La entrevista transcurre en la sala de visitas del convento de Las Claras, a través de una reja y en el preceptivo horario de visitas. En ese momento, a María José García le acompaña su hermana Carmen. Tranquila, sosegada, no elude ningúna pregunta y se muestra como lo que es, una persona normal, sin artificio, que un día atendió a su llamada interior y tomó una decisión poco común.
Seguro que esta primera pregunta es la primera pregunta que le habrá hecho mucha gente. ¿Por qué?
La verdad es que no es una decisión muy común a los 42 años de hacer tu vida, teniéndolo todo gracias a Dios, una familia maravillosa, trabajo, muy buenos amigos. Pero Dios llama a cada uno en un momento determinado de la vida. Y ahora ha sido cuando me ha llamado o cuando yo he querido escuchar esa llamada.
¿La había escuchado antes y quizá la había obviado?
Mi familia es profundamente religiosa y en mi casa he vivido la fe, mis padres me han inculcado todo lo que soy. Dios habla a través de personas, de acontecimientos y quizá todo lo que ha ido pasando en mi vida ha hecho que ahora sea cuando tenga que estar aquí.
¿Ha habido un desencadenante?
Sí, bueno, yo pertenezco a la Hermandad del Carmen, de la parroquia de San Sebastián, y en 2015 se coronó la Virgen. He vivido en mi hermandad muchos acontecimientos que me han ido dando toques de atención de hacia dónde tenía que ir. Todos buscamos nuestra vocación, nuestro sitio, y quizá esa búsqueda ha ido poco a poco trayéndome hasta aquí. Sientes esa inquietud, tienes un cierto desasosiego, yo busqué y consulté a sacerdotes para que me orientasen.
¿Y en qué consiste ese desasosiego?
Si lo comparamos con la vida así de la calle quizá sería una búsqueda de lo que quieres ser y dónde tienes que estar. Es como un enamoramiento, notas que quieres algo y luchas por él, lo que pasa es que ese algo no está tan bien visto hoy en día. Los sentimientos son muy difíciles de explicar con palabras.
¿Se parece entonces a un enamoramiento?
Sí, pero estás enamorada de Dios, respondes a su llamada.
¿Alguna vez se ha enamorado de una persona?
Tan fuerte como ahora no.
¿Ha sido reconocible el enamoramiento?
Sí, tenía claro que si Dios me llamaba yo tenía que responder afirmativamente.
¿Y cómo llama Dios?
Dios llama a través de las personas, a través de acontecimientos que pasan en tu vida, a través de las Sagradas Escrituras. Es solo que nosotros estemos dispuestos a escucharlo porque Dios llama a nuestra puerta constantemente y nos da la libertad de que le abramos la puerta o no. Todo depende de nosotros.
Entonces no es fácil reconocerlo.
Pero por eso tienes a los sacerdotes y a personas que te ayudan a saber si eso que sientes realmente es vocación a la vida religiosa, en este caso consagrada, o no. Yo a Las Claras llevaba mucho tiempo conociéndolas.
¿Cuánto de largo ha sido el proceso desde que lo tuvo claro?
Yo creo que nadie tiene totalmente claro al cien por cien nada. A las mujeres casadas cuando me preguntan, ¿lo tienes claro? yo digo, ¿tú lo tenías claro cuando te ibas a casar? La incertidumbre empezó a principios de 2016, la coronación fue en mayo de 2015. Rezábamos por las vocaciones, por los frutos de esa coronación, y ahora a veces bromeamos en que el fruto he sido yo.
¿En dos años de proceso le han surgido dudas?
Sí, dudas siempre hay y más en esta vida. Pero te aferras a algo porque no caes al vacío, caes en las manos de Dios.
¿Hay vértigo en el momento último de tomar los hábitos?
Sí, existe.
¿Cómo se vence?
Confiando en Dios, nunca hay que perder la confianza en Dios.
Hace ya catorce meses, ¿tiene la sensación de perderse algo por estar aquí?
No, lo que siento es que haya escuchado tarde la llamada, como decía San Agustín, tarde te amé. Gracias a Dios he tenido de todo fuera, aquí no estoy huyendo del mundo, ni por temor a nada ni porque perdiese nada, ni mucho menos.
¿Y algo que no probó y se puede quedar con las ganas de hacerlo?
Es que cuando encuentras tu sitio, lo demás no importa tanto.
A día de hoy, ¿considera que este es su sitio?
