Cuando los turistas de sol y playa preparan las maletas para su retorno a casa y los almerienses se hallan inmersos en la rutina tras la ‘vuelta al cole’, el Paseo Marítimo recupera la alegría con la llegada de los estudiantes Erasmus.
“Son muy divertidos. Terminas entablando relación con ellos porque vienen a diario y descubres todos los aspectos positivos de la diversidad”, explica el boliviano Dennis Coronel, encargado de tarde del Café París.
Motivados por la ubicación de una ciudad pequeña junto al mar con una Universidad que gana prestigio a nivel internacional, alumnos de todo el mundo han aterrizado en Almería con ganas de exprimir al máximo unos meses que se tornarán intensos y que estarán protagonizados por experiencias gratificantes para su desarrollo.
Italianos, franceses, polacos, alemanes, americanos, mexicanos, coreanos y australianos, entre otras nacionalidades, comparten el mismo objetivo: aprender español e impregnarse de la cultura de otros países.
‘Welcome Week’
El concepto de la Semana de Bienvenida traspasa la Universidad y se cuela en el pub Fun Corner que nació como club social de universitarios y fue bautizado con el nombre de ‘Eventual’. A día de hoy, es el ‘meeting point’ (punto de encuentro) de referencia para los jóvenes y, especialmente, para los extranjeros que se instalan en El Zapillo a pie de playa.
En paralelo a las actividades que promueve la propia Facultad para favorecer las relaciones interpersonales, uno de los responsables de la asociación, Rafael Segura, habla de los viajes y los encuentros temáticos de los que son promotores y testigos: “Con la Euro Dinner, la Pizza Party, las visitas culturales, el intercambio de idiomas y las escapadas de ocio, conseguimos una juventud unida”.
La pizzería Buono y la heladería La India son otros de los establecimientos más frecuentados por Erasmus. “Yo vine de Erasmus sin saber localizar Almería en el mapa y volví para quedarme”, comparte Antonio Santacroce, gerente del restaurante italiano.
“Vine de Erasmus y volví para quedarme”
¿Por qué eligió Almería como destino de esta experiencia universitaria?
Fue un poco casualidad. Yo no sabía situar la ciudad en el mapa. Podía elegir entre Almería, Mataró o Turquía, pero me decanté por esta ciudad por el mar.
¿Cómo fueron sus semanas de adaptación?
Lo primero que hice fue buscar piso y alejarme de los italianos porque me interesaba aprender español.
¿Cómo era la relación con el resto de Erasmus?
Hicimos una piña. Hoy en día seguimos organizando encuentros en base al reglamento que creamos.
¿Por qué volvió?
Quería transmitir fuera el concepto de comida italiana auténtica y con Almería tengo una vinculación afectiva desde el Erasmus.
¿Qué consejo le daría a los alumnos extranjeros que acaban de llegar?
Mi sugerencia es que se agrupen y que no esperen que nadie les organice nada, que hagan sus propios planes y los lleven a cabo.
No podemos entender, sin embargo, el fenómeno Erasmus sin sus protagonistas. Tomaso, Paola, Camilla, Paula, Minje y Joanna se encuentran entre los 510 extranjeros que pasarán un cuatrimestre formándose en Enfermería, Psicología, Farmacia, Economía, Filología Inglesa y Turismo, entre otras disciplinas.
Los alumnos agradecen la amabilidad con la que son tratados y se muestran impresionados por los bajos precios. En particular, los polacos están deseando vivir lo que para ellos será un invierno cálido.
Aunque las despedidas suelen ser amargas tras meses de convivencia, Coronel intenta que sean lo menos traumáticas posibles despidiéndolos con una servilleta del Café París firmada por él: “Cuando se van, los extrañas, pero hay muchos que luego vuelven”.
Pero hasta entonces tienen por delante un nuevo curso académico que será, cuando menos, enriquecedor.
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