garantista con los reos. Ana Julia Quezada se encontraba hasta ahora incluida dentro del régimen de protección de internos descrito en el artículo 75 del Reglamento Penitenciario. “Los detenidos, presos y penados no tendrán otras limitaciones regimentales que las exigidas por el aseguramiento de su persona y por la seguridad”, señala el apartado primero.
La medida se adoptó la pasada semana y permite a la presunta asesina del pequeño Gabriel Cruz Ramírez mezclarse con las reclusas, compartir los espacios comunes y adaptar sus horarios a la rutinal general del módulo 1 de El Acebuche. Prisiones ha valorado la falta de riesgo para la integridad de la interna y la necesidad de garantizar su proceso de tratamiento y reeducación, principios contemplados en la Constitución y desarrollados en la Ley General Penitenciaria.
El módulo
El módulo 1 es el único reservado para mujeres en El Acebuche. Tiene aproximadamente 50 personas, gran parte custodiadas por delitos contra la salud pública. Además, se trata de un departamento de “buen comportamiento” (técnicamente conocido como módulo de respeto). Esto es, existe un sistema asambleario de autogestión que permite a las internas establecer unas normas de convivencia y proponer actividades.
Ana Julia Quezada de 44 años de edad se suma a la vida en prisión por primera vez desde marzo. No obstante, desde su ingreso en el penal de Almería ha tenido contactos con otras compañeras. Al principio fue incluida en la plan de prevención de suicidios, donde una interna de confianza de la dirección de El Acebuche la acompañaba. Luego, de forma rotatoria, varias reclusas han compartido tiempo y espacio.
La presunta asesina será conducida el próximo lunes hasta la Ciudad de la Justicia de Almería para comparecer ante el magistrado Rafael Soriano, instructor de la causa. El magistrado ha ordenado la transformación de las diligencias en un caso de la Ley de Jurado. Las partes están citadas en el Juzgado de Instrucción número Cinco de Almería el 17 de septiembre. Será la cuarta presencia de Quezada en el órgano judicial tras su detención con el cadáver del niño en el maletero de su vehículo, localizado por la Guardia Civil en la puerta de un bloque de viviendas en La Puebla de Vícar.
La hispanodominicana está acusada de presuntos delitos de detención ilegal, asesinato y contra la integridad moral. El juez Soriano afronta la última parte de la instrucción. Aún queda pendiente el levantamiento del secreto sobre 17 folios del sumario y la incorporación de las últimas diligencias de la Policía Judicial de la Guardia Civil.
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