A día de hoy sí.-
¿Y cómo reaccionó su familia?
(Risas, mira a su hermana) Bueno, mi hermana es un apoyo grandísimo, ella me ha acompañado desde el momento cero porque mis dudas las he compartido con ella desde el primer momento. Y luego, mis padres son un poco mayores. Por su fe lo han entendido, pero al principio, como todos los padres. Ser monja de clausura es difícil de aceptar. Pero ya gracias a Dios sí lo tienen asumido.
¿Los amigos lo entendieron?
No todos, pero me respetan. Y con el tiempo lo van sobrellevando. La verdad es que tengo amigos que no merezco.
¿Pareja ha tenido?
No.
Ha entrado en un convento en el que hacía mucho tiempo que no entraba una nueva novicia...
Aquí hacía trece años.
Imagino que por la parte de la congregación habrá sido casi como una pequeña revolución.
(Risas). Bueno, ellas son todas muy buenas y yo siempre digo que me quieren demasiado. Están muy contentas, aunque esté mal que yo lo diga.
Podía haber elegido otro tipo de vida religiosa que no fuera este. ¿Qué aporta la clausura?
A mí lo que primero que me llamó la atención es la generosidad extrema de las personas que hay aquí. La clausura es un mundo desconocido, estás aquí por servir a Dios y a los demás. Santa Teresita de Lisieux es la patrona de las misiones y es una monja de clausura. Nosotras estamos, aunque no lo parezca, en todas partes, rezando por todos los problemas, y por todas las personas que lo necesitan.
¿Por qué cree que está mal visto entrar en clausura o por qué puede provocar una reacción de incredulidad?
Es que yo creo que en el mundo de hoy nadie está dispuesto a dejarlo todo. No quiero ser drástica y generalizar, pero quizá los jóvenes de hoy en día buscan la felicidad en todo lo que pueden encontrar fuera, y no te paras a pensar que a lo mejor la felicidad no está en lo material.
¿Una sociedad demasiado materialista, alejada de la espiritualidad?
No sé contestar exactamente, lo que sí sé es que se busca la felicidad en cosas o en estar con algo, o en ambicionar algo o en ser algo, pero no nos paramos realmente a pensar dónde está nuestra felicidad. No quiero ser tampoco drástica. No es mi intención.
¿No considera que tengamos una sociedad mala, o enferma?
No, no, ni mucho menos. Solo que el ritmo que lleva la vida es muy rápido, y no nos paramos a pensar a veces en nosotros mismos. Vamos al ritmo que nos marcan los demás.
¿Y pensar en nosotros mismos da más felicidad?
Pensar en nosotros mismos hace que nos planteemos si lo que estamos haciendo es lo que queremos o no.
¿En qué transcurren sus días?
En la clausura la base es la oración, y gran parte del día es orar. Pero por la mañana tengo mis horas de estudio y luego trabajar, porque nosotras vivimos de nuestro trabajo.
¿Cuál es el suyo?
La encuadernación de libros.
¿Qué tipo de formación recibe?
Una vez a la semana viene un sacerdote a darnos formación, pero yo como estoy en un proceso de inicio, tengo más horas de estudio.
Es una vida de absoluta introspección.
En el silencio encontramos a Dios.
El suyo no es voto de silencio. ¿Cuáles son sus votos?
Nosotras tenemos cuatro. De clausura, pobreza, obediencia y castidad. Los frailes franciscanos tres, no tienen la clausura.
¿Cuántas hermanas son actualmente?
Conmigo nueve. Todas de votos solemnes, menos yo.
Además de en las monjas hay falta de vocaciones en el sacerdocio.
La crisis de las vocaciones ocurre desde hace mucho tiempo, pero estamos en manos de Dios. Es que en el planteamiento de la mayoría de la gente no entra la vida religiosa.
¿Ve que eso pueda cambiar?
No lo sé. Es el Espíritu Santo el que decide por nosotros. Nosotros aquí rezamos para que haya vocaciones, pero no depende de nosotros.
¿Vienen a visitarles mucho?
A mí ahora, no sé si es por la novedad, pues sí. La familia siempre la tenemos.
¿Y los amigos?
Los amigos cuando pueden, porque cada uno tiene su vida. El venir aquí no es como ir de cervezas, tienen que ajustarse a un horario. Pero no me puedo quejar.
¿Entre las cosas a las que ha renunciado está la maternidad?
No.
¿En su vida anterior no se lo planteaba?
No es algo que me obsesionase.
¿Qué es lo peor que le gustaría que Dios cambiara?
Quizá que todos se parasen a pensar un poco más en los demás, no en los propios intereses. Yo creo que todo iría mejor.
¿Y los aspectos positivos de la sociedad actual?
Muchos, supongo. Esa pregunta es complicada. Quizá que el hombre no para nunca de avanzar y busca un progreso por el bien común, que a veces fructifica y a veces no.
¿Avanzamos para buscar el progreso pero también a veces para destruirnos?
También de los errores se aprende. Se supone que el hombre es un ser que tropieza en la misma piedra varias veces. Pero termina aprendiendo. Es el mejor ser de la creación.
¿Dónde está el demonio?
El demonio está en todos sitios, no para. Y eso es un fallo que hay hoy en día en la sociedad, que creemos que no hay demonio, y el demonio....
¿…trabaja mucho?
Mucho. Yo a veces pienso que si emplease toda la vitalidad en otras cosas, qué bien iríamos. Pero el demonio no para. Y lo peor que hay ahora es que está haciendo pensar que no existe.
¿Qué es lo peor que le ha dicho el demonio?
No es lo que te dice, son las dudas. Es el que siembra la duda porque él no quiere que se salven almas, quiere llevarse todas para él. Hay que tenerle mucho respeto.
¿Ha vivido el mundo de las redes sociales antes de entrar aquí?
Claro, yo llevaba las redes sociales en la Hermandad del Carmen, y he estado enganchada al Facebook. Las conozco.
Ahí se llegan a decir auténticas barbaridades, ¿eso es demonio puro?
No es que sea demonio puro, pero él incita a hacer cosas que no se deberían hacer y las vemos bien, no pensamos que son cosas que vienen de él. Es que él juega con todo, y se cuela en los momentos que tenemos de debilidad o donde él ve que puede sacar algo.
¿Por ejemplo, desear la muerte a alguien en redes sociales?
Bueno, eso es demonio porque es una mala acción, pero también es pecado.
¿No caer en el pecado es difícil?
Claro.
¿Hay que ser indulgente con quien peca?
Por supuesto, Dios es ante todo amor y misericordia, y Dios nos perdona los pecados si vamos arrepentidos. Nosotros tenemos que perdonar.
¿El obispo y la Diócesis cómo han recibido su incorporación?
La Diócesis está rezando por mí. Nosotras rezamos por los demás, pero necesitamos que recen también por nosotros.
¿Es posible que en algún momento los conventos y las congregaciones utilicen los medios tecnológicos, o eso está descartado?
Hay conventos que me consta que sí las utilizan. De hecho, las Clarisas de Soria tienen una página web bastante completa. Pero eso ya depende de cada norma interna de cada convento, y la sociedad hoy en día también te mueve a necesitar internet en ciertas cosas.
Si tuviera a alguien delante que estuviera pensando en tomar los hábitos, ¿qué consejo le daría?
Si tiene dudas, le aconsejaría primero que se acerque a un sacerdote y le pida consejo, que le va a ayudar seguro. Y a partir de ahí él le dirá los pasos que tiene que seguir y cómo puede ver si realmente lo que siente es vocación a la vida consagrada o cualquier tipo de vida religiosa.
¿La Iglesia es justa con la situación de la mujer?
Sí.
¿Sería conveniente promover el sacerdocio de las mujeres?
Esto es una opinión personal, yo creo que no. La mujer ya desempeña un papel muy importante en la Iglesia. Solo hay que mirar la imagen de la Virgen María.
Sin embargo, sabe que hay opiniones en el sentido de que las monjas no están equiparadas a los sacerdotes.
Yo no veo discriminación.
¿En algún momento las noticias sobre los casos de abusos, de pederastia, le han hecho dudar de que fuera la institución en la que debía entrar?
No, porque la Iglesia es la que más duramente castiga esos casos. Los sacerdotes que realmente está probado que han cometido pederastia son expulsados inmediatamente.
Si volviera dos años atrás, con lo que ahora conoce, ¿volvería a dar el mismo paso?
Sí.
¿Este paso que ha dado es definitivo o se ha marcado un horizonte de tiempo para reconsiderar?
Definitivo no hay nada. Pero a día de hoy lo tengo claro. Lo que Dios quiera hacer conmigo.
¿Qué o quién es Dios?
Dios es amor. Es nuestro padre.
¿Y dónde lo encuentra?
Yo vivo en su casa.
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